April 02, 2006

 
Bloc de Notas : Intelectuales, Por Paul Johnson (4)

6. Jean – Paul Sartre : Una bolita de piel y tinta

Como la mayoría de los intelectuales notables, Sartre fue un egoísta supremo. Nada sorprendente, ya que fue el caso clásico del hijo único mimado. Tuvo la mejor educación al alcance de un hombre de su generación.

Antes de la guerra no tenía opiniones políticas firmes. No hizo nada importante por la Resistencia. No levantó un dedo, ni escribió una palabra, para salvar a los judíos. Se dedicó implacablemente a promover su propia carrera.

Simone de Beauvoir se convirtió en la esclava de Sartre casi desde el primer encuentro y siguió siéndolo hasta que él murió. Le sirvió de amante, esposa sustituta, cocinera, administradora, y enfermera, sin adquirir jamás una posición legal o financiera definida en su vida.

Sartre fue el arquetipo del hombre chauvinista. Su propósito era recrear para sí en la vida adulta el “paraíso” de su primera infancia, rodeado de mujeres para cuidarlo.

La incapacidad de Sartre para mantener amistad con cualquier hombre de su propia estatura intelectual ayuda a comprender la incongruencia, incoherencia, y a veces la total frivolidad de sus opiniones políticas.

El alineamiento de Sartre con los comunistas en 1952 no tuvo ningún sentido lógico. Fue justo el momento en que otros intelectuales dejaban el partido comunista a montones, mientras se conocían los crímenes de Stalin. En Julio de 1954, después de una visita a la URSS, hizo declaraciones con la descripción más servil del Estado soviético desde George B. Shaw a principio de los años treinta.

Buena parte de sus escritos son pretenciosos, altisonantes, y carentes de sustancia. Esto lo descubrí en la década de los 50 cuando hice algunas traducciones. A menudo se leían bien en francés, pero se venían abajo cuando se expresaban en los concretos términos del inglés.

A diferencia de muchos intelectuales, Sartre fue genuinamente generoso con el dinero. Le gustaba pagar la cuenta en cafés y restaurantes, incluso a gente que apenas conocía.

En la década del 70 Sartre fue una figura cada vez más patética. Envejecido prematuramente, prácticamente ciego, a menudo borracho, preocupado por el dinero, incierto acerca de sus opiniones.

Sartre, como Russell, no logró dar ninguna coherencia ni firmeza a sus opiniones políticas. No le sobrevivió ningún cuerpo de doctrina.

7. Epílogo

Hace unos 200 años que los intelectuales laicos comenzaron a remplazar al antiguo clero como mentores y guías de la humanidad.

Hoy día parece generalizarse la creencia de que los intelectuales no son más sabios como mentores, ni más respetables como modelos, que los hechiceros o sacerdotes de antaño. Comparto este concepticismo.

Una de las principales lecciones del trágico siglo XX es que debemos tener cuidado con los intelectuales. No sólo debería mantenérselos bien alejados de los resortes del poder. También deberían ser objeto de una especial sospecha cuando buscan dar consejo colectivo.

Comments:
Concuerdo con tu epílogo. Lo curioso es que la Ilustración se vanagloriaba de haber superado la "superstición" y haberla reemplazado con la razón. En realidad, lo que trajeron fue puras tripas disfrazadas de objetividad y razón.
 
De Sartre escribe Matthew Stewart:

"Sartre, en nombre de los filósofos alienados y de clase media de todo el mundo, creó el existencialista de café [cuyo arte se resume en:] 1) siéntese en un café; 2) permanezca sentado; 3) pida una taza de café; 4) fume un montón de cigarrillos; 5) saque un bolígrafo y una servilleta y escriba, en jerga filosófica seudogermánica, unas cuantas verdades que no son sino lugares comunes; y 6) mire con desprecio cualquier cosa que le resulte burguesa (como sus padres)" (La verdad sobre todo. Una historia irreverente de la filosofía (Taurus).
 
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