May 01, 2006

 
Lectura : Esplendor y Decadencia de la Primera Economía Global

Acabo de leer un instructivo artículo sobre lo que hoy llamaríamos la “globalización” del siglo XIX e inicios del XX. La principal enseñanza es que estos fenómenos nunca pueden considerarse como definitivos, imparables, o permanentes. Al final, todo depende de la mentalidad de la gente y de sus cambios.

A continuación presento un resumen de este notable artículo.

La globalización estaba en plena forma hace un siglo. En 1913, el comercio de mercancías representaba el 12% del PIB en los países industrializados. Este nivel no se volvió a lograr hasta 1970. La primera globalización fue posible por el desarrollo de los ferrocarriles y los barcos interoceánicos de transporte.

Así comenzó la primera división global del trabajo. Unos países se especializaron en manufacturas y otros en productos primarios. Entre 1870 y 1913, las exportaciones como porcentaje del ingreso nacional se duplicaron en India e Indonesia y se triplicaron en Tailandia y China. Después de 1858, en sólo 15 años, las exportaciones de Japón llegaron al 7% del PIB. Pero esta globalización no iba a durar. Fue barrida por las grandes catástrofes del siglo XX : las dos grandes guerras, la gran depresión, y las dictaduras totalitarias.

Según algunos críticos actuales del libre comercio, esto revela los peligros de los mercados no regulados. Otros, como Greider y Polanyi, argumentan que las catástrofes se debieron a los males del liberalismo. Estos argumentos son lo contrario de la realidad. Las tragedias de siglo XX no se debieron a un exceso de los mercados, sino a que se perdió la fe en ellos, y se desarrolló la idea del control centralizado por parte de los gobiernos.

A mitad del siglo XIX, el credo liberal del cosmopolitismo, el libre comercio, y la paz, parecían augurar un brillante futuro para la humanidad.

Gran Bretaña llevaba la delantera. Richard Cobden y John Brigth lograron una gran victoria en 1846 con la eliminación de las leyes del maíz y de los aranceles sobre los granos importados. El libre comerció comenzó a extenderse en Europa continental. El tratado Cobden-Chevalier de 1860 entre Gran Bretaña y Francia fue un acontecimiento importante. Hacia mitad de la década de1870 los aranceles promedio de las manufacturas habían bajado hasta el 9% en el continente, desde 50% o más al final de las guerras napoleónicas.

Los campeones liberales del libre comercio no lo veían simplemente como un asunto comercial, sino como algo que tenía profundas implicaciones para un orden pacífico en las relaciones internacionales. Pero está visión comenzó a desvanecerse hacia fines del siglo, cuando fue tomando cuerpo lo que el autor denomina la Contrarrevolución Industrial, que en cierto modo era un regreso a la época del mercantilismo.

Este giro buscaba la expansión del poder del estado nacional, y la planificación económica nacional. La consecuencia era clara: si la planificación central era más eficiente que el mercado, qué sentido tenía mantener los mercados internacionales?. Así nacieron los argumentos colectivistas para el proteccionismo. Por ejemplo, Edward Bellamy afirmaba : “Una nación simplemente no debe importar lo que su gobierno no cree que sea de interés general”.

Así que para fin de siglo el proteccionismo se convirtió en intelectualmente respetable. Los aranceles comenzaron a subir en Europa, Estados Unidos, Latinoamérica, y en el resto del mundo. No obstante, todavía eran relativamente bajos. Poco antes de la Primera Guerra Mundial, los aranceles todavía eran relativamente modestos : menos del 10% en Francia, Alemania y Gran Bretaña; entre 10% y 20% en Italia; entre 20% y 30% en Estados Unidos; entre 20 y 40% en Rusia y Latinoamérica. Las barreras no arancelarias no eran comunes. Así que las medidas proteccionistas hicieron más lento el ritmo de la globalización, pero no la interrumpieron.

Sin embargo, el proteccionismo contribuyó a una nueva atmósfera de conflicto y tensión. El libre comercio hace que la guerra sea económicamente irracional. El proteccionismo, llevado al extremo, produce el efecto contrario.

Quienes más desarrollaron esta lógica fueron los socialistas de Estado de la Alemania Imperial. Para Gustav Schmoller, la esfera internacional era una zona de conflicto inevitable e interminable. Según Adolf Wagner, el hecho decisivo en las relaciones internacionales era el principio del poder, la fuerza, y el derecho de conquista. Ambos defendían un programa agresivo de extensión territorial de Alemania, que según ellos, necesitaba más espacio. Esta visión provocó imitadores en otros países. Por ejemplo, el Imperio Británico comenzó a ser considerado como un asunto de vida o muerte.

Según la visión convencional, la Primera Guerra Mundial fue un trágico accidente. En realidad, fue el producto de las ideas de la antiglobalización: centralización que se convirtió en estatismo, que a su vez se convirtió en nacionalismo agresivo, que llevó a los planes de conquista militar.

La primera economía global fue destruída por la antitesis del liberalismo económico, es decir, el sueño de la planificación central y la ingeniería social. Sólo en las dos últimas décadas ha vuelto a resurgir. Pero el pasado colectivista proyecta grandes sombras. La transición hacia un nuevo orden de políticas más liberales se ha dado en medio de las ruinas del viejo orden, y ha sido dolorosa en ocasiones. Pero la transición no está completa. Todavía se siente el peso de los viejos sistemas desacreditados, que hacen difícil el presente y oscurecen el futuro.

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