May 05, 2006

 
¿Solución Etanol?

Por John A. Bennett,de la Fundación Libertad de Panamá

Las soluciones míticas no son la respuesta a nuestros problemas energéticos y, aún podría ser otra Escila engañosa que nos traerá más problemas de tipo estatista. En primer lugar porque si nos abocamos a ese camino debe ser en términos estrictamente económicos y no políticos; es decir, que sean los inversionistas privados quienes pongan el pellejo en línea y no todos los panameños a través del dinero de impuestos. El inversionista sabe cuándo arriesgar, a diferencia de los políticos cuya vocación es la búsqueda de votos.
La inversión etanol es una aventura comercial como cualquier otra y quienes pagan impuestos tomados a punta de pistola no deben ser arrastrados a ella, pues el gobierno no es una empresa de aventuras. En los EE.UU. el etanol se produce a base de maíz subsidiado, tal como acusan tantos oponentes al comercio exterior. Por supuesto que allá muchos maiceros están felices de recibir esos caramelos financiados con impuestos.
También los políticos sueñan con los improductivos puestos de trabajo que ello producirá, elevando al grado de héroes a quienes parieron el engendro legislativo. Sin embargo, esos mismos héroes no estarán presentes en las honras fúnebres de tan descabellado lance económico.
Todos anhelamos la autosuficiencia energética, pero que no sea como la ilusa autosuficiencia de nuestra CSS y tantas otras aventuras cuyos días están contados. Debemos entender que el comercio es para comerciantes y no para funcionarios públicos. La producción, compra y venta de bienes y servicios, particularmente aquellos que constituyen bienes de capital, no funciona dentro de un sistema tipo socialista, pues dicho sistema carece del método capaz de establecer precios. De tal forma, a los planificadores estatistas les es imposible visualizar los resultados de una aventura etanol; igual que jamás nos advirtieron del peligro de nuestra inseguridad social, educativa, etc.
No estoy en contra del etanol, estoy en contra de que sea el gobierno el que se meta en la aventura. Miremos no más lo que ocurre en otras áreas de nuestra producción doméstica, tales como el banano, tomate y más, en donde no somos eficientes ni competitivos. Si los negocios son buenos, se sustentan bajo sus propias bondades y si no bajo subsidios gubernamentales. Después nos asombramos ante el creciente costo de la vida.
Expertos en las universidades de Berkeley en California y en la Universidad de Cornell han corroborado que el costo total de producir etanol excede por mucho la energía que produciría ese combustible en nuestros autos. Si seguimos por la vía actual que navegan nuestros gobernantes, subsidiando tomates, bananos, transporte, y ahora nos metemos en caña, etanol y quién sabe qué mas, estaremos siguiendo con exactitud la receta que condujo al descalabro económico argentino.
A toda esta lista de inversiones irrecuperables, debemos añadir riesgos tan patentes como lo son el tema de la CSS, el cual, a fin de cuentas, es otra aventura análoga a la de una industria de etanol. Con lo que hoy malgastamos en salud, riesgos profesionales y pensiones, bien podrían atenderse mucho mejor estas necesidades de manera particular. El problema no es tanto la falta de dinero sino cómo lo malgastamos.
En los EE.UU., por mucho tiempo las carreteras y ferrovías se construyeron como inversiones privadas, basadas en un buen sentido económico. Luego llegaron los gobiernos y cambiaron el sentido económico por el político y vimos cambiar los criterios para hacerlas; en adelante lo importante era construirlas en dirección a las casas de campo de algunos repartidores de turno.
Gran parte de nuestro problema energético nos viene por el lado de los altos costos del petróleo, que es un problema fuera de nuestro alcance. Y es que hemos dejado de actuar a tiempo en aquellos campos que sí estaban a mano; en cosas como un sistema de transporte urbano moderno, que abaratara costos de mil maneras: en velocidad, combustible, partes, tragedias, seguros, contaminación, autoestima, etc., y que habría estado fomentando toda clase de oportunidades típicas de un sistema que permite buena comunicación.
Esperamos con ansias el sistema de semáforos modernos. Los que usamos hoy día son parte del problema, pues forman los tranques. Es un asunto de economía de la mas elemental. Vemos que en áreas que no tienen un alto grado de tránsito se hacen enormes inversiones, mientras que en las áreas urbanas de alta densidad, el sistema está diseñado para producir tranques, lo cual eleva los costos de forma astronómica.
¡Ha! pero es que el sistema electoral favorecen a los políticos que hacen carreteras en sitios en donde no existe forma de repago de la inversión en un plazo razonable. No logramos entender que los dineros que pueden estar disponibles para ayudar a las áreas rurales dependen de una buena economía en las urbanas. No podemos poner el buey detrás de la carreta.

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