September 01, 2006

 
“Neoliberalismo” y Estado del Bienestar

( Este artículo fue publicado en el diario local La Prensa el pasado 28 de agosto )


Recientemente el Dr. Mario Galindo publicó en el Panamá América un largo escrito sobre la ampliación del Canal. Después de leerlo varias veces, mi conclusión es que se trata de un documento más que notable. No obstante, me interesa comentar algunas de sus afirmaciones incluidas en la sección sobre el destino de la renta canalera.

Primero, que los voceros del neoliberalismo defienden su distribución en concepto de dividendos entre los panameños mayores de edad. Segundo, que esto se hace para evitar que el Estado utilice los fondos por vía del presupuesto. Y tercero, que los mencionados neoliberales pretenden desmantelar el llamado Estado del Bienestar.

Supongo que los voceros del neoliberalismo son, o somos, varios miembros de la Fundación Libertad, que, hasta donde sé, somos los únicos que hemos propuesto la distribución de dividendos. Mi comentario inicial es que no creo que ningún miembro del grupo se considere a sí mismo como neoliberal. Estoy seguro que se consideran liberales o libertarios. Lo que se ha dado en llamar neoliberalismo es, en mi opinión, una mezcla indigesta de un 80% de mercantilismo y un 20% de liberalismo.

En cuanto a la distribución de los dividendos, hay varias posiciones. En concreto, quien escribe aboga por distribuir la mitad y entregar al Estado la otra mitad. En adición distribuir a todos los ciudadanos, no sólo a los mayores de edad. Finalmente, aboga por una distribución que privilegie a las familias en situación de pobreza.

¿Por qué se propone la distribución de dividendos?. Primero, por un asunto de lógica elemental. Si el Canal es una empresa comercial, cuyos dueños son los ciudadanos, la distribución de dividendos es una consecuencia inevitable, a menos que estemos hablando de los dueños del Canal en sentido metafórico. Segundo, porque es una forma eficiente de distribuir beneficios evitando que un porcentaje importante se pierda en las tuberías de la burocracia.

Por su parte, el Estado recibiría el 50%, que muy bien pudiera utilizarse para mejorar infraestructuras, educación, salud, y programas especiales para mejorar la capacidad de los pobres para ganarse la vida.

En conclusión, un liberal no propone la distribución de dividendos para que no los use el Estado, sino para que los usen los ciudadanos. No es una medida con un propósito negativo, sino eminentemente positivo.

Pasemos al tema del Estado del Bienestar (EB). El EB incluye, esencialmente, salud, educación, y pensiones. Según los países, puede incluir también seguro de desempleo, y diferentes tipos de subsidios. En este tema es importante distinguir los servicios del bienestar y la institución que los presta. En este sentido, para un liberal los servicios del bienestar no requieren, desde ningún punto de vista, que sean manejados directamente por el Estado, que es lo mismo que decir por el gobierno.

Creo no exagerar si digo que el EB está en una profunda crisis en todas partes. Veamos algunas de sus manifestaciones. Primero, es poco eficiente en el manejo de los recursos. Por ejemplo, Roberto Salinas León estima que sólo el 25% del gasto social en México llega a los ciudadanos. En Estados Unidos es un 26%. Sin embargo, en el caso de las instituciones privadas se llega al 75%. En segundo lugar, el EB no se preocupa demasiado de las necesidades de los ciudadanos. Días atrás escuché a un alto funcionario del Ministerio de Salud informar que estaban “concienciando” a los directores de centros médicos para que comprendieran que su labor principal era que los pacientes quedaran satisfechos. Me quedé de piedra. Tercero, el EB es lento y poco creativo. ¿Cuántos años lleva sin resolver el absurdo método de las citas del Seguro Social?. Y cuarto, todos los estudios indican que los beneficios del EB los capta principalmente la clase media y media baja y no los pobres. Un estudio de Arden&Price indica que, entre 1994 y 2002,los pobres de Panamá recibieron menos del 1% del gasto social.

¿Cómo resolver los problemas del EB?. Pienso que hay tres estrategias básicas. Primero, fomentar la creación de la mayor diversidad de grupos e instituciones que provean los servicios del bienestar en el mercado. Segundo, garantizar que los ciudadanos tengan la máxima libertad para seleccionar el proveedor de servicios que consideren conveniente. Y tercero, dar un subsidio estatal a las familias de recursos relativamente escasos para que puedan obtener los servicios que les parezcan más apropiados.

En este asunto, creo que la política debe ser : “Tanta libertad como sea posible, tanto Estado como sea necesario”. De lo contrario, el EB terminará siendo bienestar para el Estado y malestar para los ciudadanos.

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