October 05, 2007

 
La brecha equivocada

( Artículo del autor, publicado recientemente en el diario La Prensa)


Se trata, por supuesto, de la brecha entre ricos y pobres. Constantemente leemos y escuchamos a todo tipo de personas sobre este tema. Y nos dicen dos cosas. Primera, que la brecha siempre aumenta. Segunda, que la brecha debe ser reducida.

Respecto a la primera, lo que he investigado me indica que no es cierta. Hay periodos en que la brecha aumenta y otros en que disminuye. Pero no me interesa discutir este asunto a fondo. Sólo diré que me sorprende que quienes lo proclaman no explican cuál es su definición de pobres y ricos, ni cómo miden la brecha, ni de qué periodo están hablando.

Respecto a la segunda, pienso que se trata de un falso problema. La brecha entre pobres y ricos no es el asunto relevante. La brecha importante, que hay que reducir y eventualmente eliminar, es la que existe entre el ingreso de los pobres y el que necesitan para una vida digna, es decir, para hacer frente a todas las necesidades fundamentales.

Explicaré mi posición mediante algunos ejemplos. Como punto de partida, supongamos que los pobres son más o menos el 40% de la población que se identifica como tal en los informes del PNUD, y que los ricos son el 10% de mayores ingresos en el país. Supongamos, además, que el ingreso mensual promedio de los hogares pobres es de 200 dólares, y el de los ricos de 6,000. Es decir, un hogar rico tiene un ingreso 30 veces mayor que el de uno pobre.

Pasemos a otro escenario. La actividad económica continúa creciendo a un ritmo acelerado. El ingreso de los hogares pobres aumenta a 600 dólares y el de los ricos a 24,000. Ahora un hogar rico tiene un ingreso 40 veces mayor que el de uno pobre. ¿Hemos mejorado o empeorado? Si nos fijamos en la brecha, hemos empeorado. Si nos fijamos en la capacidad de los pobres para mejorar su nivel de vida, el progreso es evidente. La pregunta es : ¿qué preferirán los pobres, la situación inicial o la nueva? Supongo que la respuesta es obvia.

Imaginemos ahora otro escenario. Por alguna razón empeora el clima económico. El ingreso de los hogares pobres se reduce a 150 dólares y el de los ricos a 3,000. Ahora el hogar rico sólo gana 20 veces más que el pobre. ¿Deberíamos anunciar a los pobres la buena noticia? Me gustaría saber quiénes serían los voluntarios para proclamar el evangelio de la reducción de la brecha.

Hace unas semanas estuve viendo unas estadísticas del BID sobre la desigualdad de ingresos en los países de América Latina medida a través del coeficiente Gini. Panamá estaba en el quinto lugar, no en el segundo, como se nos dice habitualmente. Pero lo que más me llamó la atención es que Chile estaba en el cuarto. O sea, Chile tiene mayor desigualdad de ingresos que Panamá. Sin embargo, sólo tiene un 18% de pobres. Entonces, ¿es mejor la situación de Panamá porque la brecha es menor, o es mejor la de Chile porque tiene un porcentaje de pobres muy inferior a Panamá?

Si el concepto de la brecha fuera un elemento relevante, ¿por qué limitarnos a la brecha entre ricos y pobres? Muy bien pudiéramos calcular otras. Por ejemplo, entre pobres y clase media, o entre clase media y ricos, o entre ricos locales y ricos extranjeros. Las nociones de riqueza y pobreza son relativas, es decir, dependen del punto de comparación. Por ejemplo, para una familia cuyo ingreso es de 150 dólares mensuales, una de clase media con ingresos de 3,000 es riquísima. A su vez, esta última es paupérrima comparada con otra cuyo ingreso sea de un millón de dólares, y así sucesivamente. En resumen, esta noción es irrelevante para formular algún tipo de estrategia o política.

Si esto es así, ¿por qué se habla constantemente del tema? Yo creo que además de ser un tópico atractivo para quedar bien, detrás del mismo hay, entre otras cosas, dos ideas equivocadas.

La primera es que el ingreso y la riqueza son una especie de pastel que esta ahí y que debe ser repartido entre la población. Así, si alguien tiene poco es porque otro se llevó demasiado. Pero el ingreso y la riqueza no están ahí. Hay que crearlos mediante el trabajo inteligente.

La segunda es que los pobres se comparan a sí mismos con los ricos. Yo creo, por experiencia propia y por testimonios ajenos, que en la inmensa mayoría de los casos no es así. El pobre trata de progresar poco a poco, busca mejoras muy concretas, y sobre todo quiere que sus hijos tengan mejores perspectivas que él mismo. No pierde su tiempo y energías en comparaciones con gente que está demasiado lejos de su ambiente. Esto lo deja para “igualitaristas” de clase media.

En mi opinión, el reto respecto a los pobres es cómo crear capacidad para que puedan mejorar su propia vida. Y esto depende de dos factores : un fuerte crecimiento económico sostenido a lo largo y ancho del país, y programas temporales de ayuda que serán exitosos en la medida en que se conviertan en innecesarios.

Comments:
Con respecto al asunto de la autocomparación de los pobres con los ricos. Sí, uno de los argumentos de los igualitaristas es que la desigualdad trae ansiedad a los que tienen menos, así sea que tengan piscina en el patio.

Pero como tú lo señalas, eso pasa en el mundo imaginario. En el mundo real, por supuesto que existe la comparación. Lo que los norteamericanos llaman "keeping up with the Joneses". En efecto, uno se compara con el vecino y con la gente que está en un nivel socioeconómico similar.

Pero la gente pobre y la gente de clase media no se anda comparando con Bill Gates ni pierde un minuto de sueño por el hecho de no tener jet privado.

Así que concuerdo con tu conclusión y pienso que ese "problema" es otro fantasma que sólo existe en las mentes de los igualitaristas. Y la "solución" ya sabemos a lo que lleva: Gulags.
 
JR:Muy buena la observación sobre los "Joneses".Efectivamente así es.Cada quien se compara con la gente de su entorno.
 
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