November 07, 2007

 
Grandes economistas protoaustriacos : Jean Baptiste Say

En términos generales, Say es un economista al que no se le presta mucha atención, lo que en parte se debe a él mismo. En efecto, él consideraba sus propios escritos como una elaboración sobre “La Riqueza de las Naciones” de Adam Smith. Sin embargo, aunque alaba frecuentemente a Smith, se aparta de la doctrina de Smith en varios temas importantes y lo critica en varias ocasiones.

El enfoque económico de Say es realista y esencialista. Combina un saludable escepticismo sobre la utilidad de las investigaciones estadísticas con un énfasis en la observación de los hechos. Para él, sólo el análisis causal basado en la naturaleza esencial de las entidades relevantes puede ser fructífero.

Para Say, como para los austriacos, la economía no es algo reservado a los expertos, sino un tema de gran importancia práctica y accesible para todos. Say critica “La Riqueza de las Naciones” por su falta de método y por ser un libro oscuro, vago y desorganizado.

Respecto al dinero, Say piensa que su forma debe dejarse a las preferencias de los consumidores. Aunque propone principalmente el oro y la plata, afirma que es posible que puedan ser reemplazados. El gobierno debe evitar el establecer una tasa de cambio oficial entre ellos. El dinero, como cualquier otro bien, debe regirse por la oferta y la demanda.

Say distingue entre bancos de depósito y bancos de circulación. Los primeros funcionan como almacenes de dinero y deben tener reservas del 100%. Los segundos son intermediarios financieros y mantienen reservas parciales.

Hay dos temas monetarios adicionales que Say explica. Uno es que el dinero es parte integral del surgimiento de la civilización moderna. El otro es que cualquier oferta nominal de dinero es óptima siempre y cuando los precios puedan ajustarse libremente.

Say es muy conocido por la llamada “ley de Say”. Muchos libros de texto la expresan en la falsa proposición de que “la oferta crea su propia demanda”. Lo que Say expresó es que puede haber escasez o exceso de algún bien particular, pero la sobreproducción o subproducción generales sólo pueden ser fenómenos momentáneos. El mercado se encarga de corregir cualquier desbalance.

Say explica que la reducción general de precios es beneficiosa siempre que sea el resultado del aumento de la productividad. Además establece que los precios de los bienes reflejan su utilidad para el comprador; que los precios de los factores de producción se derivan de los precios de los bienes producidos; que los costos de producción representan la interrelación entre la utilidad de los bienes y la productividad de los factores de producción.

Say pone al empresario en el centro de sus reflexiones. El empresario organiza y dirige los factores de producción para lograr la satisfacción de las necesidades de la gente. Pero el empresario no es un simple gerente. Estima el futuro, evalúa los proyectos y se arriesga. Un país bien dotado de comerciantes, fabricantes y agricultores alcanzará mayor prosperidad que otro dedicado principalmente a las artes y a las ciencias.

Su análisis de las tasas de interés es muy perceptivo y austriaco en varios aspectos. La tasa de interés no es el precio del dinero sino del crédito. También afirma que la tasa de interés incluye cierta prima de riesgo ante la posibilidad de la falta de pago. Say también identifica los diferenciales de “riesgo político” entre las naciones. Finalmente, defiende que la tasa de interés no debe ser impuesta por ley.

Para Say, la base del valor es la capacidad de un bien para satisfacer los deseos de la gente. Rechaza enfáticamente la teoría del valor-trabajo. Desafortunadamente, cae en el error de afirmar que las transacciones en el mercado implican el intercambio de valores iguales.

Say critica fuertemente la intervención del Estado en la economía. Según él, el interés propio y la búsqueda de ganancias empujan a los empresarios a satisfacer las exigencias de los consumidores.

Say divide los impuestos en directos e indirectos. Independientemente de su forma, perjudican a la producción porque hacen más difícil la acumulación de capital productivo. Say considera el gasto del gobierno como consumo improductivo.

Say tiene mucho que ofrecer a cualquier lector, austriaco o no, y sea o no economista. Vio con claridad muchas verdades importantes y escribió con pasión y lucidez.

(15 Great Austrian Economists, Pag. 45-58. El capítulo sobre Say es de Larry J. Sechrest )

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