April 10, 2005
El Ocaso de los Intelectuales
Hace algún tiempo me llamó la atención un artículo en la Prensa. En él alguien lamentaba la virtual desaparición del intelectual clásico, del novelista, o artista, o escritor, que sentaba pautas sobre todo lo divino y humano.
La persona en mención citaba como dos de sus guías espirituales a Saramago y Sábato. Por supuesto, cada quien tiene derecho a los venenos que considere más apropiados. Confieso que no entiendo cómo Saramago, un estalinista de toda la vida, que se tragó sin eructar los más de cien millones de asesinatos de los regímenes comunistas en el siglo XX, puede ser guía espiritual de nadie.
En cuanto al pobre Sábato, la cosa cambia. Es un hombre éticamente honesto, pero con poca capacidad para comprender la realidad. Por ejemplo, en 1972 declaraba que “los Montoneros y otros grupos guerrilleros argentinos eran el germen de una nueva sociedad”. La nueva sociedad fue la de Videla y compañía.
Estos dos casos demuestran que, con mucha frecuencia, los llamados intelectuales no tienen ni mejor juicio ni mayor honestidad que la gente común.
En los años 60, para quienes teníamos 17-18 años y nos interesaba la vida intelectual, Sartre era Dios. Mejor dicho, Dios, si se esforzaba y trabajaba duro, tal vez algún día podría llegar a ser Sartre. Leíamos y estudiábamos cada uno de sus escritos como si fuera la revelación definitiva . Cuarenta años después, mi evaluación es fundamentalmente negativa. Sus obras filosóficas, un ejercicio de logomaquia con muy pocas ideas rescatables. Sus novelas, totalmente soporíferas, con personajes de cartón. Sus artículos, prácticamente irrelevantes. Para mi, lo único rescatable son algunas de sus obras de teatro.
En cuanto al tema de fondo, celebro el ocaso del intelectual clásico por varias razones:
Primera : Si un intelectual es alguien que trabaja con el intelecto, hay que concluir que una buena parte de la gente común somos intelectuales. Efectivamente, muchos de los trabajos actuales exigen fundamentalmente trabajo intelectual. Hace cincuenta o cien años muchos de los trabajos eran manuales, lo que permitía a los intelectuales disfrutar de un status especial. Yo pregunto: por qué un novelista es más intelectual que un analista de sistemas, o un biotecnólogo , o un oficial de crédito.
Segunda : El prestigio de los intelectuales se fundamenta en la extensión de la capacidad que tienen en un campo o actividad hacia otros campos o actividades no relacionadas, lo que es ridículo e inaceptable. Por ejemplo, Einstein era un genio en física, pero un auténtico zote en política internacional. Puede que Saramago sea un buen novelista. Yo no lo sé, porque no lo he leído ni lo leeré. Pero no acepto que me dé lecciones en política o economía, porque no le reconozco ninguna superioridad en estos campos, sino todo lo contrario.
Tercera : Al menos durante el siglo XX la mayoría de los intelectuales han militado en el campo contrario a la libertad. Durante los años 20 y 30, el 90% de los intelectuales eran o fascistas o comunistas. Después de la segunda guerra mundial, una buena parte siguieron siendo comunistas, aunque algunos lo fueron abandonando poco a poco. Lo cierto es que ningún tirano comunista ha dejado de tener su corte de intelectuales.
Cuarta : En teoría, cabría esperar de los intelectuales una pasión por la verdad. Esto no es así. Marx, por ejemplo, falseó cientos de estadísticas sobre la economía de la Inglaterra de su tiempo para que coincidieran con sus teorías.
Sartre confesó, en los últimos años de su vida, que mintió deliberadamente sobre lo que observó en sus viajes a la URSS para no dar armas a los anticomunistas.
Hace algún tiempo me llamó la atención un artículo en la Prensa. En él alguien lamentaba la virtual desaparición del intelectual clásico, del novelista, o artista, o escritor, que sentaba pautas sobre todo lo divino y humano.
La persona en mención citaba como dos de sus guías espirituales a Saramago y Sábato. Por supuesto, cada quien tiene derecho a los venenos que considere más apropiados. Confieso que no entiendo cómo Saramago, un estalinista de toda la vida, que se tragó sin eructar los más de cien millones de asesinatos de los regímenes comunistas en el siglo XX, puede ser guía espiritual de nadie.
En cuanto al pobre Sábato, la cosa cambia. Es un hombre éticamente honesto, pero con poca capacidad para comprender la realidad. Por ejemplo, en 1972 declaraba que “los Montoneros y otros grupos guerrilleros argentinos eran el germen de una nueva sociedad”. La nueva sociedad fue la de Videla y compañía.
Estos dos casos demuestran que, con mucha frecuencia, los llamados intelectuales no tienen ni mejor juicio ni mayor honestidad que la gente común.
En los años 60, para quienes teníamos 17-18 años y nos interesaba la vida intelectual, Sartre era Dios. Mejor dicho, Dios, si se esforzaba y trabajaba duro, tal vez algún día podría llegar a ser Sartre. Leíamos y estudiábamos cada uno de sus escritos como si fuera la revelación definitiva . Cuarenta años después, mi evaluación es fundamentalmente negativa. Sus obras filosóficas, un ejercicio de logomaquia con muy pocas ideas rescatables. Sus novelas, totalmente soporíferas, con personajes de cartón. Sus artículos, prácticamente irrelevantes. Para mi, lo único rescatable son algunas de sus obras de teatro.
En cuanto al tema de fondo, celebro el ocaso del intelectual clásico por varias razones:
Primera : Si un intelectual es alguien que trabaja con el intelecto, hay que concluir que una buena parte de la gente común somos intelectuales. Efectivamente, muchos de los trabajos actuales exigen fundamentalmente trabajo intelectual. Hace cincuenta o cien años muchos de los trabajos eran manuales, lo que permitía a los intelectuales disfrutar de un status especial. Yo pregunto: por qué un novelista es más intelectual que un analista de sistemas, o un biotecnólogo , o un oficial de crédito.
Segunda : El prestigio de los intelectuales se fundamenta en la extensión de la capacidad que tienen en un campo o actividad hacia otros campos o actividades no relacionadas, lo que es ridículo e inaceptable. Por ejemplo, Einstein era un genio en física, pero un auténtico zote en política internacional. Puede que Saramago sea un buen novelista. Yo no lo sé, porque no lo he leído ni lo leeré. Pero no acepto que me dé lecciones en política o economía, porque no le reconozco ninguna superioridad en estos campos, sino todo lo contrario.
Tercera : Al menos durante el siglo XX la mayoría de los intelectuales han militado en el campo contrario a la libertad. Durante los años 20 y 30, el 90% de los intelectuales eran o fascistas o comunistas. Después de la segunda guerra mundial, una buena parte siguieron siendo comunistas, aunque algunos lo fueron abandonando poco a poco. Lo cierto es que ningún tirano comunista ha dejado de tener su corte de intelectuales.
Cuarta : En teoría, cabría esperar de los intelectuales una pasión por la verdad. Esto no es así. Marx, por ejemplo, falseó cientos de estadísticas sobre la economía de la Inglaterra de su tiempo para que coincidieran con sus teorías.
Sartre confesó, en los últimos años de su vida, que mintió deliberadamente sobre lo que observó en sus viajes a la URSS para no dar armas a los anticomunistas.