May 29, 2005

 
Generosidad con Dinero Ajeno

Hace algunas semanas, un cardenal italiano, cuyo nombre no recuerdo, acusó de genocidio a las grandes compañías farmacéuticas por no regalar, o por lo menos no vender a precios muy reducidos, las medicinas para combatir el sida en África. Esta declaraciones, a mi juicio totalmente desafortunadas, merecen algunos comentarios.

Primero: Aquellos que imponen obligaciones a los demás deberían primero predicar con el ejemplo para tener alguna credibilidad. Por eso, lo primero sería formular algunas preguntas personales al cardenal. ¿Qué ha hecho él personalmente por los enfermos de sida en África? ¿A qué ha renunciado? ¿Se ha trasladado a una vivienda más modesta? ¿ Ha reducido sus gastos mensuales? ¿Cuánto ha aportado de su peculio para aliviar el problema?

Segundo : El cardenal, que probablemente no conoce demasiado de finanzas y economía, parece creer que las grandes compañías tienen mucho dinero. Pero las compañías son personas jurídicas, cuyos dueños son los accionistas. Las grandes compañías farmacéuticas o cualesquiera otras, tienen millones de accionistas. Unos son grandes, otros medianos, y otros pequeños. Los mayores accionistas suelen ser generalmente los fondos de pensiones privadas de miles de compañías, que proveen a sus jubilados una pensión adicional a la del Seguro Social. Por lo tanto, la medida del cardenal reduciría los ingresos de millones de jubilados y otros pequeños accionistas que probablemente los necesitan para mantener un nivel digno de vida. Yo me pregunto: ¿por qué los accionistas de estas compañías tienen más obligación que otras personas con respecto a los enfermos de sida en África? La obligación no puede depender de si uno es o no accionista, sino de sus posibilidades reales de ayudar.

Tercero : Hay otro aspecto sobre las compañías farmacéuticas que se suele pasar por alto. Desarrollar un fármaco toma entre 10 y 15 años, y cuesta entre 500 y 1,000 millones de dólares. El periodo de exclusividad, antes de que el fármaco pueda ser copiado como genérico, es relativamente corto, por lo que la recuperación de la inversión y la generación de ganancias adecuadas debe hacerse a través de precios relativamente altos. Si las compañías farmacéuticas no pueden obtener un nivel adecuado de ganancias, nadie invertirá en ellas y no habrá nuevos medicamentos disponibles. El cardenal podrá predicar todo lo que quiera, pero sus prédicas no ayudarán a los enfermos de sida. Me pregunto a quién culpará entonces.

Cuarto : Si el cardenal quiere de verdad ayudar a los enfermos, creo que el camino es bastante obvio. Dada la gran difusión geográfica de la Iglesia Católica, no sería tan difícil coordinar una campaña permanente para recoger fondos a favor de las víctimas del sida. Podría establecerse una organización en cada país, que recogiera fondos de los católicos y de otras personas que quisieran hacer donaciones. Creo que no sería tan difícil recoger unos 20 mil millones de dólares por año. Con estos fondos podrían comprarse las medicinas a precios de mercado, e incluso sería bastante fácil obtener descuentos significativos de las compañías farmacéuticas. Luego habría que coordinar la distribución con los gobiernos y organizaciones más apropiadas en cada caso.

Por supuesto, esto es más difícil que predicar sermones. Pero, como decían en mi pueblo: “no es lo mismo predicar que dar trigo”.

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