February 24, 2006
Fábulas de Proteccionistas
Por Carlos Ernesto González Ramírez, de la Fundación Libertad de Panamá
Con motivo del reciente “revuelo” generado por las negociaciones del TLC y la renuncia del Ministro Cortizo, los cantalantes del proteccionismo agropecuario salieron en comparsa para cantar las maldiciones de la apertura comercial y su razonamiento económico para mantener el proteccionismo en Panamá. La lista de disparates económicos y de manipulación de cifras sería risible en cualquier país con un poco más de educación económica. En Panamá, sin embargo, no sólo ve uno cómo algunos medios no hacen el más mínimo intento por investigar la verdad de las afirmaciones propagandistas, sino que las repiten. Con el ánimo de aclarar el canto reciente, he decidido escribir este artículo. Paso a verificar, una a una, las fábulas económicas de los gamonales agropecuarios.
Primera fábula : “si el mercado se abre, los precios de los productos no bajarán”. Esto es risible. Cualquiera sabe que aumentar la oferta de un producto produce una disminución de precio con una demanda constante. Pero, según estos señores, eso no sucede en Panamá porque los “intermediarios” se quedan con la diferencia (por supuesto, en Panamá, como en Macondo, no funcionan las leyes de la economía ). Dicen que cuando el gobierno bajó los aranceles no hubo rebaja de precio. Pero resulta que, en Panamá, no son los aranceles los que determinan si hay importaciones o no, sino las licencias fito y zoosanitarias de importación. Así que, aunque bajaron los aranceles, no hubo importación de los productos “sensibles”. Por ejemplo, no ha habido importación de pollos en presas desde 1996, mientras que los aranceles se bajaron en los años 1998 y 1999. Por otro lado, en aquellos productos que sí hubo importación, el precio bajó. Un ejemplo es el aceite de cocina. ¿Recuerdan cuando no había variedad y era caro? Pues, en 1997 un quinto de galón de aceite costaba, en promedio, $1.30, mientras que para el 2002 el precio estaba en $ 1.19, según las cifras oficiales.
Segunda fábula : “cuando se importan productos a través de contingentes en la bolsa agropecuaria a precios más bajos , los precios no bajan”. ¡Por supuesto que los precios no bajan! Cuando se le brinda un privilegio a alguien, como es el caso de una cuota o una licencia de importación , ese alguien se va a quedar con el diferencial de precios porque no tiene competencia. No existe nada que presione el precio a la baja. Pero, si permites que cualquiera importe comida, el precio bajará al nivel más bajo posible frente al precio internacional.
Tercera fábula : “por tanto, el precio de la canasta básica no se reducirá”. Para sustentar que requieren protección, dicen que los precios afuera son muy bajos, pero que abrir no bajará los precios al consumidor, sino que solamente al intermediario. Lo que no dicen es que, si no abres el mercado, el consumidor está condenado a pagar los precios de ellos, sin opción. Aunque ya sustentamos este punto, ahora les mostraré cuánto es la diferencia en precios que pagan los consumidores. Para ello, no hay mejor cifra que aquella producida por los propios cantalantes. El IMA, bajo la administración de Hatuey Castro, publicó un comunicado en el Panamá América (27/5/04). Según este , en arroz, los panameños pagamos un precio de $15 por quintal, cuando a nivel internacional, más seguro, más flete, el precio era de $10.69. En otras palabras, si el mercado se abre, los panameños nos ahorraríamos $4.31 por quintal de arroz o 29%. Es decir, pagamos 25 millones de dólares adicionales al precio internacional. Si hacemos este ejercicio con todos los productos de la tabla del IMA (arroz, maíz, poroto, cebolla, papa, café, tomate, azúcar, cerdo, carne de res, pollo, y leche), con la apertura nos ahorraríamos ¡179 millones de dólares al año!.
Cuarta fábula : “si renunciamos a nuestra soberanía sanitaria, los consumidores van a recibir comida que los enfermará”. ¡Cuento de camino!. Comencemos por lo evidente. La principal fuente de contagio de enfermedades de los humanos es el propio humano. Y, que yo sepa, todavía no le hemos prohibido la entrada a ninguno porque provenga de lugares con brotes de enfermedades contagiosas. Recuerden la gente que venía de Hong Kong cuando la crisis de la gripe aviar. No se les impedía entrar. ¿Cómo es posible que sea sanitariamente aceptable que entre gente y no animales?. ¿Por qué la diferencia? Muy sencillo : el sistema de control cuarentenario es un disfraz de proteccionismo. Lo comenzaron los países desarrollados y lo seguimos los demás. La diferencia es que los desarrollados utilizan metodologías científicas y acá a la brava. ¿No me creen?. Pregunten qué porcentaje del consumo nacional de carne entró el año pasado, de cualquier parte del mundo. Pregúntenle al Sr. Sanjur a qué se dedicaba antes de ser director de cuarentena agropecuaria. Pregunten también, por qué después de renunciar hizo declaraciones frente a ANAGAN. Es más, pregunten al MIDA qué porcentaje del consumo nacional, de cualquiera de los productos “sensibles”, se importó fuera de contingente y por qué no se importó. Es curioso, las importaciones en contingente reciben licencias sanitarias, pero las que están fuera de contingente no. ¿Hay enfermedades que dependen de cuánto arancel pagan los productos a Panamá?.
A mis conciudadanos les digo, no se dejen engañar por cantos de sirena. Todo lo que se discute en el TLC es a quién le permitimos secuestrar al consumidor panameño, por cuánto tiempo y cómo. El secuestro lo pagamos los consumidores. Cuanto más tiempo, más pagamos, y si la forma de protección es fuera del tratado , como es el caso de las licencias fito y zoosanitarias, entonces pagaremos eternamente.
Por Carlos Ernesto González Ramírez, de la Fundación Libertad de Panamá
Con motivo del reciente “revuelo” generado por las negociaciones del TLC y la renuncia del Ministro Cortizo, los cantalantes del proteccionismo agropecuario salieron en comparsa para cantar las maldiciones de la apertura comercial y su razonamiento económico para mantener el proteccionismo en Panamá. La lista de disparates económicos y de manipulación de cifras sería risible en cualquier país con un poco más de educación económica. En Panamá, sin embargo, no sólo ve uno cómo algunos medios no hacen el más mínimo intento por investigar la verdad de las afirmaciones propagandistas, sino que las repiten. Con el ánimo de aclarar el canto reciente, he decidido escribir este artículo. Paso a verificar, una a una, las fábulas económicas de los gamonales agropecuarios.
Primera fábula : “si el mercado se abre, los precios de los productos no bajarán”. Esto es risible. Cualquiera sabe que aumentar la oferta de un producto produce una disminución de precio con una demanda constante. Pero, según estos señores, eso no sucede en Panamá porque los “intermediarios” se quedan con la diferencia (por supuesto, en Panamá, como en Macondo, no funcionan las leyes de la economía ). Dicen que cuando el gobierno bajó los aranceles no hubo rebaja de precio. Pero resulta que, en Panamá, no son los aranceles los que determinan si hay importaciones o no, sino las licencias fito y zoosanitarias de importación. Así que, aunque bajaron los aranceles, no hubo importación de los productos “sensibles”. Por ejemplo, no ha habido importación de pollos en presas desde 1996, mientras que los aranceles se bajaron en los años 1998 y 1999. Por otro lado, en aquellos productos que sí hubo importación, el precio bajó. Un ejemplo es el aceite de cocina. ¿Recuerdan cuando no había variedad y era caro? Pues, en 1997 un quinto de galón de aceite costaba, en promedio, $1.30, mientras que para el 2002 el precio estaba en $ 1.19, según las cifras oficiales.
Segunda fábula : “cuando se importan productos a través de contingentes en la bolsa agropecuaria a precios más bajos , los precios no bajan”. ¡Por supuesto que los precios no bajan! Cuando se le brinda un privilegio a alguien, como es el caso de una cuota o una licencia de importación , ese alguien se va a quedar con el diferencial de precios porque no tiene competencia. No existe nada que presione el precio a la baja. Pero, si permites que cualquiera importe comida, el precio bajará al nivel más bajo posible frente al precio internacional.
Tercera fábula : “por tanto, el precio de la canasta básica no se reducirá”. Para sustentar que requieren protección, dicen que los precios afuera son muy bajos, pero que abrir no bajará los precios al consumidor, sino que solamente al intermediario. Lo que no dicen es que, si no abres el mercado, el consumidor está condenado a pagar los precios de ellos, sin opción. Aunque ya sustentamos este punto, ahora les mostraré cuánto es la diferencia en precios que pagan los consumidores. Para ello, no hay mejor cifra que aquella producida por los propios cantalantes. El IMA, bajo la administración de Hatuey Castro, publicó un comunicado en el Panamá América (27/5/04). Según este , en arroz, los panameños pagamos un precio de $15 por quintal, cuando a nivel internacional, más seguro, más flete, el precio era de $10.69. En otras palabras, si el mercado se abre, los panameños nos ahorraríamos $4.31 por quintal de arroz o 29%. Es decir, pagamos 25 millones de dólares adicionales al precio internacional. Si hacemos este ejercicio con todos los productos de la tabla del IMA (arroz, maíz, poroto, cebolla, papa, café, tomate, azúcar, cerdo, carne de res, pollo, y leche), con la apertura nos ahorraríamos ¡179 millones de dólares al año!.
Cuarta fábula : “si renunciamos a nuestra soberanía sanitaria, los consumidores van a recibir comida que los enfermará”. ¡Cuento de camino!. Comencemos por lo evidente. La principal fuente de contagio de enfermedades de los humanos es el propio humano. Y, que yo sepa, todavía no le hemos prohibido la entrada a ninguno porque provenga de lugares con brotes de enfermedades contagiosas. Recuerden la gente que venía de Hong Kong cuando la crisis de la gripe aviar. No se les impedía entrar. ¿Cómo es posible que sea sanitariamente aceptable que entre gente y no animales?. ¿Por qué la diferencia? Muy sencillo : el sistema de control cuarentenario es un disfraz de proteccionismo. Lo comenzaron los países desarrollados y lo seguimos los demás. La diferencia es que los desarrollados utilizan metodologías científicas y acá a la brava. ¿No me creen?. Pregunten qué porcentaje del consumo nacional de carne entró el año pasado, de cualquier parte del mundo. Pregúntenle al Sr. Sanjur a qué se dedicaba antes de ser director de cuarentena agropecuaria. Pregunten también, por qué después de renunciar hizo declaraciones frente a ANAGAN. Es más, pregunten al MIDA qué porcentaje del consumo nacional, de cualquiera de los productos “sensibles”, se importó fuera de contingente y por qué no se importó. Es curioso, las importaciones en contingente reciben licencias sanitarias, pero las que están fuera de contingente no. ¿Hay enfermedades que dependen de cuánto arancel pagan los productos a Panamá?.
A mis conciudadanos les digo, no se dejen engañar por cantos de sirena. Todo lo que se discute en el TLC es a quién le permitimos secuestrar al consumidor panameño, por cuánto tiempo y cómo. El secuestro lo pagamos los consumidores. Cuanto más tiempo, más pagamos, y si la forma de protección es fuera del tratado , como es el caso de las licencias fito y zoosanitarias, entonces pagaremos eternamente.