March 17, 2006

 
La Política del Resentimiento

Por Ricardo Soto, de la Fundación Libertad de Panamá


Tanto durante la dañina reforma fiscal como en la de la seguridad social, personeros del gobierno de Martín Torrijos han reabierto la caja de Pandora del resentimiento social para justificar medidas abiertamente confiscatorias sobre todo para los trabajadores independientes de la clase media y pequeños empresarios que sólo van a crear más miseria a largo plazo.

Y me refiero a una caja de Pandora porque una vez que la moral del resentimiento cala en el pueblo, lo lleva a apoyar políticas abiertamente autodestructivas. El resentimiento al final es nihilista, no es una afirmación de lo bueno, lo bello y lo verdadero, sino es la negación a buscar la raíz de los problemas personales en uno mismo para buscarla en otros. Como dijo una vez un filósofo francés, resentido profesional, “el infierno son los otros”. Un ejemplo benigno es la Argentina después de Perón, uno de los países entonces más ricos del mundo. Una vez que el resentimiento caló entre las masas y llevó a Perón al poder,la Argentina no levanta cabeza, vive entre políticas económicas redistributivas que crean bienestar a corto plazo y frecuentes, y a veces, sangrientas crisis a largo plazo, mientras un grueso de intelectuales fascistoides o izquierdistas eliminan bosques enteros escribiendo libros de cómo la culpa es de los “ricos”, de los imperialistas gringos, de sus primos ingleses o por supuesto, del judío eterno. Esto en el país supuestamente más culto de la América Hispánica. La Venezuela de Chávez es otro ejemplo. Chávez tiene buenas razones para despreciar a la clase política venezolana, pero sus discursos destilan resentimiento. El resentimiento es mal consejero. Al final puede llevar a Chávez a realizar políticas totalmente autodestructivas. Otros ejemplos son : la Rusia de Lenin, la Alemania nazi, la China de Mao, la Kampuchea de Pol Pot, la Siria y el Irak del Baaz, el Irán de Jomeini o el terrorismo de Osama Bin Laden.

En ambos casos el resentimiento busca echar mano a las teorías de Rousseau para legitimizar un totalitarismo que supuestamente sería más democrático que el liberalismo porque “proviene de la voluntad popular”. Usa ideologías que mediante el determinismo histórico, en su variante biológica (fascismo) o económica (marxismo) niegan al individuo ya que para estos es sólo el títere de fuerzas históricas. Jomeini y Bin Laden, en su islamismo radical, le deben mucho más a los Protocolos de los Sabios de Sión, a Henry Ford, a Marx y a Hobson que lo que le deben al Profeta.

El terrorismo moderno surge de la ideología del resentimiento. Nietzsche entiende el resentimiento como la suma de envidia y odio. El nacionalismo fascista, el socialismo revolucionario y el islamismo radical son ideologías resentidas. Se teme y se odia a quien se considera intelectual, racial o moralmente inferior pero a la vez se le envidia porque goza de una mejor riqueza y libertad. Es odio a la ciudad, es el odio y la envidia al burgués, es el odio y la envidia a las etnias que prosperan en la ciudad liberal, es el odio a los judíos, a los protestantes anglosajones y a los chinos. En la demonología fascista, marxista moderna e islamista, los anglosajones y judíos ocupan un lugar privilegiado. A los chinos no les ha llegado su turno, pero pronto les va a llegar.

En Panamá, desgraciadamente, de los tres grandes líderes históricos de la política panameña, sólo Belisario Porras evitó en algún momento echar mano al resentimiento como arma política. El resentimiento marca nuestro ordenamiento jurídico, desde medidas racistas y xenófobas hasta un estatismo que cada día nos asfixia más. Si Martín Torrijos desea pasar como un buen líder debe dejar de escuchar los cantos de sirena de los “socialistas fabianos” en su medio y evitar usar el resentimiento como arma de propaganda y justificación política . Suficiente trabajo hace FRENADESSO. Si no, puede quedar en la historia como la persona que allanó el camino a gobiernos aún más destructivos para la sociedad panameña, de la misma manera que su padre, sin quererlo, allanó el camino a Noriega. Quien siembra vientos, cosecha tempestades.

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