March 31, 2006

 
Los Impuestos Afectan la Economía

Por John Bennett, de la Fundación Libertad de Panamá

Y no precisamente para bien. Yo no sé usted, pero a mí en la escuela ningún profesor jamás me explicó si los impuestos eran buenos o malos para la economía de un país, y no ha sido hasta ahora en que ya he gastado gran parte de mi cuota de existencia planetaria que – por cuenta propia – me he dado a la tarea de explorar estos asuntos y me resulta bastante preocupante la poca atención que le dedicamos a temas tan básicos.

Hace más de 600 años, finos pensadores como Ibn Khaldun ( 1332 – 1406 ) y Jean-Baptiste Say ( 1767 – 1832 ), han estudiado y escrito sobre el efecto nocivo de los impuestos en la economía. Hace 150 años, Say presentó su publicación titulada Tratado Sobre Política Económica y ubicando correctamente el tema bajo un capítulo dedicado a “Consumo de la Riqueza”, nos resume su investigación notando que el impuesto castiga el consumo y la producción, y trae consigo una reducción general en el estándar de vida de la población. Es aún más tajante cuando señala que “es rotundamente absurdo el pretender que los impuestos contribuyen al enriquecimiento nacional”.

No estoy proponiendo cero impuestos, sino una significativa reducción como medida para mejorar la economía y reducir la pobreza.

Lo que se pretende es que todos sigamos campantes pensando que con ese dinero confiscado se nos está haciendo un gran favor, realidad que no resiste ni siquiera un somero análisis. Esta contundente realidad está quedando completamente evidenciada en la prosperidad general que están logrando algunos países mediante la reducción significativa de los impuestos, para lo cual también han recurrido a la reducción del aparato derrochador, mal conocido como gobierno.

Estos países no sólo han logrado incrementar el bienestar de la gran mayoría de sus ciudadanos, sino que han logrado lo más increíble, que es aumentar la recaudación fiscal con cada reducción de la tasa de impuestos.

Esto no debería asombrarnos, pues de todos debería ser conocido que cuando se reduce el precio de algo, inclusive del robo conocido como impuesto, se logra que más personas lo adquieran o, en este caso, lo paguen.

Los impuestos, particularmente los exagerados, son totalmente contrarios a la formación de la riqueza de un país, es decir, de su gente, pues ellos son los que crean riqueza y no los gobiernos, que sólo la consumen y en la mayoría de las veces la consumen de una forma pecaminosa : en botellas para lograr proselitismo; en instituciones de seguridad que no son seguras; en instituciones de educación que no educan; en sistemas de transporte que transportan mal y a muchos no transportan; en instituciones de migración que son antros de coima; etc. etc.

Los impuestos son medios para la destrucción de la riqueza, que toman el trabajo de los ciudadanos convertido a dinero, no mediante un intercambio contractual como se da en el mercado, reduciendo no sólo la riqueza del afectado sino la posibilidad que tienen los ciudadanos de usar esos capitales para producir aún más riqueza.

Para aquellos que les fascina hablar de la necesidad del consumo como herramienta que promueve la actividad económica, les debería resultar obvio que los impuestos son una forma efectiva de reducir el consumo y algo peor : de promover formas de producción más rápidas que participan menos a la población de la actividad económica.

De hecho son pocas o nulas las empresas que no dedican gran parte de su tiempo a estudiar formas para disminuir el pago de impuestos. Por ello es que los gobiernos también dedican tanto tiempo y dinero para evitar esa tendencia natural de sus víctimas. El resto de los ciudadanos o se pasan al sector informal o logran que los exoneren del pago de impuestos mediante la presión política.

En un mercado sano los actores económicos están siempre viendo la manera de transformar bienes de menor valor en mayor valor y de producir excesos que puedan vender. Pero los impuestos, por su propia naturaleza, interfieren con estos procesos de manera que todavía ni sueñan nuestros flamantes politiqueros.

Resumiendo: los impuestos son un castigo al ciudadano productivo y al consumo que afecta negativamente la producción encareciendo el costo de la vida.

Los impuestos exagerados han sido el colapso de grandes imperios; entre otras razones porque disminuyen la utilidad marginal en el proceso de adquisición y producción, mientras aumentan la utilidad marginal del consumo y del ocio. Los impuestos también reducen la extensión de la división del trabajo y conllevan una reducción en la integración económica de la población. En síntesis, los impuestos son el mayor incentivo que existe para jugar al malvado jueguito de la politiquería.

Comments:
Muy bueno. Una chilena avecindada en Alemania, Marta Salazar del blog:http://alemaniasociedad.blogspot.com/, escribió un artículo para el diario nacional "La Segunda". El tema era sobre las viviendas. Quede asombrado cuando leí que el Estado o el soberano, como le llamó ella cobraba un impuesto a la herencia. ¡Increíble! Esta es la dirección en el diario: http://www.lasegunda.com/ediciononline/especiales/zonaopinion/salazar/13/index.asp
 
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