March 10, 2006

 
Sobre la “Mala Distribución de la Riqueza”

Por : Olmedo Miró, de la Fundación Libertad de Panamá

¿Es la riqueza distribuíble?. Una pregunta que merece cuidado, porque su respuesta es mucho menos obvia de lo que pensamos. Es menos obvia, porque la gente al hablar de “riqueza” usualmente se refiere al dinero que es con lo cual interactúa regularmente. Y no hay duda, el dinero es fácilmente distribuible por exactamente la misma razón por la cual es dinero, su “liquidez”. Sin embargo, olvidamos que el dinero, aún en el mejor de los casos, es un medio de intercambio, con el cual contabilizamos el valor de los bienes y productos, los cuales son el resultado de largos y complejos procesos productivos, producto de una compleja serie de contratos entre individuos, que de homogéneos o líquidos no tienen nada. En una sociedad basada en la división del trabajo, el rompimiento por la fuerza de esos contratos (implícito en el intento de distribución de la riqueza por medio de la fuerza del Estado) sólo llevará a la destrucción de la capacidad productiva que produjo esa riqueza en primer lugar.

Las cosas no siempre son tan simples como se ven. Contaban los historiadores que cuando los “bárbaros” invadieron Roma quedaron maravillados al ver cómo el agua salía de los “grifos” distribuidos por toda la ciudad. Tanto así que decidieron que tal maravilla la debían tener ellos. Así, saquearon todos los grifos a la vista en Roma para llevárselos para sus lugares de origen. Bueno, el resultado, no hace falta decirlo, fue mucho menos que satisfactorio para los pobres bárbaros. Bueno, así es, el agua que emana de esos grifos, “riqueza tangible”, es sólo el resultado de una compleja infraestructura resultado de años de desarrollo y trabajo de miles de individuos, no simplemente un grifo del que mágicamente emana agua. Desafortunadamente, nosotros, como los bárbaros, solo podemos ver la punta del iceberg de tal sistema. De allí el problema.

Nuestra sociedad moderna no sólo tiene grifos de agua sino toda una serie de productos y sistemas infinitamente más complejos de lo que alguna vez soñaron los romanos. Sólo pensemos en un pequeño lápiz. ¿Se han puesto a pensar en los miles de personas y contratos envueltos en su producción?. Desde los madereros que décadas atrás decidieron sembrar la madera para tenerla disponible para los aserraderos que la iban a cortar; hasta los lapiceros que la iban a fabricar; hasta el tendero que previendo nuestras necesidades se adelantó para comprar y tener ese lápiz disponible para nosotros. Los ciclos productivos de un simple lápiz expresados de una manera grotescamente simplificada. Ahora, sólo pensemos en los ciclos implicados en hacer el auto con el que se transportaron los trabajadores a la fábrica de lápices. Las computadoras con las que organizaron su producción. Etcétera, etcétera.

Después de analizar todo esto, es de espanto pensar cómo es que a los políticos se les ocurre alegremente la barbaridad de intervenir en todos estos ciclos productivos para asegurar una “mejor distribución de los lápices”. El resultado de tales intervenciones arbitrarias es el desmadre de toda la infraestructura productiva no solo impidiendo la creación de nuevos recursos de capital, sino impidiendo la mejor utilización de los ya existentes y asegurando así la pobreza de las mayorías, a costa del beneficio de unas cuantas élites gobernantes. De allí que el común denominador de los países pobres sea la falta de protección de la propiedad privada que implica la violación y el no reconocimiento de los contratos libremente hechos entre los individuos; los impedimentos a disponer de la propiedad a discreción del propietario y la confiscación de los bienes de los individuos a través de impuestos arbitrariamente establecidos.

Recordemos que el valor de las cosas emana de la capacidad de sus propietarios de disponer de ellas. No es lo mismo el valor de una inversión “amenazada” por altos impuestos que una en donde se sabe cual va a ser el valor de sus retornos futuros. No es lo mismo el valor del trabajo de un individuo cuando se puede contratar libremente que cuando está condicionado por un código laboral aplicado por terceros. No nos comamos el cuento que la riqueza es un pastel, que ya existe, sólo esperando a ser cortado equitativamente. La riqueza es un sistema dinámico en perpetua formación.

Yo siempre he estado convencido de que para ser ciudadanos conscientes es imprescindible conocer lo que implica el proceso productivo y las consecuencias de nuestras acciones dentro de él. Así sabremos que cerrar una calle tiene sus consecuencias. Que votar por alguien que utiliza los dineros de los impuestos para emplanillar a sus asociados tiene sus consecuencias. Que corretear al gran capital, como malhechores, tiene sus consecuencias. Porque la única forma de distribuir la riqueza equitativamente es mediante el establecimiento de leyes de aplicación general donde se respete el derecho de todos los individuos a actuar libremente y en paz.

Comments:
Muy bueno.
 
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