April 16, 2006

 
Bloc de Notas : Archipiélago Gulag (2)

La Instrucción del Sumario

La instrucción no se dedicaba a esclarecer el delito, sino, en el 95% de los casos, a cansar, agotar, y extenuar al detenido, hasta hacerle desear que todo termine cuantos antes.

Hasta 1938 la aplicación de tortura exigía algunos trámites y autorizaciones. Después, quedó al arbitrio de los jueces de instrucción, sin más límites que su propia creatividad.

Los métodos para quebrar la voluntad del detenido se dividen en psíquicos y físicos. Algunos de los primeros : el insulto soez, la persuasión en tono sincero, la humillación previa, la mentira, y especular con el afecto por los seres queridos. Entre los segundos : procedimientos sonoros y luminosos, ponerle de rodillas o de pie, el insomnio, la cadena de jueces, el cajón piojoso, los golpes que no dejan huellas.

Pero ni las torturas más suaves son necesarias para que la mayoría confiese. Es demasiado desigual la correlación de fuerzas y posiciones.

Otro de los principios de la instrucción sumarial es privar al acusado del conocimiento de las leyes. No se puede pedir el Código Penal, ya que esto indicaría que estás preparando un crimen o borrando sus huellas.

Las víctimas de los bolcheviques de 1918 a 1937 nunca fueron tan pusilánimes como los mismos bolcheviques cuando la tempestad cayó sobre ellos. Si se estudian los procesos de 1936 – 1938 se siente repugnancia no sólo por Stalin y sus adláteres, sino también por la repulsiva mezquindad de los acusados, asco por su bajeza espiritual después de tanta soberbia e intransigencia.

¿Qué se necesita para ser más fuerte que el juez?. Debes ingresar a la cárcel y decir : La vida ha terminado. Nunca volveré a la libertad. Ya no tengo bienes. Mis familiares han desaparecido para mí. Mi cuerpo me resulta ajeno e inútil. Mi espíritu y mi conciencia son lo único que importa. Ante un detenido así la instrucción sumarial se tambalea.

Los Ribetes Azules

Para saber lo que significa llevar una gorra azul hay que haberlo vivido. Cualquier cosa que veas es tuya. Cualquier vivienda a la que eches el ojo es tuya. Cualquier mujer es tuya. Cualquier enemigo es barrido de tu camino. La tierra bajo tus pies es tuya. El cielo sobre tu cabeza es tuyo, por algo es azul.

Si conociéramos el móvil oculto de cada detención, veríamos con asombro que, si bien encarcelar era una consigna general, la elección de la persona concreta dependía, en tres casos de cada cuatro, de la codicia y del espíritu de venganza del NKVD y del fiscal.

Como dice la sabiduría popular, quien con lobos anda, a aullar aprende. Y cómo surgió esta raza de lobos entre nuestras gentes?. Que cada cual se pregunte a sí mismo : Si mi vida hubiera dado un giro distinto, habría sido yo también un verdugo como ellos?. La pregunta es terrible si se pretende responder a ella con honradez.

Para hacer el mal, antes el hombre debe concebirlo como un bien, o como un acto meditado y legítimo. Las justificaciones de Macbeth eran muy endebles y por eso su conciencia acabó con él. Yago era otro corderito. Con los malvados shakespearianos bastaba una decena de cadáveres para agotar la imaginación y la fuerza de espíritu. Esto les pasaba por carecer de ideología.

La ideología es lo que proporciona al malvado la justificación anhelada y la firmeza prolongada que necesita. La ideología es una teoría social que le permite blanquear sus actos ante sí mismo y ante los demás, y oír, en vez de reproches y maldiciones, loas y honores.

Veamos. Los inquisidores se apoyaron en el cristianismo. Los conquistadores, en la mayor gloria de la patria. Los colonizadores, en la civilización. Los nazis, en la raza. Los jacobinos y bolcheviques, en la igualdad, fraternidad, y felicidad de las generaciones futuras.

Gracias a la ideología, el siglo XX ha conocido la práctica de la maldad contra millones de seres. Y esto es algo que no se puede refutar, ni esquivar, ni silenciar.

El hombre se debate entre el bien y el mal, pero mientras no haya pasado el umbral de la maldad, tiene la posibilidad de echarse atrás, se encuentra aún en el campo de nuestra esperanza. Pero cuando el grado de sus malas acciones le hacen saltar más allá del umbral, abandona la especie humana, y tal vez para siempre.

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