May 12, 2006

 
El Endeudamiento Estatal y el Sangrar de los Pueblos

Por Olmedo Miró,de la Fundación Libertad de Panamá


Pocas cosas son tan destructivas para una sociedad como el endeudamiento del Estado. Lo trágico del asunto es que nunca nos damos cuenta hasta que ya es demasiado tarde para hacer algo al respecto. Lo que no nos damos cuenta es que el endeudamiento excesivo que produce la quiebra de los Estados no es producto de una patología social producto de un “ser panameños” o de otra nacionalidad sino que es el producto de un sistema por el cual se permite a un agente estatal (nuestros gobernantes), endeudarse a nombre de nosotros (la sociedad panameña), sin asumir la responsabilidad (personal) por el repago de aquellas obligaciones contraídas con el “poder de su firma”. Aquí se cumple la ley del embudo: las obligaciones son de todos mientras que el gasto, que permite el dinero producto del endeudamiento, lo controlan pocos. El eterno problema de la administración estatal y la perversión de la política: “la concentración de beneficios y la distribución de costos”.
A mí algún día me gustaría hacer una pancarta con la foto de todos los políticos panameños juntos al lado de una enorme tarjeta de crédito y abajo un texto que pregunte: ¿le prestaría usted su tarjeta de crédito a estas personas? Creo que la respuesta unánime de mis lectores seria un “no” rotundo. Sin embargo, tendré que comunicarles la triste noticia: ¡ya lo estamos haciendo! y en grande. Y lo hacen bajo el supuesto de “promover el crecimiento del país”, pero en un país en que el ingreso corriente del Estado apenas alcanza para pagar la planilla del mismo, casi la mitad del presupuesto sólo se dedica a pagar deudas pendientes, y este endeudamiento sólo contribuye a apalancar el gasto.
Hay que dejar algo claro, en la forma como esta organizado el estado panameño la contratación de deuda por un presidente “X” simplemente significa adelantar el ingreso de un futuro presidente “Y”. Al presidente “X” le tocará hacer las obras por las cuales será muy aplaudido mientras que al presidente “Y” no le tocará más que pagar las deudas contraídas por el gasto del presidente “X”. Con unas reglas de juego así, no tiene sentido para ningún presidente “racional” ser responsable en la contratación de obligaciones sino todo lo contrario. Lo mismo no ocurre con el endeudamiento privado donde las mismas personas que contraen una deuda serán las llamadas a pagar. En el Estado esto no sucede así, de allí las consecuencias que se repiten en todos los lugares del mundo que mantienen los mismos esquemas. Hay que terminar con este sistema pervertido. Y esto sólo se logra a través de la limitación del endeudamiento estatal a través de todos los medios posibles.
Ahora ¿cómo puede el endeudamiento por parte de una entidad irresponsable (el Estado) afectar nuestro bienestar económico? Bueno, nosotros que somos individuos racionales, calculamos nuestro gasto presente en base a nuestros ingresos futuros, ese cálculo lo realizamos a través de una proyección racional de lo que pueden ser nuestros ingresos en el futuro producto de nuestro trabajo y ahorros que podamos lograr. Esto aplica igualmente a los empresarios. Ahora, entra el Estado que a través de la contratación irracional de deuda para “inflar” el gasto presente crea un “boom” artificial no basado en un incremento real de la productividad, sino basado en el endeudamiento. Esto distorsiona todos los planes de los ciudadanos que perciben un “ingreso” que en realidad no lo es porque es producto de un endeudamiento que eventualmente tendrá que ser pagado. Así, se acelera el gasto de toda la población también, siendo apalancado por endeudamientos privados basados en ese ingreso. El resultado es que a la hora de pagar la deuda descubrimos que el “activo” que supuestamente tenia que respaldar el “pasivo” a pagar nunca existió y como consecuencia nos hacemos más pobres. A esto le llamamos “La Crisis”.
Ahora ¿cómo el endeudamiento por parte de una entidad irresponsable (el Estado) puede afectar la estabilidad política del país? Bueno, vivimos en una democracia y como consecuencia utilizamos nuestro voto para premiar o castigar gobiernos. El problema es que a consecuencia del endeudamiento estatal, a menos que la mayoría de los panameños tengamos un doctorado en finanzas públicas para entender la complejidad del asunto, se nos hará imposible hacer un “audito electoral” del gobierno de turno. Y que gracias a nuestra predilección de premiar gobiernos a través de sus “obras” y nada más, estaremos juzgando gobiernos irresponsables como “buenos” y gobiernos responsables como “malos”. Esto trae como resultado una perversión política sin control.
La famosa crisis de la deuda que ha devastado países enteros de nuestra región no es producto de una característica “cultural” de nuestros ciudadanos, sino de un sistema que se ve imposibilitado de establecer los límites claros al crecimiento del Estado. El resultado es un ciclo interminable de crisis que impide el desarrollo de una infraestructura productiva sostenible, imprescindible para el logro de nuestro bienestar. Esto, hasta que no logremos frenar el crecimiento del monstruo del Estado, no terminará.

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