June 11, 2006

 
Reflexiones : “ La Educación No Es Una Mercancía”

Este es uno de los slogans de los grupos de estudiantes que han protestado recientemente en Chile. Supongo que lo que quieren decir es que la educación no se debería comprar y vender como una mercancía. Esto me hizo recordar la aversión que siempre mostraron los marxistas hacia el comercio y los comerciantes. Por asociación de ideas, recordé tres episodios :

· Uno de mis profesores de economía dedicó toda una clase al debate marxista de si el comercio creaba o no valor, entendido, por supuesto, según la definición de Marx. Desde luego, el debate no tiene ningún significado desde el punto de vista del consumidor, que entiende perfectamente lo valioso que es para él tener comercios cerca.

· Cierto ilustre panameño escribió despectivamente que sus compatriotas tienen alma de tenderos. Yo pregunto : ¿qué tiene de malo ser tendero?. ¿Cómo conseguía el susodicho caballero las cosas que necesitaba?. Un buen tendero es alguien que conoce las necesidades de sus clientes y trata de ofrecer la mejor calidad al menor precio. Uno de mis tíos era un modesto tendero, y llegó a ser toda una institución en su barrio.

· Los izquierdistas despreciaban a Margaret Thatcher como la hija del tendero. Sin embargo, ella demostró que aprendió en la tienda cosas que ellos jamás fueron capaces de aprender en sus gloriosas universidades.

Pero volvamos al tema de la educación. Es claro que es una mercancía, aunque desfigurada y privada de sus potencialidades por el monopolio estatal. El Estado vende, en régimen de monopolio, o casi, un pésimo producto o servicio, que los clientes cautivos pagamos con nuestros impuestos. Que la relación proveedor-cliente esté oscurecida no significa que no exista. El hecho de que el forzado, en varios sentidos, comprador no pague en el punto de venta no significa que el servicio es gratis.

¿Cuál es la solución?. Crear un verdadero mercado de la educación. Traspasar las escuelas públicas a cooperativas de educadores, empresas, organizaciones religiosas, sindicatos, y cualquier otro grupo interesado. Dejar que cada escuela decida sobre los contenidos, horarios, métodos de enseñanza, y todos los demás detalles que actualmente imponen los Ministerios de Educación. Dejar que los padres elijan la institución que crean que más les conviene. Lo único que le quedaría al Estado sería subsidiar a las familias de escasos recursos, y quizás algún otro pequeño detalle.

De esta forma, la educación sería una verdadera mercancía. Cada quien tendría libertad de elegir, que es lo que hay en el mercado, y lo que falta en los monopolios estatales.

Entiendo perfectamente que lo que propongo no es fácil. Hay muchos grupos de interés a quienes el sistema actual les da un enorme poder para dirigir la vida de los demás, para otorgar puestos por razones políticas o familiares, y para adoctrinar a los niños y jóvenes.

No obstante, hay que dar la batalla. Como alguien dijo, una caminata de mil kilómetros comienza con el primer paso.

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