July 28, 2006

 
La Pobreza y el Desarrollo Agrícola

Por Carlos Ernesto González Ramírez, de la Fundación Libertad de Panamá

Según el informe de Desarrollo Humano, en Panamá había en el año 2000 aproximadamente un millón 250 mil pobres. De estos, el 63% (poco menos de 800 mil personas) son rurales e indígenas y el 36% es urbano (mucho del cual es producto de la emigración rural). En los últimos 30 años los pobres han representado el 40% de la población total. Es decir, la pobreza en Panamá es estructural. En otras palabras, hay algo en nuestra estructura económica que impide que superemos este porcentaje permanente de pobres.

Como señalamos, la pobreza es preponderantemente rural. La población rural e indígena, casi en su totalidad, depende de la producción agropecuaria para sus ingresos o su subsistencia. Pareciera, pues, que el problema de la pobreza está íntimamente ligado a políticas públicas adoptadas para el desarrollo agrícola.

¿Cuáles han sido estas políticas? El sector agropecuario en Panamá es el sector económico en el que más ha intervenido el Estado. En 1917 se introdujo la primera ley de protección y subsidio al sector (Ley 4 de 1917), mediante protección arancelaria a la producción nacional, compra de producto nacional por el Estado, exoneración de impuestos en los insumos (subsidios). Luego de esta ley, hemos tenido una retahíla de leyes similares: Decreto-Ley 12 de 1950; Ley 25 de 1957; Decreto de Gabinete 413 de 1970 (y sus modificaciones); Ley 12 de 1973; Ley 3 de 1986; Decreto de Gabinete No. 25 de 1999; Decretos de Gabinete No. 2 y No. 26 de 2000 (los últimos tres decretos suben los aranceles de importación luego de una apertura de poco más de un año) y las leyes 24, 25 y 26 de 2001 que establecen subsidios adicionales al sector.

Tomando en cuenta que la política de protección y subsidios aún continúa, hay producciones nacionales que han sido beneficiadas con este privilegio por un período de 85 años. ¿Cuál ha sido el resultado de este masivo esfuerzo y quién lo ha pagado y lo sigue pagando? Bueno, la participación del sector agropecuario en la economía nacional pasó de ser de aproximadamente un 25% del PIB a principios de los años 60, a menos del 7% a la fecha. Y, a pesar de que ha disminuido, el 17% de las personas que tienen trabajo lo tiene en este sector. Son muchos para muy pocos recursos, lo que hace casi imposible que entren más o que ganen bien. ¿Por qué sucede esto? Porque la producción agrícola en Panamá está altamente estimulada para el mercado interno, el cual es mínimo y crece a un ritmo muy bajo. De hecho, el crecimiento agrícola de Panamá es directamente proporcional al crecimiento de la población del país.
Por otro lado, quienes pagan estas políticas son, primero, los consumidores al pagar precios más altos por los productos que compran (esto es muy oneroso para los consumidores más pobres) y, segundo, los contribuyentes (ninguno de los cuales está en el sector agrícola ya que están exonerados de impuestos), lo que disminuye los recursos disponibles para necesidades más apremiantes como la salud, la educación, la justicia y la seguridad.


Esta realidad es muy triste porque el país ha hecho un enorme esfuerzo económico sin resultados concretos. Continuar con esta política evidentemente no va a desarrollar al sector agropecuario y va a agravar el problema de la pobreza. ¿Qué hacer para desarrollar este sector, teniendo en cuenta que gran parte de los mercados internacionales de productos agrícolas están enormemente distorsionados? Sólo los 30 países más ricos del mundo, miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), otorgaron subsidios a sus agricultores por un monto de 310 mil 959 millones de dólares en el año 2001. ¿Pueden los agricultores panameños competir con esta enorme distorsión? La respuesta es un NO rotundo. No pueden los productores y no pueden los contribuyentes con sus subsidios o los consumidores con los sobreprecios.

En otras palabras, es imposible desarrollar el sector agropecuario si se dedica a la producción de los bienes que producen los países desarrollados o al mercado interno. Panamá debe ver la realidad mundial y apoyarse en sus ventajas comparativas y competitivas para promover la producción agrícola en las áreas que puede ser competitivo. Veamos.

Los países desarrollados no producen casi ningún producto tropical (excepto banano y azúcar), por lo que no pueden subsidiarlos ni protegerlos.
Los productos tropicales (con excepción del banano y el azúcar) tienen arancel 0% en todas las economías desarrolladas.
Los productos tropicales tienen una enorme demanda insatisfecha.

Solo 6% de la tierra cultivable en el mundo es apta para la producción de bienes tropicales.
Casi la totalidad de las tierras panameñas son aptas para la producción de bienes tropicales.
Los precios de transporte marítimo desde Panamá son, probablemente, los mejores del mundo de un país con capacidad de producción tropical.
El acceso a financiamiento estable con que cuenta Panamá lo tienen muy pocos países de producción tropical.

En definitiva, Panamá tiene que desarrollar el sector agropecuario si quiere superar la pobreza. Para ello tiene que desmantelar los incentivos de producción para el consumo interno (aranceles) y promover la producción de exportación. Esta producción de exportación debe promoverse en las áreas en las que el país tiene ventajas comparativas y competitivas, como es la producción agrícola tropical. De otra forma, estamos condenando a Panamá a ser un país de pobres.

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