November 22, 2006
Economics for Real People : Efectos de las Fluctuaciones en la Oferta de Dinero
Sabemos que históricamente el oro se convirtió en el dinero preferido. En determinado momento, la gente prefirió llevar su oro al banco, el que emitía certificados o billetes que funcionaban como dinero. Como no todos los clientes se iban a presentar al banco a redimir sus billetes, el banco podía emitir o prestar billetes sin respaldo (medios fiduciarios).
Existe un debate en la escuela austriaca sobre si es una práctica aceptable, en una economía pura de mercado, emitir estos medios fiduciarios. Unos argumentan que las fuerzas del mercado obligan a los bancos a ser prudentes, y que quienes no lo sean perderán el respaldo de los depositantes. Estos favorecen la banca libre. Otros argumentan que la práctica es esencialmente fraudulenta y lleva inevitablemente a la crisis. Estos favorecen la banca con reservas del 100%.
Ambos están de acuerdo en que, cuando un banco entra en problemas, busca la ayuda del gobierno a través del banco central. Está práctica permite a los bancos operar en un ambiente de bajo riesgo que no es conveniente para tomar buenas decisiones.
Históricamente, Estados Unidos se movió hacia el “fiat money” en dos etapas. En 1933 Roosevelt suspendió la redención de billetes por oro dentro del país, y en 1971 Nixon hizo lo propio para los billetes de fuera de los EU.
Uno de los efectos del “fiat money” es la recurrencia de los procesos de inflación y deflación. Como quiera que con el tiempo suficiente los precios se ajustan al volumen de dinero en la economía , una buena perspectiva es considerar ambos fenómenos como cambios rápidos en la cantidad de dinero. El hecho de que el ajuste de los precios toma un tiempo es el que hace que la inflación y la deflación sean económicamente significativos.
El gobierno suele tratar de aumentar la cantidad de dinero, porque así puede disponer de más fondos sin aumentar los impuestos. La inflación crea inicialmente una ilusión de prosperidad, ya que la gente tiene más dinero y los precios no han subido todavía. Pero la subida es inevitable.
El nuevo dinero no llega a la vez a todos los sectores ni a todos los bolsillos. Quienes lo reciben primero, si además están al tanto de la operación, pueden beneficiarse comprando propiedades antes de que suban los precios. Este se denomina el “efecto Cantillon”.
Generalmente la inflación se concibe como un incremento de precios. La definición austriaca tiene dos ventajas sobre la convencional. Primero, la medición del nivel de precios es problemática en sí misma. Segundo, la definición convencional confunde el fenómeno con su síntoma.
Un problema interesante que se plantean los austriacos es el valor de los índices de precios. Hay economistas, fuera de la escuela austriaca, que comparan dichos índices con los termómetros. El gran problema de esta analogía es que, en el caso de los precios, el instrumento de medición, que es el dinero, está cambiando, lo que no sucede en el caso del termómetro. El intento de medir el nivel de precios tiene su utilidad en la medida en que lo consideremos como una aproximación y no como una medida exacta. Como escribió Mises : “La pretenciosa solemnidad con la que los estadísticos calculan los índices del poder de compra y costo de vida está fuera de lugar. En el mejor de los casos, dichos números son gruesas aproximaciones”.
( Gene Callahan, Mises Institute, 2004, Pag. 137-154 )
Sabemos que históricamente el oro se convirtió en el dinero preferido. En determinado momento, la gente prefirió llevar su oro al banco, el que emitía certificados o billetes que funcionaban como dinero. Como no todos los clientes se iban a presentar al banco a redimir sus billetes, el banco podía emitir o prestar billetes sin respaldo (medios fiduciarios).
Existe un debate en la escuela austriaca sobre si es una práctica aceptable, en una economía pura de mercado, emitir estos medios fiduciarios. Unos argumentan que las fuerzas del mercado obligan a los bancos a ser prudentes, y que quienes no lo sean perderán el respaldo de los depositantes. Estos favorecen la banca libre. Otros argumentan que la práctica es esencialmente fraudulenta y lleva inevitablemente a la crisis. Estos favorecen la banca con reservas del 100%.
Ambos están de acuerdo en que, cuando un banco entra en problemas, busca la ayuda del gobierno a través del banco central. Está práctica permite a los bancos operar en un ambiente de bajo riesgo que no es conveniente para tomar buenas decisiones.
Históricamente, Estados Unidos se movió hacia el “fiat money” en dos etapas. En 1933 Roosevelt suspendió la redención de billetes por oro dentro del país, y en 1971 Nixon hizo lo propio para los billetes de fuera de los EU.
Uno de los efectos del “fiat money” es la recurrencia de los procesos de inflación y deflación. Como quiera que con el tiempo suficiente los precios se ajustan al volumen de dinero en la economía , una buena perspectiva es considerar ambos fenómenos como cambios rápidos en la cantidad de dinero. El hecho de que el ajuste de los precios toma un tiempo es el que hace que la inflación y la deflación sean económicamente significativos.
El gobierno suele tratar de aumentar la cantidad de dinero, porque así puede disponer de más fondos sin aumentar los impuestos. La inflación crea inicialmente una ilusión de prosperidad, ya que la gente tiene más dinero y los precios no han subido todavía. Pero la subida es inevitable.
El nuevo dinero no llega a la vez a todos los sectores ni a todos los bolsillos. Quienes lo reciben primero, si además están al tanto de la operación, pueden beneficiarse comprando propiedades antes de que suban los precios. Este se denomina el “efecto Cantillon”.
Generalmente la inflación se concibe como un incremento de precios. La definición austriaca tiene dos ventajas sobre la convencional. Primero, la medición del nivel de precios es problemática en sí misma. Segundo, la definición convencional confunde el fenómeno con su síntoma.
Un problema interesante que se plantean los austriacos es el valor de los índices de precios. Hay economistas, fuera de la escuela austriaca, que comparan dichos índices con los termómetros. El gran problema de esta analogía es que, en el caso de los precios, el instrumento de medición, que es el dinero, está cambiando, lo que no sucede en el caso del termómetro. El intento de medir el nivel de precios tiene su utilidad en la medida en que lo consideremos como una aproximación y no como una medida exacta. Como escribió Mises : “La pretenciosa solemnidad con la que los estadísticos calculan los índices del poder de compra y costo de vida está fuera de lugar. En el mejor de los casos, dichos números son gruesas aproximaciones”.
( Gene Callahan, Mises Institute, 2004, Pag. 137-154 )