November 29, 2006

 
Economics for Real People : Sobre las Dificultades de la Economía Socialista

El elemento central del socialismo es que los factores de producción no están bajo control privado. Por tanto, el proceso de mercado, con los empresarios tratando de ajustar la producción a los deseos de los consumidores, está ausente.

Los administradores socialistas carecen de los incentivos y el feedback necesario para descubrir mejores precios. Lenin prometió que la población aprendería gradualmente la cantidad y el tipo de trabajo que debería realizarse. Pero esto es imposible si no hay precios de mercado que alerten a los individuos sobre las oportunidades de ganancias al servir mejor a sus clientes.

Hayek identificó otro de los problemas de los planificadores socialistas. Se trata de las circunstancias particulares de tiempo y lugar al tomar decisiones económicas. Como dice Hayek, “respecto a esto, cada individuo tiene alguna ventaja sobre todos los demás porque posee información única”. Por ello, “en un sistema en que el conocimiento de los hechos relevantes está disperso entre mucha gente, los precios actúan para coordinar las acciones separadas de los diferentes individuos”.

Los precios deben ser interpretados por los empresarios, que siempre están dispuestos a aprovechar cualquier discrepancia entre las condiciones del mercado y los deseos de los consumidores.

Un planificador socialista pudiera asignar un “precio” arbitrario a cada bien y calcular el resultado de las diferentes alternativas de producir dichos bienes. Pero como los “precios” no guardan relación con los deseos de los consumidores, no son verdaderos precios, sino una pálida imitación de los precios del mercado.

Otro de los problemas del socialismo es el de la motivación. En una economía de mercado, la gente está motivada para satisfacer las necesidades de sus clientes, lo que no sucede ni nunca ha sucedido en el socialismo.

Un tema interesante es que una economía de mercado puede acomodar los intereses de cualquier grupo, por minoritario que sea. Siempre hay algún empresario que descubre alguna oportunidad de negocio sirviendo a estos grupos. Esto es una quimera en una economía planificada.

Una característica notable del socialismo es que normalmente promueve el acceso al poder de los peores. El socialismo exige una fuerte dirección central, para la que no son aptos los individuos amables, abiertos y tolerantes. Como dice Hayek en The Road to Serfdom, el sueño de los socialistas no totalitarios descansa en el “milagro de una mayoría que esté de acuerdo en un plan detallado para la organización de toda la sociedad”. Sin este milagro, lo que une a la gente es el mínimo común denominador. Es más fácil poner de acuerdo a la gente en un programa negativo que en una tarea positiva.

Finalmente, hay que observar que cada persona es diferente, no sólo accidentalmente, sino inherentemente. En la URSS no eran iguales todos los ciudadanos. La libertad de acción y el acceso a los bienes de un alto funcionario del Partido Comunista era inmensamente mayor que los de un individuo corriente. Pero el tratar de lograr esta quimera ha producido las peores tiranías de la historia.

( Gene Callahan, Mises Institute, 2004, Pag. 157-176 )

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