December 13, 2006

 
Economics for Real People : Interferencias en los Precios del Mercado

Los gobiernos interfieren en los precios del mercado a través de mecanismos como precios mínimos, precios máximos, bandas de precios y precios fijos.

Un ejemplo típico de precios mínimos son las leyes de salario mínimo. Yo, por ejemplo, toqué ocho años en grupos de reggae. Con el tiempo, tuvimos contratos estables en los clubs locales. Pero cuando empezamos, llegamos a tocar a veces sin recibir ningún pago. Pero fuimos ganando experiencia y mejorando. Si se hubieran aplicado las leyes de salario mínimo en los clubs, hubiéramos desaparecido.

Las leyes de salario mínimo perjudican principalmente a los jóvenes poco calificados y sin experiencia. Lo que ellos necesitan es trabajar para adquirir una serie de habilidades básicas que más tarde les permitan lograr mejores trabajos. Pero sí los salarios mínimos son demasiado altos, corren el riesgo de no ser contratados.

Veamos ahora el caso de los precios máximos. El invierno del 2000-2001 nevó extraordinariamente. Durante la primera nevada, vi en mi vecindario dos personas dedicadas a quitar la nieve de las áreas cercanas a las casas. Yo les pregunté el precio y me dieron uno realmente alto, de 100 dólares la hora. Sin embargo, yo acepté entre otras cosas porque no tenía mejor alternativa y porque mi costo de oportunidad, si hiciera yo mismo el trabajo, era mayor.

Una reacción muy común en casos como este es que los empresarios abusan de los consumidores. Pero debemos aplicar el principio de Bastiat de lo que se ve y lo que no se ve. Es cierto que los quitanieves me estaban cobrando un precio muy alto. Pero en los cuatro años anteriores nevó poco y ganaron muy poco o perdieron dinero. De no haber podido cobrar más en ese año, probablemente hubieran tenido que dejar el negocio, y nadie daría el servicio, con lo cual todos saldríamos perjudicados.

Cuando los gobiernos establecen precios por debajo de los que hubieran resultado en el mercado, invariablemente aparece la escasez. La respuesta de los gobiernos suele ser entonces el racionamiento.

La ciudad de New York tuvo una prolongada sequía entre el 2000 y el 2002. Ante la posibilidad de una escasez de agua, las autoridades impusieron montones de reglamentaciones que mucha gente no cumplió. Sin embargo, el mercado hubiera logrado mejores resultados a través del sistema de precios. Cuando las autoridades dicen que hay escasez de agua, siempre hay agua embotellada en los supermercados.

Los mercados distribuyen la responsabilidad de proveer un bien entre muchos vendedores. Si algunos fallan en estimar la demanda, otros llenarán el vacío. Pero las autoridades de New York, al no utilizar el mecanismo de los precios, sólo podían establecer regulaciones arbitrarias. En una ciudad de ocho millones de habitantes, las variaciones en las necesidades individuales de agua tienen que ser inmensas.

Si existiera un libre mercado del agua, su precio subiría durante las sequías, nadie usaría más de la necesaria y se importaría de áreas cercanas con mayor disponibilidad.

Consideremos ahora el caso de que los precios de los productos agrícolas están bajando. Los agricultores solicitan la intervención del gobierno. Pero la caída de los precios indica que la producción es excesiva y que una parte de los agricultores deberían dedicarse a otra cosa. Esto equilibraría la oferta y la demanda, que es lo que el mercado hace constantemente.

Los precios de las computadoras personales han bajado enormemente durante las dos últimas décadas. Todo el mundo lo considera como algo favorable. Entonces, ¿por qué no lo es que bajen los precios agrícolas?

( Gene Callahan, Mises Institute, 2004, Pag. 189 – 208 )

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