January 25, 2007

 
Economics for Real People : Economía Política de la Escuela Austriaca

La relación entre política y economía ha existido desde los inicios del pensamiento económico. Durante mucho tiempo se denominó a la economía como “economía política”. Dentro de la escuela austriaca hay diferentes posiciones políticas ejemplificadas por cuatro de los grandes, como veremos a continuación.

1. Ludwig Lachmann
Lachmann enfocó principalmente la incertidumbre sobre el futuro. En consecuencia, llegó a dudar de que, en una sociedad liberal, los empresarios pudieran llevar a cabo sus planes con el nivel de consistencia requerido. La economía, en vez de tender hacia el equilibrio, podía salirse de control en cualquier momento. Por ello pensó que el gobierno tenía que jugar un papel en la estabilización del sistema económico. Podemos describir su posición como “intervención para la estabilidad”.

2. F.A. Hayek
Rechazó la incertidumbre radical de Lachmann, basado en su percepción de que el mercado manifiesta ciertas regularidades. A medida que fue madurando su pensamiento, Hayek se concentró en las perspectivas evolucionistas y los límites de la razón. Hayek se interesó por las costumbres, instituciones, moralidad, prejuicios, y otros aspectos que forman el sustrato de la elección humana. Hayek no niega que puedan ser sometidos al escrutinio de la razón, pero recomienda que seamos cuidadosos.
Su estudio del aspecto evolutivo de la sociedad da a su pensamiento libertario ciertas vetas de conservadurismo. Si la intervención del Estado ha existido durante mucho tiempo, Hayek recomienda que seamos prudentes en eliminarla. Por otro lado, se opuso a nuevas intervenciones. Podemos describir su posición como “intervencionismo tradicionalista”.

3. Ludwig von Mises
Mises adoptó hacia las instituciones humanas un enfoque más racionalista que Hayek. Según él, debemos usar la razón para examinar dichas instituciones y evaluar su eficacia. Mises se preguntaba si determinadas intervenciones eran el medio apropiado para lograr el objetivo deseado. Sostuvo que, al destruir el mecanismo de los precios y la cooperación pacífica, las intervenciones económicas acaban teniendo efectos indeseables.
Mises concluyó que el Estado era necesario para establecer el imperio de la ley y los derechos de propiedad. Su ideal es el minarquismo. Podemos caracterizar su posición como “intervención para crear las condiciones necesarias para la sociedad de mercado”.

4. Murray Rothbard
Rothbard llevó más lejos el racionalismo de Mises. Rothbard desarrollo un sistema en que el Estado no tiene ningún rol legítimo. Todas las instituciones sociales podrían ser establecidas sin coerción, a través de la cooperación pacífica. Discípulos de Rothbard como Hans-Hermann Hoppe, David Gordon, Jorg Guido Hulsmann, Walter Block, y otros, han descrito cómo sería una sociedad sin Estado. La visión de Rothbard es anarcocapitalista :” Nada de intervención y nada de Estado”.

Veamos ahora algunas teorías de los descontentos con el mercado. Timur Kuran, en su libro Private Truths, Public Lies, sugiere que las que suponemos que son decisiones voluntarias están fuertemente influidas por el miedo a la desaprobación y el deseo de aprobación. Por supuesto que las personas están influidas por sus circunstancias sociales. Aceptan modas, toman algunas ideas absurdas de su ambiente, y son criaturas de su tiempo, clase social, y así sucesivamente. Pero quien quiera que fuese a reemplazar las decisiones de otros también estaría sujeto a las mismas limitaciones.

Por su parte los comunitaristas como John Gray insisten en que el comportamiento del mercado está inadecuadamente influido por costumbres, maneras, valores tradicionales, hábitos y demás. Pero como ya lo explicó Mises, los consumidores en el mercado no sólo eligen entre bienes materiales. También deciden qué es lo que valoran. Compromiso, estabilidad, amor, status, y todos los demás valores humanos están sujetos a la elección voluntaria. El problema de los intelectuales como Gray es que les gustaría tomar decisiones por todos los demás, y detestan el mercado, porque no les permite hacerlo.

Otra de las quejas es que hemos perdido el control de nuestras vidas a manos del mercado, que toma decisiones por nosotros. Este es el lamento de Andrew Bard Schmookler. Cuando dice que “nosotros” deberíamos escoger nuestro destino y no “el mercado”, “nosotros” significa el proceso político. Pero la política está esencialmente controlada por los grupos especiales de intereses. En resumen, lo que propone Schmookler es que, en vez de que cada uno tomemos nuestras propias decisiones, que las tomen por nosotros los diferentes lobbies y bloques de poder.

El mercado no impide a la gente formar una comuna, retirarse a la soledad para meditar, comprar tierra y dedicarla a la preservación de la vida silvestre, o llevar a cabo cualquier otra iniciativa “no materialista”. Si no lo hacemos, y quisiéramos haberlo hecho, es una evasión de la propia responsabilidad culpar “al mercado” por nuestras decisiones. Como dice Mises: “Los moralistas y sermoneadores se equivocan. No es culpa de los empresarios que los consumidores prefieran el licor a la Biblia y las novelas de detectives a los libros serios. Los empresarios no ganan más vendiendo “malas” cosas que vendiendo “buenas”.

“El mercado” es simplemente un nombre para la enorme multitud de decisiones e intercambios individuales. La economía no dice que los deseos de las consumidores sean puros o virtuosos. Sólo que el proceso de mercado es la mejor manera de satisfacerlos. Mises describe a quienes quieren reemplazar los juicios de la gente por los suyos propios : “Están movidos por un complejo dictatorial. Quieren tratar con sus semejantes en la misma forma como un ingeniero trata con los materiales con los que construye casas, puentes y máquinas”.

( Gene Callahan, Mises Institute, 2004, Pag. 291-305 )

Comments:
Lo que tal vez pocos entiendan, es que la economía política se limita a "no pedir a la ley nada más que la Justicia Universal", como decía Bastiat.

A diferencia de los colectivistas, no pretendemos arreglar cada problema obligando a la gente a hacer lo que nosotros pensamos que sea lo mejor para cada caso. Porque en ese caso seguiríamos igual que siempre: para cada problema, mil soluciones utópicas. Además de que sin dominar a las personas, esas utopías no pueden siquiera soñarse.

Lo que pretendemos es que la ley respete y proteja los derechos de todas las personas, que todos estemos protegidos; y, a partir de ahí, que la gente solucione sus problemas según su propio criterio -que siempre es el mejor-. Bueno, bonito y barato.

Se me antoja decir que la ley debería ser un aceite lubricante de las relaciones entre los individuos, en vez del agente de corrosión en que lo han convertido los políticos y que prácticamente ha paralizado los motores sociales.
 
Rigo:Totalmente de acuerdo.El gran problema es que la estatitis es como la lotería.Todo el mundo cree que va a sacar del sistema más que lo que pone.Así que buscan y muchas veces consiguen la leyecita que les da los privilegios que "necesitan".Y que el costo lo pague otro.
 
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