January 26, 2007
In Defense of Global Capitalism : El desarrollo de los países en desarrollo
1. Desigual distribución del ... capitalismo
Nos dicen que el 20% de la población mundial consume el 80% de los recursos. Aquí no hay ningún misterio. Lo hacen porque producen el 80%. Los críticos del capitalismo dicen también que el PIB per capita es 30 veces mayor en los 20 países más ricos que en los 20 más pobres. Y atribuyen la desigualdad al capitalismo.
Es cierto que se debe al capitalismo. Los países más ricos han recorrido el camino del capitalismo y los más pobres no lo han hecho. Los 20 países de economía más liberal en el mundo tienen un PIB per capita 29 veces mayor que el de los menos liberales. Los países en desarrollo con economías abiertas han crecido en las últimas décadas mucho más que otros países en desarrollo, y mucho más que los desarrollados.
La desigual distribución de riqueza en el mundo se debe a la desigual distribución del capitalismo. El comercio y las inversiones fluyen hacia las economías abiertas y no hacia las cerradas, por razones obvias. En cualquier caso, los países ricos de la OECD tenían en 1975 el 80% del PIB mundial y hoy tienen el 70%.
2. La vergüenza del hombre blanco
Los países en desarrollo serían los principales beneficiarios del libre comercio de manufacturas. Si se redujeran los aranceles en un 40%, la economía mundial ganaría $70 billones anuales, el 75% de los cuales iría a parar a los países en desarrollo. No obstante, el mayor proteccionismo en los países ricos es el agrícola. El costo total de la política agrícola de los 29 países de la OECD para sus contribuyentes y consumidores es de $360 billones anuales. Incluso en la Unión Europea se paga a los agricultores para que no produzcan.
La política de la UE es absurda. Favorece a un pequeño grupo de agricultores y perjudica enormemente a los países en desarrollo. Según el gobierno sueco, un hogar de cuatro se ahorraría $250 anuales en ropa y $1,200 en alimentos si se eliminasen las barreras a la importación. Los contribuyentes europeos pagan grandes sumas para tener menor variedad de alimentos a precios más altos.
El economista francés Patrick Messerlin ha estimado que el total de las barreras europeas al libre comercio producen una pérdida de entre el 5% y el 7% del PIB europeo anualmente, más o menos el de tres Suecias.
3. El caso de Latinoamérica
El miedo tradicional al libre comercio indica que forzaría a ciertos países a vender materias primas, impidiendo su industrialización. Esto llevó a la política de sustitución de importaciones en AL.
Esta fue una política típicamente proteccionista. Los gobiernos concedieron subsidios a las industria locales, y aplicaron aranceles hasta de 200%. Como tenían un mercado cautivo, las industrias crecieron rápidamente. Pero al no estar sometidas a la competencia, no se desarrollaron técnica ni organizacionalmente. La economía se politizó, ya que el gobierno quería dirigir todo para promover la industrialización.
Los consumidores pagaban precios exorbitantes. Por ejemplo, en los años 60, un auto en Chile costaba tres veces más que en el mercado mundial. La industria latinoamericana quedó cada vez más rezagada, lo que exigía aumentar más los aranceles, lo que llevaba a un mayor atraso.
Paradójicamente la exportación de materias primas tomó mayor importancia para financiar la importación de maquinaria. Los gobiernos dejaron el agro sin recursos, y muchos millones emigraron a las ciudades. En los años 80 explotó la crisis de la deuda. En tres años, el ingreso per capita de AL cayó en 15%. Sólo después de ciertas medidas liberalizadoras, algunos países, principalmente Chile, comenzaron a crecer a un buen ritmo.
4. En la ruta del comercio
Los países en desarrollo que han cambiado con mayor rapidez de exportar materias primas a productos manufacturados han sido los de economía más abierta, sobre todo los de Asia. Hoy día es posible colocar una fábrica en cualquier parte del mundo. Esto se aplica también a los servicios. Por ejemplo, corporaciones europeas y norteamericanas realizan en la India funciones como planillas, facturación, reserva de billetes y servicio al cliente.
Las exportaciones de bienes industriales de los países en desarrollo han crecido enormemente en los últimos 30 años. A inicios de los 70 las exportaciones de bienes manufacturados de los países en desarrollo representaban el 7% del total mundial. Hoy son más del 25%. México es un caso típico. En 1980 sólo el 0.7% de sus exportaciones eran bienes procesados. En 1990, 3.7%. En 1995 ya habían llegado a 19.3%.
Los críticos se quejan de que las industrias intensivas en mano de obra se van moviendo hacia los países de salarios más bajos. Esto no tiene nada de particular, y es lógico. A medida que un país se va desarrollando, puede dedicarse a industrias más complejas y de mayor nivel de conocimiento.
5. “Dejémosles conservar sus aranceles”
Hay quienes dicen que los países pobres deberían ser proteccionistas. Pero toda la evidencia indica que son los países abiertos los que se desarrollan más rápidamente. Los aranceles sólo garantizan empresas ineficientes, y consumidores que tienen que pagar más por los productos.
La creencia de que los políticos saben mejor que el mercado qué empresas pueden ser exitosas es pura superstición. Hay muy pocos casos de aciertos y muchos de fracasos.
El argumento a favor de los aranceles en el tercer mundo ignora un dato muy importante, que el 40% de las exportaciones de los países en desarrollo van a otros países similares. Además, los aranceles de los países en desarrollo contra otros países en desarrollo son 2.5 veces más altos que los de los países desarrollados contra los países en desarrollo. Los países desarrollados tienen aranceles promedio de 8% y los países en vías de desarrollo 21%.
Los países desarrollados debemos abolir aranceles y cuotas. Pero no es inteligente que los menos desarrollados los conserven.
6. La trampa de la deuda
¿Debe cancelarse la deuda? Creo que hay buenas razones para hacerlo, pero también riesgos. Por ejemplo, parece razonable la cancelación de deudas contraídas y dilapidadas por dictaduras, sin que la población pudiera impedirlo. Las instituciones financieras privadas ya aprendieron la lección, pero el FMI y el BM no.
No abogo por una cancelación incondicional para todos los países. Lo más apropiado sería una estrategia de cancelación de la deuda de países muy pobres, condicionada a la ejecución real de reformas de libre mercado, y dejando claro que no habrá más cancelaciones en el futuro. La mejor forma de hacerlo es no prestar más dinero de parte de las IFIs. Sencillamente, los préstamos deberían ser contratados en los mercados de capitales, donde los inversionistas deciden si el riesgo es o no aceptable.
7. La medicina correcta
Una objeción contra el libre mercado es que las compañías producen para las ganancias, no para las necesidades. Por ejemplo, las farmacéuticas producen medicinas para enfermedades menores en los países ricos, y no para enfermedades importantes en los países pobres.
El argumento es débil. Sin capitalismo y ganancias, no habría medicinas para nadie. Por otro lado, los países pobres se benefician de programas financiados por los clientes de países ricos. Merck da medicinas gratis para prevenir la ceguera en 11 países africanos. Monsanto permite el uso gratuito de sus técnicas para enriquecer el arroz con hierro y beta caroteno en el tercer mundo. Varias compañías están vendiendo en países pobres inhibidores del Sida con un 95% de descuento, con la condición de que se mantengan las patentes. Su eliminación significaría más medicinas hoy, pero muchas menos en el futuro.
( Johan Norberg, Cato Institute, 2003, Pag. 151-189 )
1. Desigual distribución del ... capitalismo
Nos dicen que el 20% de la población mundial consume el 80% de los recursos. Aquí no hay ningún misterio. Lo hacen porque producen el 80%. Los críticos del capitalismo dicen también que el PIB per capita es 30 veces mayor en los 20 países más ricos que en los 20 más pobres. Y atribuyen la desigualdad al capitalismo.
Es cierto que se debe al capitalismo. Los países más ricos han recorrido el camino del capitalismo y los más pobres no lo han hecho. Los 20 países de economía más liberal en el mundo tienen un PIB per capita 29 veces mayor que el de los menos liberales. Los países en desarrollo con economías abiertas han crecido en las últimas décadas mucho más que otros países en desarrollo, y mucho más que los desarrollados.
La desigual distribución de riqueza en el mundo se debe a la desigual distribución del capitalismo. El comercio y las inversiones fluyen hacia las economías abiertas y no hacia las cerradas, por razones obvias. En cualquier caso, los países ricos de la OECD tenían en 1975 el 80% del PIB mundial y hoy tienen el 70%.
2. La vergüenza del hombre blanco
Los países en desarrollo serían los principales beneficiarios del libre comercio de manufacturas. Si se redujeran los aranceles en un 40%, la economía mundial ganaría $70 billones anuales, el 75% de los cuales iría a parar a los países en desarrollo. No obstante, el mayor proteccionismo en los países ricos es el agrícola. El costo total de la política agrícola de los 29 países de la OECD para sus contribuyentes y consumidores es de $360 billones anuales. Incluso en la Unión Europea se paga a los agricultores para que no produzcan.
La política de la UE es absurda. Favorece a un pequeño grupo de agricultores y perjudica enormemente a los países en desarrollo. Según el gobierno sueco, un hogar de cuatro se ahorraría $250 anuales en ropa y $1,200 en alimentos si se eliminasen las barreras a la importación. Los contribuyentes europeos pagan grandes sumas para tener menor variedad de alimentos a precios más altos.
El economista francés Patrick Messerlin ha estimado que el total de las barreras europeas al libre comercio producen una pérdida de entre el 5% y el 7% del PIB europeo anualmente, más o menos el de tres Suecias.
3. El caso de Latinoamérica
El miedo tradicional al libre comercio indica que forzaría a ciertos países a vender materias primas, impidiendo su industrialización. Esto llevó a la política de sustitución de importaciones en AL.
Esta fue una política típicamente proteccionista. Los gobiernos concedieron subsidios a las industria locales, y aplicaron aranceles hasta de 200%. Como tenían un mercado cautivo, las industrias crecieron rápidamente. Pero al no estar sometidas a la competencia, no se desarrollaron técnica ni organizacionalmente. La economía se politizó, ya que el gobierno quería dirigir todo para promover la industrialización.
Los consumidores pagaban precios exorbitantes. Por ejemplo, en los años 60, un auto en Chile costaba tres veces más que en el mercado mundial. La industria latinoamericana quedó cada vez más rezagada, lo que exigía aumentar más los aranceles, lo que llevaba a un mayor atraso.
Paradójicamente la exportación de materias primas tomó mayor importancia para financiar la importación de maquinaria. Los gobiernos dejaron el agro sin recursos, y muchos millones emigraron a las ciudades. En los años 80 explotó la crisis de la deuda. En tres años, el ingreso per capita de AL cayó en 15%. Sólo después de ciertas medidas liberalizadoras, algunos países, principalmente Chile, comenzaron a crecer a un buen ritmo.
4. En la ruta del comercio
Los países en desarrollo que han cambiado con mayor rapidez de exportar materias primas a productos manufacturados han sido los de economía más abierta, sobre todo los de Asia. Hoy día es posible colocar una fábrica en cualquier parte del mundo. Esto se aplica también a los servicios. Por ejemplo, corporaciones europeas y norteamericanas realizan en la India funciones como planillas, facturación, reserva de billetes y servicio al cliente.
Las exportaciones de bienes industriales de los países en desarrollo han crecido enormemente en los últimos 30 años. A inicios de los 70 las exportaciones de bienes manufacturados de los países en desarrollo representaban el 7% del total mundial. Hoy son más del 25%. México es un caso típico. En 1980 sólo el 0.7% de sus exportaciones eran bienes procesados. En 1990, 3.7%. En 1995 ya habían llegado a 19.3%.
Los críticos se quejan de que las industrias intensivas en mano de obra se van moviendo hacia los países de salarios más bajos. Esto no tiene nada de particular, y es lógico. A medida que un país se va desarrollando, puede dedicarse a industrias más complejas y de mayor nivel de conocimiento.
5. “Dejémosles conservar sus aranceles”
Hay quienes dicen que los países pobres deberían ser proteccionistas. Pero toda la evidencia indica que son los países abiertos los que se desarrollan más rápidamente. Los aranceles sólo garantizan empresas ineficientes, y consumidores que tienen que pagar más por los productos.
La creencia de que los políticos saben mejor que el mercado qué empresas pueden ser exitosas es pura superstición. Hay muy pocos casos de aciertos y muchos de fracasos.
El argumento a favor de los aranceles en el tercer mundo ignora un dato muy importante, que el 40% de las exportaciones de los países en desarrollo van a otros países similares. Además, los aranceles de los países en desarrollo contra otros países en desarrollo son 2.5 veces más altos que los de los países desarrollados contra los países en desarrollo. Los países desarrollados tienen aranceles promedio de 8% y los países en vías de desarrollo 21%.
Los países desarrollados debemos abolir aranceles y cuotas. Pero no es inteligente que los menos desarrollados los conserven.
6. La trampa de la deuda
¿Debe cancelarse la deuda? Creo que hay buenas razones para hacerlo, pero también riesgos. Por ejemplo, parece razonable la cancelación de deudas contraídas y dilapidadas por dictaduras, sin que la población pudiera impedirlo. Las instituciones financieras privadas ya aprendieron la lección, pero el FMI y el BM no.
No abogo por una cancelación incondicional para todos los países. Lo más apropiado sería una estrategia de cancelación de la deuda de países muy pobres, condicionada a la ejecución real de reformas de libre mercado, y dejando claro que no habrá más cancelaciones en el futuro. La mejor forma de hacerlo es no prestar más dinero de parte de las IFIs. Sencillamente, los préstamos deberían ser contratados en los mercados de capitales, donde los inversionistas deciden si el riesgo es o no aceptable.
7. La medicina correcta
Una objeción contra el libre mercado es que las compañías producen para las ganancias, no para las necesidades. Por ejemplo, las farmacéuticas producen medicinas para enfermedades menores en los países ricos, y no para enfermedades importantes en los países pobres.
El argumento es débil. Sin capitalismo y ganancias, no habría medicinas para nadie. Por otro lado, los países pobres se benefician de programas financiados por los clientes de países ricos. Merck da medicinas gratis para prevenir la ceguera en 11 países africanos. Monsanto permite el uso gratuito de sus técnicas para enriquecer el arroz con hierro y beta caroteno en el tercer mundo. Varias compañías están vendiendo en países pobres inhibidores del Sida con un 95% de descuento, con la condición de que se mantengan las patentes. Su eliminación significaría más medicinas hoy, pero muchas menos en el futuro.
( Johan Norberg, Cato Institute, 2003, Pag. 151-189 )