February 22, 2007

 
In defense of global capitalism : Liberalizar, no estandarizar

1. El derecho a elegir la cultura
Una de las grandes ventajas de la globalización es que las economías jóvenes pueden aprender de las más antiguas. Por ejemplo, el desarrollo que tomó a Europa entre 80 y 100 años le ha tomado a Taiwán sólo 25. Los países en desarrollo se pueden beneficiar de la tecnología de los más desarrollados.

Un ejemplo son los teléfonos celulares. Hay países que ya no tienen que construir costosas líneas telefónicas. Los celulares son utilizados por agricultores y artesanos del tercer mundo para obtener información actualizada sobre precios y clientes para sus productos.

Hay quienes temen una homogenización mundial, que implicaría que todos vistamos igual, comamos igual, y veamos las mismas películas. Lo que está sucediendo es más bien lo contrario. Todos tenemos más opciones que antes, y cada quien elige según sus valores e intereses. Ciertamente los productos de los países más desarrollados llegan a todas partes, pero los de los menos desarrollados también.

Ahora, pequeños segmentos de mercado de un país ganan poder de compra porque existen segmentos similares en otros países.

Las culturas cambian. Si uno ve diferentes estilos de vida en televisión o en Internet, puede decidir adoptar alguno de ellos. En esencia, no hay nada nuevo sobre la interacción de culturas y la influencia mutua. Esto ha sucedido siempre. Incluso mucho de las tradiciones que se consideran “muy auténticas”han sido con frecuencia importadas de otras culturas. Una de las tradiciones de Suecia es ver al Pato Donald en TV en la víspera de Navidad.

La globalización reduce el riesgo de que la gente quede atrapada en una cultura. Esto no es agradable para los guardianes de la tradición, pero sí lo es para otras personas que quieren escapar de los estereotipos y ataduras de su propia cultura y poder elegir libremente lo que crean más apropiado.

2. La marcha de la libertad
Cuando se prueba la libertad, siempre se quiere más. Por eso es que quienes disfrutan de libertad económica exigen democracia política y libertad individual. No es admisible la idea de que ciertos países no aprecian la libertad, o de que la gente de un país no tiene nada que decir sobre las políticas de otro. Si un gobierno oprime a sus ciudadanos, todos tenemos algo que decir o que hacer.

El futuro no está predeterminado. La globalización no es imparable. Puede detenerse y dar marcha atrás. Ya sucedió con la globalización de la segunda mitad del siglo XIX. A principio del siglo XX reapareció el nacionalismo y el cierre de fronteras. Países que llevaban tiempo comerciando libremente comenzaron a verse como enemigos. Los mercados tenían que conquistarse por la fuerza. El resultado fueron las dos guerras mundiales.

El regreso al proteccionismo causaría un estancamiento en los países ricos y un aumento de la pobreza en los pobres. El riesgo de que se desplome la globalización es relativamente bajo. No existen grandes ambiciones imperialistas.

La democracia y los derechos humanos se han extendido. Los países han incrementado notablemente el comercio y se han incorporado voluntariamente a la economía mundial. Y la OMC no deja de ser un foro a tomar en cuenta.

Todos los cambios producen ansiedad. A veces los políticos no quieren asumir las consecuencias de sus políticas y culpan a la globalización. Pero la globalización nunca recibe crédito por los resultados positivos. La globalización ni habla ni se defiende. Por eso es necesario que quienes creemos en ella destaquemos sus logros y asumamos su defensa.

( Johan Norberg, Cato Institute, 2003, Pag. 277 – 291 )

Comments: Post a Comment

<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?