February 09, 2007

 
Socialismo o muerte; ¿cuál es la diferencia?

Por Ricardo Soto, de la Fundación Libertad de Panamá

( Este articulo fue publicado recientemente en la revista electrónica panameña Expresiones)

Fidel Castro en la mayoría de sus discursos incluye esta consigna. Ahora su “fanboy” sudamericano la ha adoptado al proclamar el anacrónico “socialismo del siglo XXI”, quimérica mezcla de mercantilismo cavernícola, populismo desbocado, teología de la liberación y marxismo-leninismo. El problema es que no veo cuál es la supuesta alternativa planteada por este eslogan.

El socialismo es muerte. En el siglo XX, los socialismos fueron los responsables directos de las muertes de más de cien millones de personas y convirtieron las vidas de muchos millones más en una muerte lenta de terror, represión, hambre, carestías perpetuas, sequedad intelectual, aislamiento cultural y empobrecimiento material y moral.

Cuando el telón cayó en la Europa del Este, los resultados del socialismo real se hicieron visibles. Basta comparar las dos Alemanias, las dos Europas y las dos Coreas. Donde el monstruo socialista plantó sus cascos con más fuerza, los países del marxismo leninismo, la hierba del progreso y el bienestar ha demorado en crecer de nuevo. La verdadera alternativa al socialismo, el capitalismo liberal, en cambio, ha logrado el milagro de sacar a grupos de países enteros de la pobreza, de hacer avanzar las ciencias y técnicas a niveles nunca sospechados en la historia de la humanidad.

El capitalismo perfecto no existe, pero mientras más se asemeja el sistema económico y legal de un país al ideal del capitalismo liberal, mejor es el nivel de vida de sus habitantes, mayor es su libertad personal y la creatividad de sus científicos, ingenieros o artistas. Los países desarrollados lo son gracias al capitalismo, ningún país llega al desarrollo sino a través del capitalismo liberal. No existen segundas ni terceras vías. No se puede reinventar la rueda.

Que alguien tome la lámpara de Diógenes y me diga si ve a un estado socialista próspero. Mientras que Europa, Norteamérica, Asia, marchan hacia el progreso aproximándose al liberalismo, en América Latina, mercantilistas cavernarios y marxistas irredentos forman un coro para denunciar los males del “neoliberalismo” y del libre mercado como causantes de todos los males de nuestra región, ignorando que la pobreza es una condición natural de la humanidad, que esta existía antes del “neoliberalismo”, que lo antinatural es que se salga de la pobreza y que solo el capitalismo liberal, del cual el libre mercado es un componente importante pero no el único, ha logrado tal proeza.

El neoliberalismo latinoamericano está muy alejado de los principios del capitalismo liberal especialmente en la parte institucional. No se le pueden pedir los frutos de la prosperidad a este árbol.

Mientras tanto, los socialistas del siglo XXI, en su esfuerzos por tropezarse con la misma piedra por enésima vez, renacionalizan empresas, destruyen la propiedad privada, manipulan monedas, controlan precios y distorsionan mercados, ideologizan la educación, insultan a la religión, expanden y concentran poderes, eliminando cualquier posibilidad de que exista un estado de derecho. Con la excusa de ayudar a los pobres, los cuales sin embargo se hacen aún más pobres, concentran todos los poderes en el Gran Líder.

Ese es el verdadero objetivo de los socialismos, no es ayudar a la gente, sino el de incrementar al máximo el poder del Estado, de reforzar la supremacía de la política en la vida de los ciudadanos, de hacerlos dependientes de la burocracia estatal, de concentrar el poder en unos pocos o en el Único, el Gran Líder.

Un filósofo, el gran profeta del siglo XX, escribió en el siglo XIX que el Estado es el lugar donde todos los hombres, buenos o malos son bebedores de venenos, el lugar donde a la muerte lenta del hombre le llaman vida. El siguiente siglo le daría la razón; las decenas de millones de muertes de Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, de Adolfo Hitler, que no olvidemos se autodenominaba nacional-socialista, son la prueba.

Dejemos que caiga finalmente el telón en Cuba; creo que las cifras del régimen cubano, en muertos, encarcelados y exiliados van a hacer ver a Pinochet como un niño de pecho. El Estado ilimitado no puede socializar la vida, socializa la muerte. El mercantilismo tradicional latinoamericano y su falsa alternativa, los socialismos, son formas de estatismo incontrolado, o sea dos formas distintas de morir.

Comments:
Que bueno. Dá gusto leer a personas que tienen el don de la palabra. Y más cuando dicen la verdad sin pelos en la lengua.

Un saludo para don Ricardo Soto.
 
Rigo:Concuerdo contigo.Ricardo escribe siempre muy bien,pero en este caso se superó a sí mismo,tanto en el fondo como en la forma.Por supuesto le transmitiré tus saludos.
 
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