March 09, 2007
Apostillas históricas sobre Ludwig Erhard
( Este artículo mío apareció en el último número de la revista electrónica panameña Expresiones )
En la nota “Economía social de mercado” (ESM) de la edición número 73 de Expresiones, mi buen amigo Adiel A. Patiño atribuye la implantación de dicho sistema en Alemania al dúo Adenauer-Erhard, en contra de la presión de Estados Unidos. Esto merece algunas precisiones.
La ESM, aunque no con ese nombre, comenzó en Alemania en la década de 1880, con Bismarck. Previamente se había dado la famosa polémica de la llamada Escuela Histórica Alemana (EHA), que discutía la validez del modelo de liberalismo económico, iniciado en Inglaterra con la eliminación de las leyes del maíz en 1846.
LA EHA, dirigida por Gustav von Schmoller, sostenía que lo que podía ser una buena política para Inglaterra u otros países no necesariamente era bueno para Alemania. Schmoller defendió que Alemania tenía que crear políticas específicas para sus propias condiciones, instituciones, y necesidades. Rechazó la doctrina británica del libre comercio y abogó por una economía con abundantes controles y un amplio estado del bienestar.
Schmoller convenció a los planificadores del gobierno de que sus recomendaciones funcionarían en Alemania, independientemente de su efecto en otros países. No existían ley económicas universales. La EHA aportó el apoyo teórico para el modelo alemán, que duró desde más o menos 1880 hasta nuestros días.
Lo interesante es que hubo un periodo relativamente breve, entre 1948 y 1961, en que Alemania se apartó en buena medida del modelo. Y es precisamente aquí donde entra en acción Ludwig Erhard.
En 1948 Alemania estaba todavía en ruinas. Erhard estaba a cargo de la llamada Oficina de Oportunidad Económica. Con él trabajaba su profesor Wilhelm Röpke, liberal, quien a su vez había sido alumno del gran economista liberal Ludwig von Mises.
Los Aliados, que controlaban Alemania, mantuvieron los controles de precios y salarios que habían sido establecidos por Hitler. El general Clay, gobernador militar de la zona americana, le informó a Erhard que todos los expertos económicos consideraban que lo mejor era mantener dichos controles.
Erhard y Röpke estaban convencidos de que Alemania necesitaba mucha más libertad económica. Así que trabajaron en secreto una reforma liberalizadora y Erhard aprovechó un fin de semana para anunciarla al país, exactamente el 20 de junio de 1948, un domingo por la noche.
La reforma tenía dos partes. La primera era la introducción de una nueva moneda ( Deutschmark ) que remplazó a la vigente ( Reichmark ). Cada alemán recibiría inicialmente 40 DM y posteriormente otros 20. Además los débitos y créditos se convertirían a la nueva moneda a la tasa de diez por uno Estas medidas eliminaron rápidamente la inflación.
La segunda parte consistió en la eliminación de controles sobre precios y salarios y reducción de impuestos personales y corporativos.
John K. Galbraith, el economista norteamericano que era asesor económico en Alemania, criticó las medidas de Erhard y anticipó que sólo traerían pobreza y miseria. Lo cierto es que en muy poco tiempo los comercios se llenaron de artículos, desapareció la escasez de alimentos y los negocios volvieron a invertir. En dos años se triplicó la producción industrial.
A inicios de los 60, Alemania ya era la tercera potencia económica mundial. Cabe advertir que todo el episodio de las reformas lo cuenta el economista Huerta de Soto, basado en el libro de Erhard “Wohlstan fur alle”.
Durante el periodo en que Erhard participó activamente en la administración estatal existían dos tendencias dentro del gobierno. Una era el “ordoliberalismo” y otra la “economía social de mercado”, término que fue acuñado por Alfred Muller-Armack, miembro del gobierno de Erhard cuando este fue Canciller. Ambos grupos compartían ciertos puntos, como el tradicional estado de bienestar de Bismarck ( salud, pensiones, seguro de desempleo ) y creían necesarias ciertas regulaciones para evitar monopolios y carteles. Los primeros enfatizaban más los beneficios del libre mercado mientras los segundos lo hacían con el componente social. Erhard pertenecía al primer grupo, lo que no impidió que pudiera trabajar en buenos términos con los segundos.
El problema fue que el componente social fue ganando cada vez más terreno, a medida que avanzaron los años 60. Pero lo peor fue que se fueron introduciendo poco a poco regulaciones que frenaron la iniciativa empresarial.
Cuando el presidente Kennedy visitó Alemania en 1961, Erhard le aconsejó que redujera los impuestos en los Estados Unidos, que eran muy altos desde la guerra. Kennedy siguió el consejo, en contra de la opinión de sus asesores económicos, con excelentes resultados. El PIB aumentó 20% en dos años y el desempleo se redujo en un tercio.
Actualmente, el modelo alemán está en una encrucijada. La productividad sólo aumentó un 1% en toda la década de los 90. Se habla mucho de reformas, pero como suele ser normal, todo el mundo quiere mantener su status. Va a ser muy interesante observar cómo evolucionan las cosas.
( Este artículo mío apareció en el último número de la revista electrónica panameña Expresiones )
En la nota “Economía social de mercado” (ESM) de la edición número 73 de Expresiones, mi buen amigo Adiel A. Patiño atribuye la implantación de dicho sistema en Alemania al dúo Adenauer-Erhard, en contra de la presión de Estados Unidos. Esto merece algunas precisiones.
La ESM, aunque no con ese nombre, comenzó en Alemania en la década de 1880, con Bismarck. Previamente se había dado la famosa polémica de la llamada Escuela Histórica Alemana (EHA), que discutía la validez del modelo de liberalismo económico, iniciado en Inglaterra con la eliminación de las leyes del maíz en 1846.
LA EHA, dirigida por Gustav von Schmoller, sostenía que lo que podía ser una buena política para Inglaterra u otros países no necesariamente era bueno para Alemania. Schmoller defendió que Alemania tenía que crear políticas específicas para sus propias condiciones, instituciones, y necesidades. Rechazó la doctrina británica del libre comercio y abogó por una economía con abundantes controles y un amplio estado del bienestar.
Schmoller convenció a los planificadores del gobierno de que sus recomendaciones funcionarían en Alemania, independientemente de su efecto en otros países. No existían ley económicas universales. La EHA aportó el apoyo teórico para el modelo alemán, que duró desde más o menos 1880 hasta nuestros días.
Lo interesante es que hubo un periodo relativamente breve, entre 1948 y 1961, en que Alemania se apartó en buena medida del modelo. Y es precisamente aquí donde entra en acción Ludwig Erhard.
En 1948 Alemania estaba todavía en ruinas. Erhard estaba a cargo de la llamada Oficina de Oportunidad Económica. Con él trabajaba su profesor Wilhelm Röpke, liberal, quien a su vez había sido alumno del gran economista liberal Ludwig von Mises.
Los Aliados, que controlaban Alemania, mantuvieron los controles de precios y salarios que habían sido establecidos por Hitler. El general Clay, gobernador militar de la zona americana, le informó a Erhard que todos los expertos económicos consideraban que lo mejor era mantener dichos controles.
Erhard y Röpke estaban convencidos de que Alemania necesitaba mucha más libertad económica. Así que trabajaron en secreto una reforma liberalizadora y Erhard aprovechó un fin de semana para anunciarla al país, exactamente el 20 de junio de 1948, un domingo por la noche.
La reforma tenía dos partes. La primera era la introducción de una nueva moneda ( Deutschmark ) que remplazó a la vigente ( Reichmark ). Cada alemán recibiría inicialmente 40 DM y posteriormente otros 20. Además los débitos y créditos se convertirían a la nueva moneda a la tasa de diez por uno Estas medidas eliminaron rápidamente la inflación.
La segunda parte consistió en la eliminación de controles sobre precios y salarios y reducción de impuestos personales y corporativos.
John K. Galbraith, el economista norteamericano que era asesor económico en Alemania, criticó las medidas de Erhard y anticipó que sólo traerían pobreza y miseria. Lo cierto es que en muy poco tiempo los comercios se llenaron de artículos, desapareció la escasez de alimentos y los negocios volvieron a invertir. En dos años se triplicó la producción industrial.
A inicios de los 60, Alemania ya era la tercera potencia económica mundial. Cabe advertir que todo el episodio de las reformas lo cuenta el economista Huerta de Soto, basado en el libro de Erhard “Wohlstan fur alle”.
Durante el periodo en que Erhard participó activamente en la administración estatal existían dos tendencias dentro del gobierno. Una era el “ordoliberalismo” y otra la “economía social de mercado”, término que fue acuñado por Alfred Muller-Armack, miembro del gobierno de Erhard cuando este fue Canciller. Ambos grupos compartían ciertos puntos, como el tradicional estado de bienestar de Bismarck ( salud, pensiones, seguro de desempleo ) y creían necesarias ciertas regulaciones para evitar monopolios y carteles. Los primeros enfatizaban más los beneficios del libre mercado mientras los segundos lo hacían con el componente social. Erhard pertenecía al primer grupo, lo que no impidió que pudiera trabajar en buenos términos con los segundos.
El problema fue que el componente social fue ganando cada vez más terreno, a medida que avanzaron los años 60. Pero lo peor fue que se fueron introduciendo poco a poco regulaciones que frenaron la iniciativa empresarial.
Cuando el presidente Kennedy visitó Alemania en 1961, Erhard le aconsejó que redujera los impuestos en los Estados Unidos, que eran muy altos desde la guerra. Kennedy siguió el consejo, en contra de la opinión de sus asesores económicos, con excelentes resultados. El PIB aumentó 20% en dos años y el desempleo se redujo en un tercio.
Actualmente, el modelo alemán está en una encrucijada. La productividad sólo aumentó un 1% en toda la década de los 90. Se habla mucho de reformas, pero como suele ser normal, todo el mundo quiere mantener su status. Va a ser muy interesante observar cómo evolucionan las cosas.