March 29, 2007
Notable : Contra el estatismo tecnocrático
El Coyote, mi viejo conocido, formula tres principios que conviene tener en cuenta:
1. Ustedes no tienen el derecho de tomar decisiones por otros. No importa que se crean inteligentes e idealistas. El hecho es que proponen usar la fuerza para obligar a otros a hacer su voluntad. Los adultos tienen derecho a tomar decisiones por sí mismos, aunque sean malas.
2. Ustedes no pueden tomar mejores decisiones por otros, aunque ustedes sean más inteligentes, porque cada persona tiene diferentes deseos, necesidades y valores, y por tanto efectúa las combinaciones entre ellos de forma diferente.
3. Los idealistas tecnocráticos siempre pierden el control del juego a manos de los mafiosos. Luego se quejan de que su error fue haber perdido el control. No, el error fue haber obligado a otros a hacer su voluntad. El resto es inevitable.
Nótese que los políticos y burócratas estatistas, es decir, todos, funcionan exactamente con los principios contrarios. Veamos ejemplos de los dos primeros :
1. Nos obligan a estudiar las asignaturas que ellos quieren, dedicando el tiempo que ellos quieren. Nos obligan a pagar para la jubilación lo que ellos quieren, y a colocar los fondos en una institución gubernamental, sea que confiemos en ella o no. Para colmo, no somos legalmente dueños de nuestras contribuciones. Así que no sabemos si el día de mañana habrá o no habrá fondos para pagarnos, y en qué cuantía. A la sombra de este esquema pululan políticos, burócratas, “dirigentes populares”, y todo tipo de adláteres que coinciden en un solo propósito: impedir que el sufrido pagador pueda tomar alguna decisión. Ellos han decidido de antemano por nosotros porque saben lo que nos conviene, y sobre todo, saben lo que les conviene a ellos.
2. Para ilustrar esto, tomemos el caso de la educación pública. Las diferencias entre los estudiantes son obvias. A unos les atrae el trabajo intelectual y a otros no. Unos disfrutan la escuela y a otros les aburre. A unos les gustan unas asignaturas y a otros otras distintas. Diferentes familias tienen diferentes concepciones. Yo, por ejemplo, prefiero pocas asignaturas básicas, como lenguas, matemáticas, e informática, estudiadas a fondo. Puede que mi vecino prefiera muchas asignaturas y aprender un poco de todo. La única forma de responder a las diferentes necesidades y preferencias es a través de escuelas autónomas y libres. Pero esto va contra los principios del sistema. Por tanto, los esclavos seguiremos en la esclavitud hasta que nos demos cuenta de que lo somos y decidamos hacer algo al respecto.
El Coyote, mi viejo conocido, formula tres principios que conviene tener en cuenta:
1. Ustedes no tienen el derecho de tomar decisiones por otros. No importa que se crean inteligentes e idealistas. El hecho es que proponen usar la fuerza para obligar a otros a hacer su voluntad. Los adultos tienen derecho a tomar decisiones por sí mismos, aunque sean malas.
2. Ustedes no pueden tomar mejores decisiones por otros, aunque ustedes sean más inteligentes, porque cada persona tiene diferentes deseos, necesidades y valores, y por tanto efectúa las combinaciones entre ellos de forma diferente.
3. Los idealistas tecnocráticos siempre pierden el control del juego a manos de los mafiosos. Luego se quejan de que su error fue haber perdido el control. No, el error fue haber obligado a otros a hacer su voluntad. El resto es inevitable.
Nótese que los políticos y burócratas estatistas, es decir, todos, funcionan exactamente con los principios contrarios. Veamos ejemplos de los dos primeros :
1. Nos obligan a estudiar las asignaturas que ellos quieren, dedicando el tiempo que ellos quieren. Nos obligan a pagar para la jubilación lo que ellos quieren, y a colocar los fondos en una institución gubernamental, sea que confiemos en ella o no. Para colmo, no somos legalmente dueños de nuestras contribuciones. Así que no sabemos si el día de mañana habrá o no habrá fondos para pagarnos, y en qué cuantía. A la sombra de este esquema pululan políticos, burócratas, “dirigentes populares”, y todo tipo de adláteres que coinciden en un solo propósito: impedir que el sufrido pagador pueda tomar alguna decisión. Ellos han decidido de antemano por nosotros porque saben lo que nos conviene, y sobre todo, saben lo que les conviene a ellos.
2. Para ilustrar esto, tomemos el caso de la educación pública. Las diferencias entre los estudiantes son obvias. A unos les atrae el trabajo intelectual y a otros no. Unos disfrutan la escuela y a otros les aburre. A unos les gustan unas asignaturas y a otros otras distintas. Diferentes familias tienen diferentes concepciones. Yo, por ejemplo, prefiero pocas asignaturas básicas, como lenguas, matemáticas, e informática, estudiadas a fondo. Puede que mi vecino prefiera muchas asignaturas y aprender un poco de todo. La única forma de responder a las diferentes necesidades y preferencias es a través de escuelas autónomas y libres. Pero esto va contra los principios del sistema. Por tanto, los esclavos seguiremos en la esclavitud hasta que nos demos cuenta de que lo somos y decidamos hacer algo al respecto.