March 23, 2007

 
Reflexiones sobre educación

( El diario local La Prensa me publicó este artículo en la sección de Opinión el pasado lunes 19. Agradezco a Rigo, de Ticoblog Libertad, por la cita de Bastiat que encontré en su Blog, y que me vino como anillo al dedo )


Siempre que en Panamá se discute sobre la pobreza, el desempleo, o la delincuencia, aparece alguien que con envidiable seguridad dictamina que el remedio, o mejor dicho, la solución es la educación. Por cierto, no deja de sorprenderme este modelo de problema-solución, que asume implícitamente que la vida es una especie de álgebra de Baldor, o de quien sea que lo haya reemplazado.

Disgresiones aparte, no voy a negar que la educación formal, que es a la que se refieren nuestros comentaristas y contertulios, tiene bastante importancia. No en vano llevo a mis espaldas una buena cantidad de años de estudio en varias disciplinas. Además, hay montones de estudios que indican que, en promedio, quienes han alcanzado un nivel más alto de estudios tienen ingresos mayores que aquellos de niveles inferiores.

No obstante lo anterior, me atrevo a relativizar la importancia de lo que la educación puede hacer por sí misma. Para comenzar, nuestra educación formal es, en el mejor de los casos, mediocre. Un buen porcentaje de los educadores lo son. Y antes de que me lancen proyectiles virtuales, les diré que esta no es mi opinión. Es la de tres generaciones de educadores de mi familia . Su formación técnica no es buena, y muchos de ellos carecen de las cualidades personales necesarias para el puesto.

Los planes de estudio son peor que mediocres, son totalmente absurdos. Incluyen demasiadas materias y cada nivel repite parte de lo que se dio en el nivel anterior. En cuanto a los métodos de enseñanza, iba a calificarlos de medievales cuando me di cuenta que en la enseñanza medieval, al menos en las universidades, existió el método de la “disputatio”. Este consistía en que dos alumnos debían defender tesis opuestas, lo que desarrollaba la capacidad de razonamiento de los disputantes y su auditorio.

Recuerdo que, en mi último año de estudios universitarios, uno de los profesores utilizó un método un tanto parecido. ¿Hace falta decir que la estampida de alumnos no se hizo esperar?

La pregunta que se impone es : ¿podemos esperar mejoras dentro del actual paradigma estatista, y tomando en cuenta los intereses de los diferentes grupos que tienen que ver con la educación? Pienso que tal vez, después de algunos meses o años dedicados a la laboriosa actividad de “sentarnos todos”, pueden conseguirse algunos logros más o menos marginales. Por ejemplo : seleccionar algo mejor a los educadores, aumentar algo la cantidad de días de clase, reducir algo la cantidad de materias, y lograr un estilo de enseñanza menos memorístico. Nuestros estudiantes aprenderían algo más y quizás desarrollarían más su capacidad de razonamiento.

Entonces, ¿no hay nada que hacer? No lo creo. Hace unos 150 años, Frederic Bastiat escribía : “El legislador y el ministro de instrucción pública no llevan sobre la frente un signo irrecusable de infalibilidad. La mejor oportunidad para que se descubra el verdadero método es la diversidad, los ensayos, la experiencia, los esfuerzos individuales, colocados bajo la influencia del interés en el éxito, en una palabra, la libertad. Lo peor es la educación decretada y uniforme, pues en este régimen el error es permanente, universal e irremediable”.

¿Por qué son importantes la libertad y la diversidad? Primero, porque cada estudiante y cada familia tienen diferentes concepciones sobre la educación que quieren y necesitan, así como diferentes cualidades, aptitudes y preferencias. Segundo, porque la libertad y diversidad conducen a una saludable competencia, que es la que conduce a mejorar la prestación de bienes y servicios.

Por lo anterior, creo que debemos caminar hacia un sistema educativo, en la educación básica y media, con dos elementos básicos. Primero, escuelas y colegios administrados por cooperativas de educadores, empresarios, sindicatos, y cualquiera otros grupos, con plena libertad para establecer su propio curriculum, horarios, técnicas educativas, y demás.

Segundo, la casi totalidad del presupuesto actual del Ministerio de Educación debería ser distribuido en forma de cheques escolares a las familias cuyo ingreso esté por debajo de un determinado nivel y que tenga alumnos a su cargo. La distribución de fondos debe ser proporcional al ingreso familiar y a la cantidad de alumnos. Con esos cheques, cada familia escogerá la escuela o colegio de su preferencia. En todo este proceso, las funciones del Ministerio se reducirían progresivamente.

Pero incluso si la educación mejorara notablemente, el impacto no sería muy grande a menos que aumentara también la cantidad y calidad de nuestros empresarios. Panamá tiene un déficit en esta área, que probablemente se explica por razones institucionales (sistema judicial, corrupción, burocratización ) y otros de idiosincrasia personal(seguritis). Pero esto merece un artículo aparte.

Comments: Post a Comment

<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?