April 27, 2007
¿Distribución de riqueza o distribución de oportunidades?
Por Roberto Brenes P., Presidente de la Fundación Libertad de Panamá
Casi a diario se habla de la mala distribución de la riqueza y de la enorme asimetría entre los que tienen y los que no. De allí se derivan grandes planes para reducir esa brecha y corregir tal inequidad. Pero la gran mayoría de estos planes acaban en fracasos o en utopías y por una simple razón; la riqueza es el resultado de la existencia de oportunidades. Lo que hacemos muy mal es crearlas y las pocas que creamos las tornamos inaccesibles a la mayoría. De allí que los resultados sean igualmente asimétricos.
Por Roberto Brenes P., Presidente de la Fundación Libertad de Panamá
Casi a diario se habla de la mala distribución de la riqueza y de la enorme asimetría entre los que tienen y los que no. De allí se derivan grandes planes para reducir esa brecha y corregir tal inequidad. Pero la gran mayoría de estos planes acaban en fracasos o en utopías y por una simple razón; la riqueza es el resultado de la existencia de oportunidades. Lo que hacemos muy mal es crearlas y las pocas que creamos las tornamos inaccesibles a la mayoría. De allí que los resultados sean igualmente asimétricos.
Hace algunos años Hernando de Soto, para remarcar el argumento de cómo la burocracia ahuyenta a las personas de la formalidad, daba el ejemplo de dos peruanos, uno en Miami y otro en Lima que querían poner una panadería. El peruano en Miami luego de invertir algo así como trescientos dólares y un par de horas en las oficinas estatales tuvo su autorización en seis días. El de Lima, seis meses y como cinco mil dólares más tarde aún no tenía la suya.
Aparte de probar el punto de Hernando, el ejemplo demuestra algo más impactante; en Lima (…y en Panamá) sólo los que tienen recursos para aguantar el asedio regulatorio antes, durante y después pueden darse el lujo de acceder a las oportunidades económicas formales. Los otros perecen en el intento o lo abandonan. O sea, el que es “rico” puede, el otro no.
Recientemente el gobierno ha aprobado legislación que intenta reducir la tramitología para abrir nuevos negocios. Una buena iniciativa mientras no se la coma la burocracia (ya ha pasado antes) pero también limitada en su alcance. En lo general subsiste el problema en la medida que el Estado intente erguirse por encima de los objetivos y los anhelos de la gente con la idea de proteger al ciudadano.
En la realidad, estas trabas regulatorias hacen poco o nada para proteger al ciudadano de a pie, pero yerguen barreras institucionales a quien menos las necesita, el ciudadano con ganas de echar para adelante, independiente de su condición social.
Es muy impactante conocer que encuestas de opinión demuestran reiteradamente el poco interés de nuestros jóvenes en ser empresarios y su mucho interés en tener un empleo estatal. Qué barbaridad, decimos; cómo pueden pensar así, y corremos a darles cursos de empresarialismo y hablarles de lo importante que es tener negocio propio.
Con el debido respeto, nuestra juventud no es ni tarada ni perezosa. Al contrario, sus encuestas nos están dando pruebas de su enorme racionalidad; ¿por qué malgastar la vida, la plata y la paciencia queriendo acceder al arriesgado oficio de panadero, si se puede vivir bien, sin trabajar, solo con amistarse con el gobierno de turno?
La mejor prueba de este argumento es que las actitudes respecto de empresa y gobierno van variando en la medida que el joven encuestado proviene de una mejor clase económica (porque para esos, para lidiar con el Estado… van los abogados de papá).
Sin duda la educación pública puede ser un gran generador de oportunidades y nivelador de la riqueza material e intelectual…siempre y cuando sea buena. Cuando es mala como aquí la sola posibilidad de recursos materiales hará que un niño bien tenga acceso a una escuela privada y con ello a mejores oportunidades de conocimiento, de empleo y de riqueza y así los hijos y los nietos de uno y otro; unos para mejor y los otros cada vez mas lejos de los primeros. Con ello, se sigue cumpliendo el círculo vicioso de pocas oportunidades – mala distribución.
Lo triste es que la educación pública no es deficiente porque le faltan recursos. Es deficiente porque se malgasta y se concentra en formalismos y burocracias, no muy diferentes de los que impiden a un ciudadano cumplir con un complicado estudio de impacto ambiental para construir un gallinero para tres pollos y dos gallinas.
Es importante que nuestras autoridades y nuestros diputados reconozcan el verdadero proceso de formación de riqueza. Antes de legislar o emitir una resolución creando un requisito o un papel más, debe reflexionar si lejos de estar previniendo una “viveza” no están en realidad creando otra “viveza” evitando el acceso fácil y paritario de los ciudadanos a un bien o un servicio. En aquellos lugares donde el acceso es paritario y fácil, las sociedades son más prósperas y su riqueza se disemina.
La distribución nunca será perfecta por las diferencias innatas de las personas y de sus habilidades; pero en esos sistemas lo que no se logra en mejor distribución se gana en mejores niveles de ingresos porque un sistema sencillo y accesible, siempre inspira a la gente a mejorar su condición.Mientras sigamos persiguiendo el espectro de la mala distribución sin percatarnos de sus causas, será como intentar resucitar a un ahogado sin haberle sacado el cuerpo del agua.