April 11, 2007

 
Intelectuales en política : Jacques Derrida

Durante las tres décadas posteriores al final de la segunda guerra mundial, la historia de la filosofía francesa puede resumirse en una frase : la política dictaba y la filosofía escribía. Los filósofos que se excluyeron de las pasiones políticas fueron muy pocos : Emmanuel Levinas, E. M. Cioran y Jacques Derrida.

En Estados Unidos, Derrida está considerado como un clásico del canon post moderno. Pero incluso en 1990 se rehusaba a explicar las implicaciones políticas del deconstruccionismo. No obstante, en la última década ha publicado tres libros importantes sobre política, uno sobre Marx, otro sobre amistad y política, y un tercero sobre la ley.

Hay quienes consideran el deconstruccionismo de Derrida como un ultraestructuralismo. Parece bastante razonable, pero hay que añadir que Derrida combinó los temas del estructuralismo con las categorías filosóficas de Heidegger. En la discusión sobre el humanismo Derrida se puso de parte de Heidegger y en contra de Sartre.

En 1945 Sartre dio una conferencia sobre el humanismo, en la que se apropió los conceptos heideggerianos sobre la ansiedad, autenticidad, existencia y resolución para concluir que “ el hombre es el futuro del hombre”. En su Carta sobre el Humanismo (1946), Heidegger respondió que su objetivo había sido poner en cuestión el concepto de hombre. Desde Platón, la filosofía occidental había asumido supuestos metafísicos sobre la esencia del hombre que encubrían la cuestión fundamental del ser y suponían al hombre como centro de la creación.

Todos los males de la vida moderna derivan de la “antropologización” del ser. Por tanto había que desmantelar la tradición metafísica. Sólo entonces el hombre aprendería que no es el dueño sino el pastor del Ser.

En una conferencia de 1968 Derrida afirmó que la tradición metafísica sólo podría ser destruida mediante la deconstrucción del lenguaje filosófico. En la raíz de la tradición metafísica estaba la noción ingenua del lenguaje como un medio transparente, o sea, el “logocentrismo”. Lo que se necesitaba era una radical eliminación de las jerarquías implícitas en el lenguaje, que ponen la palabra hablada por encima de la escrita, el autor por encima del lector y el significado por encima del significante.

Derrida acusó a los estructuralistas y a Heidegger de no haber sido suficientemente radicales. Los primeros desestabilizaron nuestra imagen del hombre al ponerlo en una red de relaciones sociales y lingüísticas, pero asumieron que la red tenía un centro estable. La ceguera de Heidegger sobre su propio lenguaje lo llevó de la destrucción de la metafísica a considerar al hombre como el pastor del Ser.

La contribución de Derrida era llevar al extremo el antihumanismo latente en ambas tradiciones. Como ha repetido muchas veces, el deconstruccionismo no es tanto una doctrina filosófica como una “práctica” dirigida a levantar sospechas sobre toda la tradición filosófica.

En el campo de la política, Derrida considera que toda la tradición occidental ha sido distorsionada por el concepto de identidad, que se ha buscado a través de la membresía en grupos homogéneos como la familia, la amistad, la clase, y la nación. Según él, todas las ideologías políticas, fascismo, conservadurismo, liberalismo, socialismo, comunismo, son igualmente inaceptables.

Sin embargo Derrida cambió de opinión en los años 90. Resulta que hay un concepto, y solo uno, que pasa la prueba del deconstruccionismo. Es el concepto de justicia. Por ello compara la ley y la justicia. La ley es un instrumento convencional. La única controversia es si hay un derecho superior por el que pueden ser juzgadas las leyes, y si se funda en la naturaleza, la razón, o la revelación.

Por su parte, Derrida afirma el concepto de justicia, que está más allá de la ley. Pero como este concepto, según las teorías de Derrida, no puede ser comprendido a través de la naturaleza o la razón, sólo queda la revelación para acceder a su significado. Él habla de la “idea de justicia como una experiencia de lo imposible”, algo que no puede ser articulado ni construido. Sólo puede ser experimentado en forma mística.

¿Decía Derrida todo esto en serio? Es difícil saberlo. En sus últimos libros parecía inclinarse hacia el mesianismo moderno de Levinas y Benjamin. Parece que quería ayudar en algo a la izquierda. Por ejemplo, consideraba que la economía de Marx era basura, y su filosofía de la historia un mito peligroso. Pero merecía respeto por su espíritu mesiánico.

( The Reckless Mind , Por Mark Lilla, Pag. 159-190 )

Comments:
Derrida vino a Chile. Los estudiantes y profesores antiliberales estaban encantados con él y sus libros. Para quines creían que el socialismo no estaba muerto, el libro 'Los Espectros de Marx' les daba una razón de ser, después del descalabro. De paso, no he leído ese libro. Los comentarios a ese libro, decían eso.
Derrida también fue maoísta. Él tal vez atacó los escritos de Marx, mas pareciera que nunca atacó los sistemas totalitarios, salvo el régimen autoritario de Pinochet.
 
Javier. Me hubiera gustado escucharle para ver si en persona podía o no formular ideas con algún tipo de lógica. No he leído ninguno de sus libros, pero todo lo que he leído sobre él me indica que era un fabricante de palabras más que otra cosa. Yo siempre digo lo mismo: quien piensa claramente, escribe claramente. Así que probablemente Derrida ocultaba la falta de ideas con una palabrería intimidante.
 
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