April 08, 2007

 
La envidia : ¿Debemos alabar la pobreza?

La crítica social en las sociedades industriales se ha concentrado en los logros materiales. Algo debe ir mal cuando la situación material es tan buena. ¿Hay alguna razón para pensar que los pobres están más cerca de la verdad? Si este fuera el caso, la humanidad caminaría progresivamente hacia una mayor ignorancia, ya que aumenta el bienestar material.

Probablemente, esta es una derivación del marxismo, que defendía que sólo los proletarios, y su vanguardia intelectual, podían llegar a la verdad. Los burgueses sufrían de falsa conciencia. Pero, dado que en las sociedades desarrolladas actuales los trabajadores han mejorado notablemente sus condiciónes de vida, los críticos concluyen que también ellos sufren de falsa conciencia.

Pasemos al muy interesante tema de las leyes suntuarias que han existido a lo largo de la historia, en gran parte bajo presión de la envidia. La ley Didia romana castigaba a los anfitriones y a los huéspedes que tenían banquetes ostentosos. En 1190 Felipe Augusto y Ricardo Corazón de León trataron de restringir el uso de pieles por los Cruzados. Carlos V prohibió en los Países Bajos los vestidos recamados en oro o plata, así como los zapatos de puntas largas. Ciudades como Basilea, Berna y Zurich tenían regulaciones sobre funerales, bautizos, bodas, banquetes y la forma en que se podía vestir la gente.

Parece que hubo cierta conexión entre la legislación suntuaria y ciertas formas de igualitarismo religioso fanático. Por ejemplo, Hans Bohm, en 1476, demandaba que nadie podía tener más que su vecino. En 1521, Eberlin von Gunzburg presionó para lograr severas restricciones legislativas sobre el consumo; los médicos tenían que ejercer gratuitamente, y los impuestos debían ser progresivos.

No fue sino hasta finales del siglo XVIII que este tipo de restricciones desaparecieron, permitiendo el comienzo de una saludable economía de libre mercado. Pese a todo, la envidia que estaba detrás no desapareció. Así, por ejemplo, el nacionalsocialismo llegó al poder con promesas dirigidas a los envidiosos. El partido nazi abogaba por la limitación del ingreso a mil marcos por cabeza, la eliminación del ingreso que no fuera consecuencia directa del trabajo, y muchas otras medidas. Los movimientos revolucionarios de América Latina, los bolcheviques en la URSS, y muchos otros grupos siempre fueron apoyados por círculos que propugnaban por la igualación de la sociedad. No obstante, las nuevas clases dirigentes, que teóricamente propugnaban por la igualdad, siempre han terminado convirtiéndose en burguesías o plutocracias.

El autor cita una interesante curiosidad. En 1920, el presidente Woodrow Wilson predijo una lucha de clases en los Estados Unidos alimentada por la envidia de la mayoría hacia la minoría que tenía automóvil.

Pasemos a otro fenómeno del mayor interés. En todas las épocas, la actitud agresiva y resentida de ciertos grupos hacia las clases privilegiadas es recibida con simpatía por ciertos miembros de dichas clases.

Periódicamente aparece en la sociedad un mesías y sus discípulos que expresan en sus proclamas la envidia social existente. Pueden proclamar la revolución inmediata, o hacerlo en forma sublimada, dejando la expoliación de los ricos para el Juicio Final, estableciéndose ellos mismos como una especie de contra-élite afirmando la gloria de la pobreza. Lo que esta gente manifiesta es probablemente envidia, resentimiento y hostilidad directa hacia quienes están por encima de ellos.

En la Edad Media, ciertos grupos de pobres fueron acompañados por miembros de la nobleza y el clero, los “pauperes Christi”, que practicaban la pobreza voluntaria. Su contraparte en los dos últimos siglos son los jóvenes de clase acomodada que se unen a los movimientos proletarios y muestran un desprecio marcado por las comodidades de su clase.

Muchos de estos “renegados” pueden estar movidos por el resentimiento hacia sus padres. Pero también suele estar envuelto el factor de apaciguamiento de la envidia, la mala conciencia social y el sentimiento de culpa. Y tampoco hay que descartar la envidia hacia quienes tienen más que ellos.

Por supuesto, también hay genuino idealismo. Pero debe notarse que ellos piensan que sus protegidos nunca podrán estar contentos, aunque salgan de la pobreza, porque la vista de los ricos siempre les provocará envidia. Es muy revelador este texto de Sydney y Beatrice Webb : “La mera existencia, en cualquier vecindario, de una familia rica, por muy bien que se comporte, es por su mal ejemplo una plaga para todo el distrito, rebajando los estándares, corrompiendo la moralidad y neutralizando el trabajo de iglesias y escuelas”.

( Envy, Por Helmut Schoeck, 235-276 )

Comments:
Es una paradoja que quienes critican el materialismo capitalista son los mismo que quieren distribuir los bienes que unos pocos disfrutan.
Ejemplo: En Chile tenemos el impuesto específico a los combustibles que data de hace más de 30 años, cuando había pocos automóviles en el país. No se lo quieren eliminar porque los ricos se beneficiarían más. Como si todos los chilenos quisieramos comprarnos un Mercedes Benz u otro auto de lujo. El auto ahora es un medio para trabajar. Vaya entender eso el socialista.
Hace tiempo me contó mi hermano, que un escritor afamado (homosexual y de izquierda) criticaba a los nuevos 'ricos' de los noventa, personas que eran pobres y que gracias al crecimiento económico de los noventa, tenían oportunidades de acceder a los mismo bienes de la clase alta. Los criticaba porque accededían a los mismo bienes de la clase acómodada. Todo ello, gracias a la expansión de los mall y los grandes cadenas de supermercados. Y luego dicen que a ellos les interesa sacar a la gente de la pobreza.
 
Los socialistas tienen un dilema con los pobres. Por un lado, los necesitan para ganar elecciones con la promesa de reducir la pobreza. Por otra parte, si los pobres van disminuyendo, disminuye su electorado potencial.

¿Cómo se resuelve el problema?

1) El socialismo democrático propone una expansión continua de los servicios estatales para atacar, no ya la pobreza, sino la desigualdad relativa. En otras palabras, reconvierte a los que dejaron de ser pobres en "pobres relativos" y así mantiene su electorado.

2) El socialismo totalitario ( Castro, Chávez )convierte a casi todos en pobres, excepto el grupo dirigente, que pasa a ser la nueva burguesía. Entonces a los pobres se les dice que la culpa de la pobreza la tiene la vieja oligarquía, el imperialismo, el capitalismo salvaje y demás.
 
Envidia... no estoy muy convencido de que exista.

Yo puedo querer la computadora de mi semejante, pero no quiero esa en especial, quiero una igual o mejor, sin la intención de dejar a mi semejante sin computadora. Es un simple sentimiento de deseo.

Pero lo que los socialistas hacen no es más que un vulgar acto delincuencial, sin importar sus razones, como una indefinida "envidia".

Me niego a cubrir o justificar con una cualidad humana la violación de los derechos de las personas. Pienso que son dos cosas distintas.

La tragedia de los pobres se debe a una convinación de violación de derechos con ignorancia general de las victimas de esas violaciones.

Por otro lado, se me antoja que la envidia es el antónimo de egoísmo. ¿Será?
 
Rigo: Ahí van mis opiniones sobre los puntos de tu comentario:

1) No tengo ninguna duda de que la envidia existe. Me remito a mi propia experiencia y a muchos de los casos que aparecen en el libro que comento.

2) Efectivamente, en el caso de la computadora no hay envidia.

3) Creo también que los mandamases socialistas están motivados por el afán de poder y dominio. Otros simpatizantes socialistas probablemente están afectados por la envidia.

4) Creo que, al menos parcialmente, el egoísmo y la envidia son antagónicos. El egoísmo trata de buscar el bien propio. La envidia, el mal ajeno.
 
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