April 15, 2007
La envidia : La culpa de ser desigual (1)
El miedo, teñido de culpa, a ser desigual, está firmemente asentado en la psique humana. Se encuentra claramente en los pueblos primitivos. Es llamativo que muchos cristianos actuales consideren que ese sentimiento de culpa es una cualidad especialmente cristiana. Olvidan que el Nuevo Testamento libera a los creyentes de ese miedo a la envidia de los vecinos, los dioses y los espíritus. Según Marx Weber, este logro hizo posible emocional y socialmente el mundo moderno.
Los pensadores socialistas han popularizado los conceptos sobre la naturaleza de la desigualdad, exactamente como pensaban los pueblos primitivos. Incluso muchos que no son socialistas no saben cómo lidiar con estas emociones primitivas y demandan soluciones “sociales” que no solucionan nada.
El psicólogo suizo Paul Tournier ha escrito un libro iluminador sobre los sentimientos de culpa genuinos y falsos. El libro se concentra en lo que sucede psicológicamente cuando tenemos miedo de ser envidiados. Sin embargo, la palabra “envidia” sólo aparece en una de las 340 páginas del libro. Aunque describe los tabúes sociales, el fariseísmo y los sentimientos sublimados de culpa, no se atreve a hablar claramente de la envidia.
Veamos un ejemplo. Escribe Tournier : “En una oficina, la gran velocidad de una mecanógrafa generará en sus compañeras un sentimiento de culpa que las paralizará en su trabajo. La mecanógrafa rápida sentirá culpa por los problemas que causa involuntariamente y tratará de hacerles pequeños favores para lograr su perdón”. Tournier no quiere entender que aquí está actuando la envidia y que los gestos conciliatorios no sólo no mejoran las cosas, sino que las empeoran. Tanto en las oficinas como en las escuelas, quienes tienen más talento bajan frecuentemente su desempeño para evitar la envidia.
En el ejemplo siguiente Tournier describe el sentimiento de culpa de la persona destacada, pero no de la envidia de la menos capaz. “Es el miedo al juicio de otros lo que nos impide ser nosotros mismos, mostrar nuestros gustos, deseos y convicciones, desarrollarnos de acuerdo a nuestro potencial”. Tournier llama a esta actitud “falso sentimiento de culpa”. Yo prefiero el de “comportamiento para evitar la envidia”.
Finalmente, Tournier se atreve a usar la palabra “envidia” en este pasaje : “Un cierto sentimiento de culpa es el corolario de cualquier privilegio, aunque sea merecido. Un empleado lo siente cuando su jefe le asigna responsabilidades especiales. Lo mismo una niña seleccionada para cantar en la iglesia. Cualquier envidia hace que surja en nosotros cierta conciencia culpable”.
Sin embargo, como el sujeto del estudio de Tournier es la persona que se siente culpable, y no la envidiosa, es incapaz de encontrar la solución al sentimiento de culpa. Sólo cuando uno tiene el coraje de reconocer a la persona envidiosa tal como es, y de darse cuenta que es insaciable, puede uno liberarse de la culpa.
Tournier cuenta un episodio personal que es bastante ilustrativo. Resulta que pensaba tomar un crucero con su esposa e hijos. Sin embargo, dudaba si ese gasto estaba justificado. Primero pensó discutir el tema con personas de su propio medio social, pero rechazó la idea. Finalmente, consultó con un grupo de trabajadores a quienes conocía. Estos le dijeron que podía hacer el viaje. Este episodio muestra unos sentimiento irracionales de culpa por parte de Tournier.
En una ocasión, Alexander Rustow criticó mis tesis sobre la envidia con estas palabras : “No es el envidioso el responsable de la envidia, sino el envidiado. El ha provocado la envidia, y su indignación es injustificada”. Rustow está equivocado. Nunca existirá una sociedad que haga desaparecer la envidia. El hombre siempre resentirá cualquier diferencia con su vecino, por pequeña que sea.
( Envy, Por Helmut Schoeck, Pag. 308-326 )
El miedo, teñido de culpa, a ser desigual, está firmemente asentado en la psique humana. Se encuentra claramente en los pueblos primitivos. Es llamativo que muchos cristianos actuales consideren que ese sentimiento de culpa es una cualidad especialmente cristiana. Olvidan que el Nuevo Testamento libera a los creyentes de ese miedo a la envidia de los vecinos, los dioses y los espíritus. Según Marx Weber, este logro hizo posible emocional y socialmente el mundo moderno.
Los pensadores socialistas han popularizado los conceptos sobre la naturaleza de la desigualdad, exactamente como pensaban los pueblos primitivos. Incluso muchos que no son socialistas no saben cómo lidiar con estas emociones primitivas y demandan soluciones “sociales” que no solucionan nada.
El psicólogo suizo Paul Tournier ha escrito un libro iluminador sobre los sentimientos de culpa genuinos y falsos. El libro se concentra en lo que sucede psicológicamente cuando tenemos miedo de ser envidiados. Sin embargo, la palabra “envidia” sólo aparece en una de las 340 páginas del libro. Aunque describe los tabúes sociales, el fariseísmo y los sentimientos sublimados de culpa, no se atreve a hablar claramente de la envidia.
Veamos un ejemplo. Escribe Tournier : “En una oficina, la gran velocidad de una mecanógrafa generará en sus compañeras un sentimiento de culpa que las paralizará en su trabajo. La mecanógrafa rápida sentirá culpa por los problemas que causa involuntariamente y tratará de hacerles pequeños favores para lograr su perdón”. Tournier no quiere entender que aquí está actuando la envidia y que los gestos conciliatorios no sólo no mejoran las cosas, sino que las empeoran. Tanto en las oficinas como en las escuelas, quienes tienen más talento bajan frecuentemente su desempeño para evitar la envidia.
En el ejemplo siguiente Tournier describe el sentimiento de culpa de la persona destacada, pero no de la envidia de la menos capaz. “Es el miedo al juicio de otros lo que nos impide ser nosotros mismos, mostrar nuestros gustos, deseos y convicciones, desarrollarnos de acuerdo a nuestro potencial”. Tournier llama a esta actitud “falso sentimiento de culpa”. Yo prefiero el de “comportamiento para evitar la envidia”.
Finalmente, Tournier se atreve a usar la palabra “envidia” en este pasaje : “Un cierto sentimiento de culpa es el corolario de cualquier privilegio, aunque sea merecido. Un empleado lo siente cuando su jefe le asigna responsabilidades especiales. Lo mismo una niña seleccionada para cantar en la iglesia. Cualquier envidia hace que surja en nosotros cierta conciencia culpable”.
Sin embargo, como el sujeto del estudio de Tournier es la persona que se siente culpable, y no la envidiosa, es incapaz de encontrar la solución al sentimiento de culpa. Sólo cuando uno tiene el coraje de reconocer a la persona envidiosa tal como es, y de darse cuenta que es insaciable, puede uno liberarse de la culpa.
Tournier cuenta un episodio personal que es bastante ilustrativo. Resulta que pensaba tomar un crucero con su esposa e hijos. Sin embargo, dudaba si ese gasto estaba justificado. Primero pensó discutir el tema con personas de su propio medio social, pero rechazó la idea. Finalmente, consultó con un grupo de trabajadores a quienes conocía. Estos le dijeron que podía hacer el viaje. Este episodio muestra unos sentimiento irracionales de culpa por parte de Tournier.
En una ocasión, Alexander Rustow criticó mis tesis sobre la envidia con estas palabras : “No es el envidioso el responsable de la envidia, sino el envidiado. El ha provocado la envidia, y su indignación es injustificada”. Rustow está equivocado. Nunca existirá una sociedad que haga desaparecer la envidia. El hombre siempre resentirá cualquier diferencia con su vecino, por pequeña que sea.
( Envy, Por Helmut Schoeck, Pag. 308-326 )