May 24, 2007

 
La tiranía de las visiones (2), Por Thomas Sowell

Pasemos a las visiones sociales. La creencia de que los pobres son pobres porque los ricos son ricos se refleja en expresiones como “los desposeídos” o “los explotados”. La teoría de Marx sobre el fin del capitalismo se basaba crucialmente en el deterioro de las condiciones de vida de la clase trabajadora, lo que la convertiría en revolucionaria. Pero el mismo Marx observó posteriormente que sus predicciones no se estaban cumplido.

¿Cómo rescatar el marxismo a la vista de una clase obrera cada vez más próspera? Esta fue la tarea de Lenin en su libro Imperialismo. La mejoría en las condiciones de vida de los trabajadores se debió a que ellos compartieron los frutos de la explotación de los países menos desarrollados. Las naciones industriales enviaron a los países menos desarrollados su exceso de capital, que de otra forma hubiera creado las crisis anunciadas por Marx.

Lenin presenta como prueba los datos sobre las inversiones extranjeras de tres países industriales en billones de marcos, hacia 1910. Estas son las cifras :

1. Gran Bretaña : Europa (4) América (37) Asia, África y Australia (29)

2. Francia : Europa (23) América (4) Asia, África y Australia (8)

3. Alemania : Europa (18) América (10) Asia, África y Australia (7)

De salida, los datos de Francia y Alemania no confirman la tesis de Lenin. En cuanto a Inglaterra, la inmensa mayoría de sus inversiones estaban en Estados Unidos, Australia, Canadá, Rodesia y Sudáfrica. Lo mismo puede decirse de Francia y Alemania. La tesis de Lenin se derrumba como un castillo de naipes. El fracaso de su libro como obra de lógica destaca su éxito como obra de propaganda. Como dijo Joseph Schumpeter: “Lo primero que alguien hará por sus ideales es mentir”. Y como nos enseña el siglo XX, también matar.

Incluso movimientos reformistas más limitados reflejan la visión de la justicia cósmica, es decir, oposición a una situación independientemente de si la solución propuesta mejora o empeora a quienes están en la situación.

Por ejemplo, a finales del siglo XIX, muchos inmigrantes a Estados Unidos vivían en viviendas muy insalubres. Muchos de ellos hubieran podido tener mejores viviendas, pero preferían enviar dinero a sus familias en el exterior o ahorrar para un mejor futuro de sus hijos. En esencia, tomaban decisiones sobre sus propias prioridades.

Los partidarios de la reforma no aumentaron las opciones de esta gente sino que las redujeron. Al obligar por ley a construir mejores viviendas, estas costaban más, y la gente tenía que dedicar un mayor porcentaje de sus ingresos a vivienda, y que daba menos para otras cosas que les interesaban más. Los reformistas se sentían bien, pero la gente a la que querían ayudar no podía tomar las decisiones que deseaba.

Un caso muy similar es el de quienes critican las fábricas del Tercer Mundo que exportan sus productos para ser vendidos en los almacenes de Estados Unidos . Es muy fácil proclamar que los trabajadores de esos países son “explotados” por las compañías norteamericanas que ponen las fábricas allí. Pero no hay que olvidar que, para esos trabajadores, trabajar en una fábrica es una alternativa mucho mejor que cualquier otra de las que están disponibles . No se pueden pagar salarios u ofrecer condiciones de trabajo de Estados Unidos a trabajadores que no tienen la productividad estadounidense.

También en este caso los críticos se sentirían muy bien si se obligase a las compañías a pagar salarios altos, pero los supuestos beneficiarios perderían el trabajo. Como en otros casos, los seres humanos son sacrificados a la tiranía de las visiones porque los sacrificados no son los mismos que los exaltados visionarios.

( The Quest for Cosmic Justice, Free Press, 1999, Pag. 99-141 )

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