June 03, 2007
Las perversas reglas de juego en América Latina, Por Guillermo M. Yeatts
( Resumen del Capítulo V “Renacimiento y ocaso de las instituciones de la intervención (1930-1990)” )
Después de varias décadas de crecimiento económico en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, llegaron treinta años en los que hubo dos guerras mundiales, una gran crisis económica y un cambio radical de las normas formales en los países centrales. La crisis de 1929 tuvo importantes efectos sobre América Latina porque Estados Unidos se había convertido en el principal inversor externo.
Hacia la década del 40 todas las economías del mundo tenían como protagonistas crecientes a los gobiernos. Por otro lado, la disminución del comercio contribuyó a consolidar el nacionalismo económico en Latinoamérica. En poco tiempo cambió el panorama. Ahora los protagonistas serían las empresas y organismos públicos, los controles de precios, salarios y cambios, las regulaciones, los subsidios, el gasto público y las leyes protectoras del sector que fuera.
De esta forma resurgieron las normas informales forjadas por una tradición secular, por ejemplo : la desconfianza sobre el afán de lucro, la condena de la riqueza personal, la priorización de la igualdad sobre la libertad, de la solidaridad sobre el comercio, de la propiedad común sobre la privada.
Así el “constitucionalismo social” reemplazó al clásico “constitucionalismo liberal”. Mientras la “democracia liberal” resguarda los derechos del individuo frente al poder estatal, la “democracia social” obliga al Estado a garantizar a la gente condiciones dignas de vida. La Constitución de México de 1917 fue la primera en incluir un vasto capítulo de derechos sociales, y posteriormente lo hicieron las demás.
El constitucionalismo social derribó el último obstáculo formal que se oponía al regreso del Leviatán. Cuatro siglos y medio después de la unificación de las Coronas de Castilla y Aragón, poco se había avanzado en materia de limitación al poder absoluto en América Latina.
En la década del 30, la caída de la demanda internacional hizo resaltar la caída de los precios de los bienes primarios exportados por AL y el aumento de precios de los bienes industriales importados. Esto se englobó en una teoría más amplia de la relación entre países centrales y periféricos, formulada por Raúl Prebisch y la CEPAL.
Mientras que la demanda externa de alimentos y materias primas tenía una elasticidad-ingreso inferior a la unidad, la de productos manufacturados tenía una superior a la unidad. La única solución para la periferia era la industrialización. La CEPAL postuló un modelo dirigista y estatizante, basado en tres principios :
1. La industria no puede sobrevivir sin la protección estatal.
2. Dado que la acumulación de capital privado es lenta, el Estado debe intervenir para movilizar capital hacia el sector industrial.
3. La preocupación por los trabajadores exige que el Estado controle los precios de los artículos de primera necesidad.
El crecimiento del gobierno implica el del gasto público, que sólo podía financiarse mediante impuestos, crédito o emisión monetaria. La vía de los impuestos se agotó en los años 80, afectando a México, Perú, Venezuela, Brasil y Argentina. Sólo quedaba la emisión monetaria, que llevó a la hiperinflación de Argentina (1989), Bolivia (1985) y Brasil (1990). Se calcula que entre 1988 y 1990, 46 de cada 100 pesos que utilizaba el gobierno argentino provenían de la emisión.
Los indicadores de la década del 80 para AL fueron : estancamiento, hiperinflación, caída del PIB per capita, deterioro en salud, educación, y justicia, destrucción de los sistemas de pensiones, abandono de la inversión pública, descalabro de las empresas del Estado, entre otros.
( Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2003, Pag. 109-131 )
( Resumen del Capítulo V “Renacimiento y ocaso de las instituciones de la intervención (1930-1990)” )
Después de varias décadas de crecimiento económico en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, llegaron treinta años en los que hubo dos guerras mundiales, una gran crisis económica y un cambio radical de las normas formales en los países centrales. La crisis de 1929 tuvo importantes efectos sobre América Latina porque Estados Unidos se había convertido en el principal inversor externo.
Hacia la década del 40 todas las economías del mundo tenían como protagonistas crecientes a los gobiernos. Por otro lado, la disminución del comercio contribuyó a consolidar el nacionalismo económico en Latinoamérica. En poco tiempo cambió el panorama. Ahora los protagonistas serían las empresas y organismos públicos, los controles de precios, salarios y cambios, las regulaciones, los subsidios, el gasto público y las leyes protectoras del sector que fuera.
De esta forma resurgieron las normas informales forjadas por una tradición secular, por ejemplo : la desconfianza sobre el afán de lucro, la condena de la riqueza personal, la priorización de la igualdad sobre la libertad, de la solidaridad sobre el comercio, de la propiedad común sobre la privada.
Así el “constitucionalismo social” reemplazó al clásico “constitucionalismo liberal”. Mientras la “democracia liberal” resguarda los derechos del individuo frente al poder estatal, la “democracia social” obliga al Estado a garantizar a la gente condiciones dignas de vida. La Constitución de México de 1917 fue la primera en incluir un vasto capítulo de derechos sociales, y posteriormente lo hicieron las demás.
El constitucionalismo social derribó el último obstáculo formal que se oponía al regreso del Leviatán. Cuatro siglos y medio después de la unificación de las Coronas de Castilla y Aragón, poco se había avanzado en materia de limitación al poder absoluto en América Latina.
En la década del 30, la caída de la demanda internacional hizo resaltar la caída de los precios de los bienes primarios exportados por AL y el aumento de precios de los bienes industriales importados. Esto se englobó en una teoría más amplia de la relación entre países centrales y periféricos, formulada por Raúl Prebisch y la CEPAL.
Mientras que la demanda externa de alimentos y materias primas tenía una elasticidad-ingreso inferior a la unidad, la de productos manufacturados tenía una superior a la unidad. La única solución para la periferia era la industrialización. La CEPAL postuló un modelo dirigista y estatizante, basado en tres principios :
1. La industria no puede sobrevivir sin la protección estatal.
2. Dado que la acumulación de capital privado es lenta, el Estado debe intervenir para movilizar capital hacia el sector industrial.
3. La preocupación por los trabajadores exige que el Estado controle los precios de los artículos de primera necesidad.
El crecimiento del gobierno implica el del gasto público, que sólo podía financiarse mediante impuestos, crédito o emisión monetaria. La vía de los impuestos se agotó en los años 80, afectando a México, Perú, Venezuela, Brasil y Argentina. Sólo quedaba la emisión monetaria, que llevó a la hiperinflación de Argentina (1989), Bolivia (1985) y Brasil (1990). Se calcula que entre 1988 y 1990, 46 de cada 100 pesos que utilizaba el gobierno argentino provenían de la emisión.
Los indicadores de la década del 80 para AL fueron : estancamiento, hiperinflación, caída del PIB per capita, deterioro en salud, educación, y justicia, destrucción de los sistemas de pensiones, abandono de la inversión pública, descalabro de las empresas del Estado, entre otros.
( Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2003, Pag. 109-131 )
Comments:
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No sé si has visto por el TV cable un documental del canal Infinito de Argentina sobre el FMI. En ese documental por cierto de izquierda, culpa la mala suerte de México, Perú, Argentina y Brasil al FMI. Naturalmente, elogiaba el gasto público como una política económica correcta. Y que por haber detenido el gasto público, había quedado la hecatombe en los países que mencionas.
Javier: No he visto el documental del que hablas. A mí me dan risa las críticas al FMI.
Todo lo que tiene que hacer un país para no seguir las directrices del FMI es no pedir dinero. Es gracioso pedir dinero y luego quejarse de que les pongan condiciones. Mí crítica al FMI es la contraria. Acude a salvar a todos los gobiernos que hacen desastres. ¿Por qué estos gobiernos no pueden pedir dinero a sus propios ciudadanos? Y si estos no le dan, por algo será.
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Todo lo que tiene que hacer un país para no seguir las directrices del FMI es no pedir dinero. Es gracioso pedir dinero y luego quejarse de que les pongan condiciones. Mí crítica al FMI es la contraria. Acude a salvar a todos los gobiernos que hacen desastres. ¿Por qué estos gobiernos no pueden pedir dinero a sus propios ciudadanos? Y si estos no le dan, por algo será.
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