June 17, 2007

 
Las perversas reglas de juego en América Latina, Por Guillermo M. Yeatts

(Resumen del Capítulo VII “Hacia una nueva década perdida”)


Al derrumbarse la economía argentina, parecía repetirse el ciclo de devaluación, default, inflación, el mismo de la década perdida de los 80.

Comenzaron a reaparecer los políticos populistas, las economías cerradas y la primacía del Estado. Este proceso de “contrarreforma” mostró la fragilidad y superficialidad de las reformas de los 90.

Según Ian Vásquez, el crecimiento per capita de los 90 (1.5%), aunque mayor que el de los 80 (- 0.68%), no colmó las expectativas, y los populistas cargaron las culpas sobre el libre mercado.

Los cierto es que los gobiernos hicieron algunas reformas pero dejaron muchas otras sin hacer. Por ejemplo, no se trabajó en los derechos de propiedad, el estado de derecho, la modernización de los trámites gubernamentales, la reducción o eliminación de regulaciones, reducción del intervencionismo, reducción de barreras al comercio, y muchas otras.

Al reducirse el ritmo del cambio, las instituciones y grupos que siempre se habían dedicado a la búsqueda de rentas se rearmaron, estrecharon filas y se fortalecieron para frenar el cambio. Por el contrario, en los países en que la reforma avanzó, como Chile y México, se generó una importante dinámica motivada en factores externos, como una profunda integración del comercio y las inversiones con el mundo en el caso del primero, y el NAFTA en el caso del segundo.

Chile aplicó un conjunto de políticas abiertas y coherentes durante un largo periodo. Su ingreso per cápita se duplicó en 15 años y la tasa de pobreza se redujo del 42% al 22% en 11 años.

En Chile resultaron fundamentales dos factores: la apertura comercial y la reforma del sistema de pensiones. Desmanteló el sistema de protección y adoptó una política arancelaria uniforme para todos los productos, que fue bajando del 10% al 6%. Por otro lado, adoptó un sistema de pensiones basado en cuentas individuales de capitalización. Estas significan que cada trabajador es capitalista. Los chilenos se benefician del libre comercio no sólo como consumidores sino como dueños de empresas.

El caso chileno indica que la apertura comercial es un fuerte freno a los beneficiarios de las instituciones coloniales. Sin embargo, todavía hay algunos sectores agrícolas con comercio protegido y resabios del Estado productor como la empresa pública minera y la petrolera.

En México, la victoria de Vicente Fox sorprendió al mundo. Pero debajo de este cambio estaba la lenta y profunda acción del libre comercio, carcomiendo las raíces de las tradicionales instituciones que cerraban el sistema económico y político.

México parecía no encontrar el rumbo después de las crisis económicas de 1982, 1988 y 1994. El NAFTA significó un nuevo factor de dinamismo en el proceso de cambio hacia instituciones más abiertas.

El comercio entre México y Estados Unidos aumentó a un ritmo del 16% anual. El PIB ha crecido a buen ritmo desde 1996, con un mínimo de 3.7% en 1999 y un máximo de 6.8% en 1997. Estas cifras contrastan con el pobre desempeño de la región en el mismo periodo.

EL NAFTA ha debilitado a los grupos tradicionales de poder, abriendo las puertas para un cambio de las reglas de juego. Sin embargo, todavía existen fuertes regulaciones, desde controles de precios en medicamentos, energía y servicios públicos hasta la existencia de monstruos como Pemex, Cemex, y otros.

El caso de México indica que a través de factores externos es posible cambiar reglas de juego que condenan a la sociedad a la pobreza.

( Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2003, Pag. 161-175 )

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