June 24, 2007
Las perversas reglas de juego en América Latina, Por Guillermo M. Yeatts
( Resumen del capítulo XI “Una salida para América Latina” )
A lo largo de este libro hemos destacado cómo las reglas del juego de una sociedad, explícitas e implícitas, establecen premios y castigos para los individuos y organizaciones.
América Latina ha sido a lo largo de su historia una sociedad en busca de rentas. Los fenómenos de voracidad fiscal, empleo público, corrupción, búsqueda de rentas, se explican en parte por la ausencia de convicción moral sobre el valor intrínseco del trabajo. Se trabaja para vivir, pero el trabajo en sí mismo no es un elemento enaltecedor.
Otra de las constantes ha sido el escaso peso de la ley escrita, que se ha manifestado en dos fenómenos principales: economía subterránea y corrupción. Parece ser que opera una curva de Laffer en otros ámbitos de la economía. Las regulaciones laborales generan el empleo informal. Las altas barreras a las importaciones producen el contrabando. Y las elevadas reglamentaciones administrativas producen la venta del servicio de gestoría por parte de los empleados públicos.
Si bien las reformas latinoamericanas de los 90 fueron mejores que la situación anterior, no hubo respeto pleno por la propiedad privada, la división de poderes ni el orden constitucional.
Douglass North afirma que el cambio institucional desde instituciones ineficientes a otras más eficientes se produce cuando los individuos y las organizaciones perciben que las oportunidades potenciales de las nuevas reglas de juego serán más beneficiosas para sus intereses. Si no existieran restricciones entre las diferentes sociedades, las instituciones que han demostrado ser más eficientes deberían reemplazar a las menos eficientes. Pero este reemplazo se retrasa porque los ganadores del viejo modelo retrasan el cambio todo lo posible.
La reforma de los 90 se produjo por la crisis de financiamiento de los gobiernos, la aparición de un nuevo marco internacional de apertura y el surgimiento de nuevos grupos ganadores con el nuevo marco. Además, los sectores rentistas del modelo de sustitución de importaciones habían perdido poder.
Inicialmente, la reforma presenta más beneficios que costos, por la reducción de precios, reducción de la inflación, y disponibilidad de bienes. Pero las instituciones informales no garantizan en absoluto la continuidad de las reformas. Incluso la misma reforma dejó bastante que desear. Muchas privatizaciones terminaron en monopolios privados. La apertura comercial fue “comercio administrado” o “proteccionismo ampliado”. La estabilidad monetaria cambió inflación por deuda. El gasto público no sólo no se redujo sino que se intensificó.
En esencia, no hubo una verdadera reforma. Sus bases fueron endebles. Sólo hubo cambios superficiales que no afectaron las causas profundas de la pobreza. El verdadero cambio dependerá del cambio real de las instituciones formales y la eliminación de los hábitos improductivos.
De cara al futuro, consideramos que existen factores que nos permiten ser optimistas respecto a las posibilidades de cambio de las reglas de juego, principalmente el proceso denominado “globalización”. La existencia de mercados globales ejerce un mayor control sobre la eficiencia de los gobiernos y los sectores privados y presiona hacia el cambio.
Así como la mayor productividad derivada de la Revolución Industrial provocó una profunda reorganización social y económica, la creciente interconexión de la economía mundial tiene efectos innegables en la adopción de reglas de juego institucionales eficientes.
En este contexto, es de esperar que las reglas de juego imperantes en América Latina sean corroídas en un proceso de largo aliento.
( Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2003, Pag. 219-231 )
( Resumen del capítulo XI “Una salida para América Latina” )
A lo largo de este libro hemos destacado cómo las reglas del juego de una sociedad, explícitas e implícitas, establecen premios y castigos para los individuos y organizaciones.
América Latina ha sido a lo largo de su historia una sociedad en busca de rentas. Los fenómenos de voracidad fiscal, empleo público, corrupción, búsqueda de rentas, se explican en parte por la ausencia de convicción moral sobre el valor intrínseco del trabajo. Se trabaja para vivir, pero el trabajo en sí mismo no es un elemento enaltecedor.
Otra de las constantes ha sido el escaso peso de la ley escrita, que se ha manifestado en dos fenómenos principales: economía subterránea y corrupción. Parece ser que opera una curva de Laffer en otros ámbitos de la economía. Las regulaciones laborales generan el empleo informal. Las altas barreras a las importaciones producen el contrabando. Y las elevadas reglamentaciones administrativas producen la venta del servicio de gestoría por parte de los empleados públicos.
Si bien las reformas latinoamericanas de los 90 fueron mejores que la situación anterior, no hubo respeto pleno por la propiedad privada, la división de poderes ni el orden constitucional.
Douglass North afirma que el cambio institucional desde instituciones ineficientes a otras más eficientes se produce cuando los individuos y las organizaciones perciben que las oportunidades potenciales de las nuevas reglas de juego serán más beneficiosas para sus intereses. Si no existieran restricciones entre las diferentes sociedades, las instituciones que han demostrado ser más eficientes deberían reemplazar a las menos eficientes. Pero este reemplazo se retrasa porque los ganadores del viejo modelo retrasan el cambio todo lo posible.
La reforma de los 90 se produjo por la crisis de financiamiento de los gobiernos, la aparición de un nuevo marco internacional de apertura y el surgimiento de nuevos grupos ganadores con el nuevo marco. Además, los sectores rentistas del modelo de sustitución de importaciones habían perdido poder.
Inicialmente, la reforma presenta más beneficios que costos, por la reducción de precios, reducción de la inflación, y disponibilidad de bienes. Pero las instituciones informales no garantizan en absoluto la continuidad de las reformas. Incluso la misma reforma dejó bastante que desear. Muchas privatizaciones terminaron en monopolios privados. La apertura comercial fue “comercio administrado” o “proteccionismo ampliado”. La estabilidad monetaria cambió inflación por deuda. El gasto público no sólo no se redujo sino que se intensificó.
En esencia, no hubo una verdadera reforma. Sus bases fueron endebles. Sólo hubo cambios superficiales que no afectaron las causas profundas de la pobreza. El verdadero cambio dependerá del cambio real de las instituciones formales y la eliminación de los hábitos improductivos.
De cara al futuro, consideramos que existen factores que nos permiten ser optimistas respecto a las posibilidades de cambio de las reglas de juego, principalmente el proceso denominado “globalización”. La existencia de mercados globales ejerce un mayor control sobre la eficiencia de los gobiernos y los sectores privados y presiona hacia el cambio.
Así como la mayor productividad derivada de la Revolución Industrial provocó una profunda reorganización social y económica, la creciente interconexión de la economía mundial tiene efectos innegables en la adopción de reglas de juego institucionales eficientes.
En este contexto, es de esperar que las reglas de juego imperantes en América Latina sean corroídas en un proceso de largo aliento.
( Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2003, Pag. 219-231 )