August 17, 2007

 
Acerca de nuestra riqueza

Por Olmedo Miró, de la Fundación Libertad de Panamá

( Artículo publicado recientemente en el diario La Prensa)

Hace poco me tocó desempolvar uno de esos libros que a uno le toca leer de apuro y a altas horas de la noche para los exámenes de la universidad; el libro: La Riqueza de las Naciones, de Adam Smith, el gran clásico de la economía. Luego, me puse a pensar eso que dicen sobre los clásicos, que como el buen vino, se leen mejor con el pasar de los años; bueno, en este caso, concuerdo completamente.

"Riqueza" es una de las palabras más abusadas en nuestra moderna y politizada sociedad. Todos hablan de ella refiriéndose al crecimiento de la riqueza nacional y a su "mala repartición". Sin embargo, cuando se preguntan ¿ qué es la riqueza y qué la causa? Bueno, aparte de aquellos que piensan que son esos billetes verdes que nos mandan los gringos, nadie puede dar una respuesta coherente aparte de mandarte donde un economista, de esos de hoy en día, que te confundirá aún más con su parafernalia de estadísticas esotéricas.

Adam Smith, en su libro, rápidamente definió la causa de la riqueza de las naciones y al principio de su obra establece la división del trabajo y como consecuencia, el intercambio a través del comercio libre como la esencia de la riqueza de una nación.

¿Se ha puesto a pensar cuántos de esos artículos necesarios para su existencia, desde la comida pasando por un lápiz hasta una lap-top, podría fabricar sólo con sus manos? Seguro que muy pocos y si lo hace, tendría que olvidarse de todos los demás, empobreciéndose.

Y, por otro lado, se ha preguntado, ¿cuántos de estos productos son el resultado de una sola mano y que no requieran del intercambio o comercio? Seguro que casi nada y mientras más complejos, menos aún. Ahora, esto es lo que llamó Smith "división del trabajo" y es solo a través de su desarrollo como los países se desarrollan y cuando no, es cuando encontramos los elementos de pobreza, como pobres seremos el día que no podamos comerciar con nuestras habilidades. La división del trabajo es la esencia de la riqueza de las naciones.

Ahora, para que esa "división del trabajo" se dé, es imprescindible el comercio y para que exista el comercio es imprescindible el libre intercambio entre las personas. Y se entiende como libre intercambio el intercambio voluntario. La libertad como causa de la riqueza de las naciones.

Pocos conocen que Adam Smith no era economista, sino un "filósofo moral" y que su obra más grande posiblemente no fue la Riqueza de las Naciones sino su Teoría de los Sentimientos Morales.¿Economía y moral? Sí. Para Smith son parte de lo mismo y se integran a través del comercio.

En el sistema moral de Smith, las sociedades se integran a través del desarrollo de la empatía entre sus integrantes, entendiendo empatía como comprensión mutua de sus actos. Esto es algo que toma tiempo desarrollarse, pero ¿qué tiene que ver esto con el comercio? Bueno, adivinen qué es lo que hacen los comerciantes y mercadólogos todo el tiempo si no es desarrollar empatía con sus clientes.

Es el milagro del comercio, consecuencia de la división del trabajo, que integra en un objetivo común los trabajos y conocimientos de miles de personas, que ni siquiera se conocen. Así, hay que ver el comercio internacional no como una competencia deportiva donde unos ganan y otros pierden sino como una colaboración entre individuos dispersos por el beneficio de la sociedad global. Así, sin duda, el comercio ha hecho más por la paz mundial que mil "naciones unidas".

Es una verdadera tragedia que con el advenimiento de las matemáticas en las ciencias sociales y económicas esta claridad en el lenguaje se ha perdido en los economistas, sustituyéndolo con una hermenéutica incomprensible de sortilegios numéricos tratando de crear la falsa impresión que los números garantizan la ciencia y la verdad. Qué gran fallo; gracias a Dios todavía podemos recurrir a los grandes clásicos que aunque viejos todavía ofrecen la claridad que sólo las grandes obras pueden garantizar

Comments:
Todavía no lo termino.
Termine el capítulo en que muestra que los aborígenes del caribe donde llegó Colón, valorizaban más la cómida que traían los europeos que el oro que tenían en la isla. La razón: Les importaba más alimentarse como prioridad que tener piedras que no le eran útiles.
Lo mismo que ocurre si uno está en el desierto, querra agua o una bebida isotónica a un metal precioso; aunque sea el oro del Rey Escorpión.
Me he dado cuenta, que a los estudiantes de ingeniería comercial o de economía no les hacen leer a los clásicos.
 
El último párrafo me recuerda la critica de Mises a la economía.
 
La crítica de Mises es interesante. El no aceptaba que pudiera haber una medición exacta del crecimiento del producto o de los precios, sólo aproximaciones. Lo cierto es que diferentes firmas consultoras llegan a diferentes cifras, lo que indica que no se trata de una medición sino de una estimación. Pero los números tienden a dar una falsa seguridad.

Hace poco escuché a un profesor de la Universidad de Panamá que él podía demostrar los efectos de un TLC con un modelo econométrico. No pude menos que soltar la carcajada. Un modelo puede sugerir relaciones entre variables, pero siempre será discutible la causalidad y la dirección de la misma.
 
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