August 09, 2007

 
Comentario: Una confesión reconfortante

En la página 49 del libro Conversations with Isaiah Berlin, del que estoy publicando algunas selecciones, encuentro el siguiente texto : “Aunque podía hablar con él de música y literatura, me resultaba imposible entender una sola palabra de los escritos de filosofía de Adorno, quien, según me dicen, es muy admirado en Francia. Tampoco comprendo nada de los escritos de Derrida. Esto puede deberse a mi condicionamiento filosófico del que soy demasiado viejo para liberarme”.

Pienso que Berlin es demasiado amable. A mí, y a algunos conocidos, nos pasa lo mismo respecto a muchos de los que pasan por ser grandes pensadores de la segundad mitad del siglo XX, sobre todo del último tercio. En este punto, yo sigo la máxima de Unamuno : “Si no entiendo algo a la primera, el problema soy yo. Si no lo entiendo a la segunda, el problema es el autor”.

Recuerdo que hace unos diez años compré un libro cuyo título era algo así como Enciclopedia del Pensamiento Contemporáneo. En el catálogo parecía de lo más interesante, ya que incluía las principales ideas de cada uno de los principales pensadores de los últimos treinta años. Cuando comencé a leer me llevé una gran decepción. Caso tras caso, las ideas eran, o bien constataciones irrelevantes al alcance de cualquiera, o palabrería cuyo significado era imposible de entender, suponiendo que hubiera alguno. Así que, después de algunos esfuerzos infructuosos, el libro acabó en la bolsa de la basura.

Cuando era un joven estudiante, sentía un respeto reverencial por los que los críticos decían que eran los grandes literatos y pensadores. Poco a poco empecé a juzgar por mí mismo, hasta que prácticamente deje de leer a los críticos profesionales. Mi listado de autores que merecen la pena se ha reducido bastante, aunque hay suficiente para dos o tres vidas.

Comments:
Un profesor que hizo su post grado en filosofía en EE.UU, y que conoció a Karl Popper, también decía lo mismo con respecto a los autores oscuros. En aquel tiempo era yo un poco soberbio, y la filosofía analítica o la tradición inglesa de filosofía la miraba en menos, en contraposición a los filósofos alemanes. Luego cambie, cuando conocí a un profesor que fue alumno del filósofo inglés Strawson y del mismo Berlín. Tambien miraba en menos a Berlín.
Ese profesor había estudiado en Oxford o Cambriege. En esas institiciones los profesores le pedían a sus alumnos como tarea un ensayo cada semana. Era como la película 'Tierra de Sombras', ¿La viste?
 
Ahora recuerdo que leí, que Adorno y su séquito escribía en forma oscura, para no sentirse dominado por el sistema capitalista. Pues, según ellos, el lenguaje era dominio.
También recuerdo que un libro llamado 'Los Hombres detrás de las ideas', del periodista de la BBC, Bryan Maggy, allí entrevista a Marcuse. Marcuse le dice que a veces no entendía los textos de Adorno.
Te recomiendo el libro de Maggy, también entrevista a Berlín. Hay una edición en castellano del F.C.E
 
Por alguna razón, los pensadores que escriben en inglés suelen resultar más comprensibles que quienes lo hacen en alemán o francés. Parece que el inglés obliga a un mayor nivel de precisión.

Revel solía decir que cuando tenía dudas sobre algún escritor, lo traducía mentalmente al inglés, y esa era para él una prueba definitiva. Creo que no le faltaba razón.

El libro que me recomiendas lo tengo en mí Wish List de Amazon y ya me está picando la curiosidad. En cuanto a la película, no la he visto.
Saludos.
 
Me acordé hoy día, que también Bertrand Russel no le gustaba la filosofía oscura. El profesor que conoció a Popper, igualmente repitiendo a Russel, que si a un filósofo no lo entendía, el problema no era de él.
De hecho, Russel consideraba la filosofía de Hegel como de galimatías.
Russel en filosofía de la matemática y la lógica es un 7, sin embargo, como tu mostrarte en un post, en política, Russel es un cero para la izquierda.
 
Yo leí bastante a Russell hace años. Su prosa es clara y elegante. Todavía me gusta su Historia de la filosofía occidental y algunos otros escritos. El problema es que cambiaba de opinión como de camisa, por ejemplo, respecto al socialismo. Por eso alguien decía que uno no debía preguntar qué pensaba Russell, sino qué pensaba en el año X.
 
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