August 10, 2007

 
El desempleo, Por John A. Bennet, de la Fundación Libertad de Panamá

( Artículo publicado en el diario El Panamá-América)

El desempleo es origen y raíz de muchos vicios y es el veneno de una sociedad libre que agota la fuente de sus virtudes. Para lograr empleo se requiere servir a los demás y no al dinero, pero tristemente, una de las carencias típicas de los empleados criollos es ver el servicio hacia los demás como algo que denigra y no algo que enaltece. Esta actitud lleva a muchos a incluir "el juega vivo" en sus trabajos y hacerlo práctica habitual, quemando puentes en su camino, de manera que jamás podrán pasar de vuelta por donde ya estuvieron, y menos, escalar en su senda laboral.

El desempleo ha sido descrito como una calamidad, tanto así que es uno de los temas más sopeteados por los medios, y tanto empresarios como políticos se disputan argumentos para explicarlo y proponer su erradicación. La respuesta a esta situación ha sido mayormente intervencionista y... ¿quién más que los gobiernos tienen la ineficaz capacidad interventora?

Hasta ahora el diagnóstico predominante ha señalado como culpable al libre mercado y cada vez son más quienes claman por la intervención gubernamental, la cual es la vía más sencilla y cómoda de explicar e implementar en el corto plazo. Por supuesto que como el gobierno es una mera ficción, igual que las fronteras -salvo quizás la gringa, que ahora intenta imitar la Muralla China-, quienes quedan al frente de la intervención para curar los excesos del mercado son los políticos, los cuales son peores que el mal que se supone deben combatir.

Bueno, no es que no haya buenos políticos, el problema se presenta cuando les exageramos los encargos. En su justa medida los políticos llenan una función vital.

La prueba palpable del exceso de gobierno la vemos en el expansionismo continuo del aparato gubernamental con su gasto empobrecedor y el discurso de sus líderes que nos informan que ellos han sido ungidos para resolver el desempleo y su corolario: la pobreza. Pero lo que jamás entenderán es que el desempleo es una patología política que emana de la primitiva y popular creencia de que el gobierno puede mejorar el mercado a través de su legislación y que los sindicatos pueden resolver sus necesidades a través de sus convenciones colectivas.

Lo que resulta más difícil, mas no imposible, ya que se ha logrado en países como en Estonia, Irlanda y otros, tal como lo señaló en su reciente visita a Panamá su ex primer ministro, Mart Laar, es que los galenos del desempleo y la pobreza deben dejar de recetarle al paciente la exagerada cantidad de medicamentos oficiales que constituyen la verdadera fuente de la patología.

Laar preguntó en la última CADE a la nutrida concurrencia que escuchó su presentación, si alguno conocía el nombre del Presidente de Suiza y nadie respondió. "No se preocupen", dijo Laar, "que ni los suizos lo conocen". Lo que no entendemos es que un buen líder es invisible. Es como la tubería de aguas negras, que hace su trabajo sin ser vista, y menos mal, porque si la destapamos el olor sería horroroso, tal como mala es la acción equivocada de nuestros políticos tradicionales.
No entienden que menos es más. Esto lo señaló otro visitante que estuvo con nosotros hace poco tiempo, el economista tico, Rigoberto Stewart, quien comentó su sorpresa al ver que en el país las noticias que acaparaban las primeras planas en los diarios, la hora clave de la radio y televisión estaban pendientes hasta del eructo de tal ministro, presidente y otros funcionarios. A eso hemos llegado, a que todo gire en torno a nuestros servidores públicos. Lo triste de todo esto es que este es el mal, es la fuente del desempleo y de la pobreza.

Lo que necesitamos es menos ley, menos políticos y que su presencia disminuya. Que las botellas mengüen y que la noticia que ocupe los titulares sea el éxito del hombre común y de su libertad para hacer patria.

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