October 10, 2007

 
Murray Rothbard : Crítica praxeológica de la ética antimercado (2)

8. La crítica del materialismo egoísta
El ingreso puede usarse para fines egoístas o altruistas. Un empresario puede comprar un yate o construir un hogar para huérfanos. La decisión es suya, no del mercado.

Incluso desde un punto de vista altruista hay que aplaudir la maximización del ingreso, porque este es un indicador de los servicios prestados a otros.

La crítica sobre el materialismo es también falaz. Uno puede usar su dinero para comprar cosas materiales o para disfrutar actividades intelectuales, artísticas u otras de carácter espiritual. La economía de mercado no le empuja ni a una cosa ni a otra. La decisión es personal.

9. ¿Regreso a la jungla?
El libre mercado es lo opuesto de la jungla. En ésta se da la guerra de todos contra todos. En el libre mercado, la cooperación pacífica y el servicio a las necesidades ajenas. Si alguien promueve la ley de la jungla es el Estado, que puede imponerse por la fuerza.

En el libre mercado nadie puede imponer nada a otros. Cada uno puede disponer de su dinero como lo crea necesario. Si hay gente que cree que alguien no está obteniendo lo que le corresponde, nada impide a estas personas aportar su propio dinero

10. Poder y coerción

a. Poder económico
Uno de los ejemplos favoritos es el caso de una empresa que despide a un empleado. ¿Qué sucede aquí? Sencillamente, la empresa A no quiere seguir comprando los servicios del trabajador B a cambio de determinada suma de dinero. B quiere seguir haciendo el intercambio pero A no quiere. Es lo mismo que sucede constantemente a lo largo y ancho de la economía.

Por tanto, el “poder económico” es la libertad para hacer o dejar de hacer un intercambio. Nadie tiene un derecho natural a trabajar en una determinada empresa, pero sí tiene el derecho a la libertad.

b. Poder sobre la naturaleza y sobre el hombre
La civilización se basa en el poder del hombre sobre la naturaleza. Sin embargo, el poder sobre los hombres no aumenta los estándares generales de vida. Donde existe este poder, alguien debe ser poderoso y el resto debe ser objeto de poder. El poder del hombre sobre el hombre tiende al parasitismo.

La doctrina libertaria propone la maximización del poder del hombre sobre la naturaleza y la erradicación del poder del hombre sobre el hombre.


11. Sobredesarrollo y subdesarrollo
Las críticas presentan a menudo cargos contradictorios contra el libre mercado. Hay quienes dicen que es apropiado para ciertas etapas del desarrollo económico, pero no para otras.

Por ejemplo, dicen que los países avanzados deben utilizar la planificación gubernamental porque la economía es demasiado compleja. Por otro lado, los países atrasados también deben adoptar la planificación para salir del atraso. Así que, por una razón o por otra, la libertad económica nunca es conveniente.

Lo cierto es que las leyes de la economía son aplicables en todas las etapas del desarrollo. Lo que se necesita es aumentar la inversión de capital por unidad de población, libre mercado, baja preferencia temporal, emprendedores con visión de largo plazo, y mano de obra y recursos naturales suficientes.

12. El Estado y la naturaleza humana
La filosofía social católica considera que el Estado es parte esencial de la naturaleza humana. Uno de los argumentos es que el hombre es un ser social. Cierto, pero la sociedad no es equivalente al Estado.

Otros de los argumentos se refiere a la importancia de la ley. Pero ley y Estado tampoco son coextensivos. Gran parte de la legislación anglosajona proviene de normas adoptadas voluntariamente, y no de la legislación del Estado.

Otro argumento defiende la predictibilidad de la acción, que sólo puede ser asegurada por el Estado. Aquí hay que decir que la acción humana nunca es predecible, y que en todo caso dicha predictibilidad sería un ideal más que dudoso.

13. Derechos humanos y derechos de propiedad
Los críticos establecen una dicotomía artificial entre ambos tipos de derechos. Esto es absurdo porque los derechos de propiedad sólo pueden ser adscritos a los seres humanos y porque el derecho a la vida requiere el derecho de propiedad sobre todo lo que es necesario para mantenerla.

Los derechos de propiedad son indiscutiblemente derechos humanos. Por ejemplo, la libertad de prensa sería un absurdo sin derechos de propiedad. Más aún, los derechos de propiedad son los derechos humanos fundamentales. Cada individuo es el dueño de sí mismo, y de ahí se deriva el derecho de propiedad de sus bienes.

Los derechos humanos se reducen en muchos casos a los derechos de propiedad. Veamos el derecho a la libre opinión. ¿Dónde puede ejercerse? O bien en la propiedad del individuo, o en la de alguien que lo permita. Lo mismo puede decirse del derecho de reunión. En este caso, los ciudadanos pudieran decir que son contribuyentes y tienen derecho a usar las calles. Por su parte la policía puede decir que obstruyen el tráfico. No hay forma racional de resolver el conflicto porque no existe propiedad privada sobre las calles.

(Power & Market, Sheed Andrews and McMeel, 1977, Pag. 224-240 )

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