November 11, 2007

 
Auge y ocaso del ateísmo : El resurgimiento inesperado de la religión

El ateísmo está perdiendo su atractivo. Una de las señales más claras es el intento de los movimientos ateos de redefinir el significado del ateísmo. Según el mismo, un ateo sería no sólo aquel que rechaza expresamente la creencia en Dios sino también el que no cree en Dios, sea por la razón que sea.

El autor cuenta su propia experiencia. A finales de los 60s, siendo estudiante de secundaria en Belfast, llegó a la conclusión de que la religión era la fuente de todos los males de la humanidad. La causa principal de su ateísmo era el marxismo. Los libros que leía, como el de Bertrand Russell “Why I Am Not a Chistian”, reforzaban su posición.

Planeaba ir a Oxford para estudiar química. Para él las ciencias naturales ofrecían una perfecta explicación de todos los aspectos de la realidad. La religión era una superstición irracional, propia de gente estúpida.

¿Por qué encontraba el ateísmo tan atractivo? Primero, rompía con el pasado religioso. Segundo, parecía ofrecer más libertad y poder al hombre. Tercero, ofrecía la esperanza de un mejor futuro.

Cuando llegó a Oxford, comenzó a darse cuenta que no sabía casi nada sobre historia y filosofía de las ciencias naturales, y tampoco sobre la naturaleza de la fe cristiana. Descubrió que había rechazado lo que no comprendía y que había aceptado un sustituto empobrecido y emocionalmente deficiente. Finalmente, llegó a pensar que era imposible leer las obras de la edad de oro del ateísmo sin un sentimiento de distancia, e incluso de dislocación.

Se reconoce cada vez más que el tema de Dios es un asunto de fe, entendida como un juicio sin suficiente evidencia. Esto nos fuerza a una de dos conclusiones: O no se puede alcanzar ninguna decisión, o la decisión se toma sobre otras bases.

Tanto el cristianismo como el ateísmo son creencias que no pueden ser probadas conclusivamente. La fuerza del ateísmo ha sido directamente proporcional a la de su antítesis religiosa. En la medida en que la segunda se ha debilitado en ciertas áreas de Occidente, se ha erosionado el atractivo del ateísmo.

En años recientes se acepta cada vez más la circularidad de las grandes filosofías ateas. Las explicaciones del origen de la idea de Dios que ofrecen Feuerbach, Marx y Freud presuponen el ateísmo.

Los ateos suelen apelar al sufrimiento en el mundo como una refutación de la existencia de Dios. El trauma de Auschwitz, por ejemplo, impide creer en Dios. Pero por otro lado, hay que observar que sus autores fueron aquellos a quienes Feuerbach declaró como los nuevos “dioses” de la era moderna, libres de cualquier prohibición o sanción divinas. Si algo demuestra Auschwitz es hasta dónde puede hundirse la humanidad libre de la idea de Dios.

El filósofo William Alston indica que el argumento sobre el mal no puede decidirse racionalmente. Por ello, la atención se ha movido de la razón a la imaginación.

En el siglo XX, grandes escritores cristianos como Chesterton, C. S. Lewis, Tolkien, Dorothy Sayers y Flannery O’Connor han contribuido al renacimiento de la imaginación cristiana. Por su parte, el ateísmo parece haber perdido la suya. Los ateos de los siglos XVIII y XIX presentaban una visión atractiva. Pero la ateocracia de la URSS contribuyó a erosionar dicho atractivo.

La cuestión fundamental es la siguiente : ¿hay algo en la naturaleza humana que la impulsa a buscar lo espiritual? Según el ateísmo, no. Según el cristianismo, el anhelo de Dios es parte inherente del hombre.

En la edad de oro del ateísmo se creía que la fe en Dios desaparecería, o bien naturalmente, o por la fuerza. Pero esto no ha sucedido. Existe un interés renovado por la espiritualidad. Incluso en Rusia ha renacido un marcado interés por la religión.

Los primeros episodios de “Star Trek” reflejan la sabiduría sociológica de los años 60 y 70 que predecían la caída de la religión y la emergencia de la sociedad secular. En los 90, dichas predicciones eran cosa del pasado. La religión está para quedarse. Uno de los elementos de la nueva situación es el Pentecostalismo, una forma creciente del cristianismo.

Se considera que este movimiento nació en 1901. Charles Parham había lanzado el Bethel Bible College en Topeka, Kansas. Uno de sus intereses era el fenómeno de hablar en lenguas, descrito en Los Hechos de los Apóstoles. En 1901 uno de sus estudiantes experimentó este fenómeno. Días más tarde lo experimentó el mismo Parham.

El movimiento se extendió rápidamente en Estados Unidos, sobre todo entre la gente más pobre. Insistía en que el encuentro personal y directo con Dios era un elemento normal de la vida cristiana. Después de la segunda guerra mundial creció en forma arrolladora. A finales de los años 60, se desarrolló un movimiento carismático dentro de la Iglesia Católica. Actualmente se estima que hay 500 millones de Pentecostalistas.

El Pentecostalismo se ha hecho tan popular por dos razones. Primera, enfatiza una experiencia inmediata y directa de Dios. Segunda, utiliza un lenguaje y forma de comunicación apropiados.

El movimiento se basa en la experiencia y el activismo social, carece de una jerarquía compleja, y está libre de las críticas tradicionales contra el cristianismo. Las críticas de la edad de oro del ateísmo son totalmente inefectivas contra está nueva variante de la fe.

( Alister McGrath, The twilight of atheism, Pag. 173-197 )

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