January 17, 2008

 
La nueva inquisición : Las tribulaciones de Mark Steyn

Cada día me reafirmo en mi opinión de que los países desarrollados, con la excepción parcial de Estados Unidos, ya no son libres y lo serán cada vez menos. Desde que se pierde la primera batalla en la libertad de expresión, lo único que cabe esperar es un descenso a tumba abierta hacia la esclavitud.

El periodista y escritor Mark Steyn ha sido citado a comparecer ante dos tribunales de la santa inquisición canadiense, por cargos relacionados con su libro “America Alone”. La tesis del libro es que los países occidentales, con la excepción de Estados Unidos, están rindiéndose ante la amenaza del imperialismo islámico.

El asunto comenzó cuando la revista canadiense Maclean´s reprodujo un capítulo del libro. Cinco estudiantes musulmanes, con el apoyo del Canadian Islamic Congress, solicitaron castigo para la revista y Steyn por el ridículo cargo de diseminar “odio y desprecio” por los musulmanes.

Dos tribunales diferentes, el British Columbia Human Rights Tribunal y la Canadian Human Rights Commission, han aceptado el caso. Ambos cuerpos inquisitoriales tienen poder para imponer castigos por “hate speech”.

A continuación, adjunto extracto de una entrevista de Hugh Hewitt a Mark Steyn:
· La Human Rights Commission es la perfecta definición de “kangaroo court”. En sus casi treinta años de funcionamiento, ningún acusado ha sido absuelto.

· El proceso es un “pain in the neck”. Además, tiene serias ramificaciones, porque cada vez va a ser más difícil que los editores norteamericanos acepten libros que puedan tener problemas legales en Canadá o Europa.

· En los casos presentados ante la Comisión los gastos del acusador son pagados por el contribuyente, mientras que el acusado tiene que pagar los suyos. Además, no hay reglas establecidas para el debido proceso. En esencia, la Comisión puede hacer lo que le dé la gana.

· Una mujer canadiense puso unas citas bíblicas contrarias a la homosexualidad en una página web de Estados Unidos. El caso llegó a la Comisión, que prohibió a la mujer publicar esos pasajes en cualquier sitio bajo pena de prisión.

Cada día me alegro más de vivir en Panamá y no en Europa, o Canadá, o Australia, o similares. Aunque mucho me temo que en algún momento aparecerá por aquí alguna ONG con la estupidez del “hate speech”.

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