January 24, 2008

 
Las guerras del tabaco

Siempre he desconfiado de la guerra santa antitabaco, entre otras razones por la pretendida santidad de los guerreros, por la selectividad de la información que ofrecen y porque se ve demasiado claro el deseo de sacar tajada a costa de las tabacaleras. Además, porque sospecho que detrás de todo está el deseo de controlar la vida de la gente.

Pues bien, encuentro en el Financial Times un reportaje del que extraigo varios datos del mayor interés.

El consumo de cigarrillos en los países industrializados llegó a su máximo hacia 1950. Por ejemplo, en Gran Bretaña el 82% de los hombres eran fumadores en 1948. En la década de 1950, el epidemiólogo británico Richard Doll demostró la relación entre fumar y el cáncer de pulmón.

El consumo de cigarrillos empezó a bajar y en las décadas de 1970 y 1980 mucha gente dejó de fumar.

Actualmente, en Gran Bretaña fuman el 25% de los hombres y el 23% de las mujeres. Más aún, el porcentaje de fumadores se ha estabilizado desde el 2001. Ya que se han tomado todas las medidas antitabaco posibles, todo parece indicar que no hay forma de que baje el porcentaje de fumadores.

La situación es similar en otros países, con la notable excepción de Suecia, donde sólo fuman el 13% de los hombres. Pero esto se debe a que, en vez del cigarrillo muchos consumen el llamado “snus”, que es una especie de saquito con tabaco húmedo que se coloca detrás del labio superior.

EL “snus” es mucho más seguro que el cigarrillo, y no es particularmente dañino. Parece que el riesgo de cáncer en la boca es mínimo o inexistente. Curiosamente, el “snus” está prohibido en todas partes, excepto en Suecia.

Todo parece indicar que el “snus” es una muy buena alternativa respecto al cigarrillo. Pues no, los mandamases a cargo de la salud pública están divididos. Unos creen que es inmoral permitir cualquier producto que tenga nicotina. Otros están dispuestos a aceptar alternativas menos dañinas que los cigarrillos. Y otros se oponen a cualquier producto que provenga de la industria del tabaco, como el “snus”.

El tema no puede ser más interesante. La guerra santa se ha basado en dos temas: los daños causados a los fumadores pasivos, y los supuestos costos para los programas de salud pública. Obviamente el “snus” no causa daño a terceros, y parece que tampoco produce costos a los programas del gobierno.

Entonces, ¿dónde está el problema? Yo sospecho que es que los guerreros antitabaco se quedarían sin enemigo, lo que sería fatal para ellos. Recuerdo que hace años estudié a fondo una teoría psicológica llamada Análisis Transaccional. Nunca se me olvidará una anécdota que me contaron. Resulta que en una pequeña población de Estados Unidos, el capítulo local de Alcohólicos Anónimos tuvo tal éxito que logró que todos los borrachos del lugar dejaran la bebida. ¿Adivinan lo que sucedió? Que los que comenzaron a empinar el codo fueron los mismos directivos de AA.

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