March 09, 2008
Alexis de Tocqueville : Actividad política
Antes de la revolución de 1830, que llevó al trono a Felipe de Orleáns, se exigía una edad mínima de cuarenta años para poder llegar a la Cámara de Diputados. Después la edad se redujo a treinta. Alexis, por tanto, podía aspirar a ser diputado a partir de 1835.
En 1837 participó como candidato por el distrito de Valognes en Normandía, siendo su opositor el conde Le Marois. Este, que ya era diputado, utilizó todas las triquiñuelas del oficio. Alexis perdió en la segunda vuelta por 247 a 220 votos. Sin embargo, en 1839 logró ganar por 318 a 240 votos.
Alexis detestaba la sujeción a un partido político en particular. Era fundamentalmente liberal, pero creía todavía en la monarquía y creía que podía lograrse un tránsito continuo y tranquilo hacia la democracia. Alexis defendió en la Cámara la separación de Iglesia y Estado, la extensión del sufragio a un mayor porcentaje de la población, revisión de impuestos a favor de los trabajadores, libertad de las escuelas para elegir curriculum, abolición de la esclavitud en las colonias y una investigación sobre la pobreza para encontrar la forma de eliminarla.
Según Sheldon Wolin, Alexis era un anticonformista sin ser rebelde. Su independencia y sus altos estándares no le proporcionaron muchas satisfacciones. Él aspiraba a la formación de un pequeño grupo de diputados dedicados a hacer lo que había que hacer en vez de distraerse en intrigas políticas. Pronto se dio cuenta de que no tenía cualidades de líder, y que sólo destacaba en las conversaciones individuales.
Alexis no tenía ninguna esperanza de destacar en la Cámara, donde la elocuencia era más valorada que la penetración intelectual. Sin embargo, era muy admirado en su distrito de Valognes, donde cultivaba cuidadosamente a sus electores.
Clasificar la posición política de Alexis se ha convertido en un juego interminable. ¿Izquierda o derecha, conservador o liberal, conservador- liberal o liberal-conservador, aristócrata sentimental o demócrata a regañadientes? Parece que fue todo esto, a veces simultáneamente.
Como era previsible, Alexis fue un solitario en la Cámara. Todas sus propuestas importantes fueron rechazadas o modificadas sustancialmente. Él mismo admitía que sentía una invencible repugnancia en asociarse de forma permanente con algún político o partido.
En enero de 1848 Alexis pronunció un famoso discurso. Dijo que se avecinaba una revolución, aunque no podía predecir la fecha con exactitud. Y les dijo a sus compañeros diputados que estaban sentados sobre un volcán. El 23 de febrero, los soldados dispararon sobre una multitud de trabajadores que protestaban, matando a dieciséis.
Todo sucedió rápidamente. Guizot fue destituido. Luis Felipe abdicó. La Cámara de Diputados fue disuelta y se proclamó la Segunda República. Según Alexis, la revolución industrial hizo que muchos trabajadores se trasladaran a Paris. Muchos de ellos no podían vivir con sus escasos salarios. Por tanto, no era extraño que se produjera un levantamiento.
Según Alexis, las revoluciones nacen de alguna enfermedad general del orden social y estallan por algún incidente imprevisto. Quienes se proclaman líderes de las revoluciones no lideran nada. Su único mérito es ponerse al frente cuando el viento sopla a su favor.
Alexis fue elegido en el comité de dieciocho diputados para redactar una nueva Constitución. La experiencia no le gustó. Según él, el comité se dedicó a temas insustanciales en vez de a debatir los temas realmente importantes. Un año después de su proclamación, todo el mundo estaba descontento con la nueva Constitución.
El príncipe Luis-Napoleón, sobrino de Napoleón, regresó del exilio en Londres y logró un escaño en la Asamblea. En poco tiempo, y debido a una extraña concatenación de eventos, fue designado como presidente de la República, reemplazando al general Cavaignac.
Alexis aceptó el puesto de ministro de asuntos exteriores, en el que permaneció cinco meses, de junio a octubre de 1849. Primero, reemplazó a los embajadores que estaban en países importantes y que no deban la talla. Segundo, envió informantes a los países importantes para que le enviaran información que muchas veces no llegaba a los embajadores.
Le tocó lidiar con problemas relacionados con Suiza, Argelia, la unificación alemana y el retorno de Pio IX a Roma. En todos los casos aplicó un enfoque decidido y sofisticado, defendiendo los intereses de Francia.
Alexis escribió que inicialmente se sintió un tanto sobrecogido por la responsabilidad, pero que esto pasó rápidamente y las dificultades le sirvieron de estímulo. Más aún, logró una gran confianza en sí mismo. Respecto a Luis-Napoleón, todos sus esfuerzos por instruirle sobre los problemas exteriores fueron en vano. A veces le escuchaba, pero rara vez seguía sus consejos.
En octubre de 1849 Luis-Napoleón cambió totalmente su gabinete y no nombró primer ministro. Fue extendiendo su poder y reemplazó al jefe del ejército general Changarnier. Luis-Napoleón quería ser reelegido pero la reelección estaba prohibida por la Constitución. La Asamblea se opuso a cambiarla.
El 2 de diciembre de 1851 Luis-Napoleón puso en marcha su golpe de estado. Anunció la disolución de la Asamblea y la proclamación de un nuevo gobierno.
Alexis, como muchos otros diputados, condenó el golpe. Aunque Luis-Napoleón trató de ganárselo, Alexis rechazó todos los ofrecimientos de alguien a quien consideraba un usurpador y un déspota.
( Joseph Epstein, Alexis de Tocqueville, Pag. 109-160 )
Antes de la revolución de 1830, que llevó al trono a Felipe de Orleáns, se exigía una edad mínima de cuarenta años para poder llegar a la Cámara de Diputados. Después la edad se redujo a treinta. Alexis, por tanto, podía aspirar a ser diputado a partir de 1835.
En 1837 participó como candidato por el distrito de Valognes en Normandía, siendo su opositor el conde Le Marois. Este, que ya era diputado, utilizó todas las triquiñuelas del oficio. Alexis perdió en la segunda vuelta por 247 a 220 votos. Sin embargo, en 1839 logró ganar por 318 a 240 votos.
Alexis detestaba la sujeción a un partido político en particular. Era fundamentalmente liberal, pero creía todavía en la monarquía y creía que podía lograrse un tránsito continuo y tranquilo hacia la democracia. Alexis defendió en la Cámara la separación de Iglesia y Estado, la extensión del sufragio a un mayor porcentaje de la población, revisión de impuestos a favor de los trabajadores, libertad de las escuelas para elegir curriculum, abolición de la esclavitud en las colonias y una investigación sobre la pobreza para encontrar la forma de eliminarla.
Según Sheldon Wolin, Alexis era un anticonformista sin ser rebelde. Su independencia y sus altos estándares no le proporcionaron muchas satisfacciones. Él aspiraba a la formación de un pequeño grupo de diputados dedicados a hacer lo que había que hacer en vez de distraerse en intrigas políticas. Pronto se dio cuenta de que no tenía cualidades de líder, y que sólo destacaba en las conversaciones individuales.
Alexis no tenía ninguna esperanza de destacar en la Cámara, donde la elocuencia era más valorada que la penetración intelectual. Sin embargo, era muy admirado en su distrito de Valognes, donde cultivaba cuidadosamente a sus electores.
Clasificar la posición política de Alexis se ha convertido en un juego interminable. ¿Izquierda o derecha, conservador o liberal, conservador- liberal o liberal-conservador, aristócrata sentimental o demócrata a regañadientes? Parece que fue todo esto, a veces simultáneamente.
Como era previsible, Alexis fue un solitario en la Cámara. Todas sus propuestas importantes fueron rechazadas o modificadas sustancialmente. Él mismo admitía que sentía una invencible repugnancia en asociarse de forma permanente con algún político o partido.
En enero de 1848 Alexis pronunció un famoso discurso. Dijo que se avecinaba una revolución, aunque no podía predecir la fecha con exactitud. Y les dijo a sus compañeros diputados que estaban sentados sobre un volcán. El 23 de febrero, los soldados dispararon sobre una multitud de trabajadores que protestaban, matando a dieciséis.
Todo sucedió rápidamente. Guizot fue destituido. Luis Felipe abdicó. La Cámara de Diputados fue disuelta y se proclamó la Segunda República. Según Alexis, la revolución industrial hizo que muchos trabajadores se trasladaran a Paris. Muchos de ellos no podían vivir con sus escasos salarios. Por tanto, no era extraño que se produjera un levantamiento.
Según Alexis, las revoluciones nacen de alguna enfermedad general del orden social y estallan por algún incidente imprevisto. Quienes se proclaman líderes de las revoluciones no lideran nada. Su único mérito es ponerse al frente cuando el viento sopla a su favor.
Alexis fue elegido en el comité de dieciocho diputados para redactar una nueva Constitución. La experiencia no le gustó. Según él, el comité se dedicó a temas insustanciales en vez de a debatir los temas realmente importantes. Un año después de su proclamación, todo el mundo estaba descontento con la nueva Constitución.
El príncipe Luis-Napoleón, sobrino de Napoleón, regresó del exilio en Londres y logró un escaño en la Asamblea. En poco tiempo, y debido a una extraña concatenación de eventos, fue designado como presidente de la República, reemplazando al general Cavaignac.
Alexis aceptó el puesto de ministro de asuntos exteriores, en el que permaneció cinco meses, de junio a octubre de 1849. Primero, reemplazó a los embajadores que estaban en países importantes y que no deban la talla. Segundo, envió informantes a los países importantes para que le enviaran información que muchas veces no llegaba a los embajadores.
Le tocó lidiar con problemas relacionados con Suiza, Argelia, la unificación alemana y el retorno de Pio IX a Roma. En todos los casos aplicó un enfoque decidido y sofisticado, defendiendo los intereses de Francia.
Alexis escribió que inicialmente se sintió un tanto sobrecogido por la responsabilidad, pero que esto pasó rápidamente y las dificultades le sirvieron de estímulo. Más aún, logró una gran confianza en sí mismo. Respecto a Luis-Napoleón, todos sus esfuerzos por instruirle sobre los problemas exteriores fueron en vano. A veces le escuchaba, pero rara vez seguía sus consejos.
En octubre de 1849 Luis-Napoleón cambió totalmente su gabinete y no nombró primer ministro. Fue extendiendo su poder y reemplazó al jefe del ejército general Changarnier. Luis-Napoleón quería ser reelegido pero la reelección estaba prohibida por la Constitución. La Asamblea se opuso a cambiarla.
El 2 de diciembre de 1851 Luis-Napoleón puso en marcha su golpe de estado. Anunció la disolución de la Asamblea y la proclamación de un nuevo gobierno.
Alexis, como muchos otros diputados, condenó el golpe. Aunque Luis-Napoleón trató de ganárselo, Alexis rechazó todos los ofrecimientos de alguien a quien consideraba un usurpador y un déspota.
( Joseph Epstein, Alexis de Tocqueville, Pag. 109-160 )