March 07, 2008

 
Justicia en propiedad

Por Ramón Barreiro, de la Fundación Libertad de Panamá

( Artículo publicado en el diario La Prensa)

Justicia social, distribución justa de la riqueza, relaciones comerciales justas e igualitarias, son todas frases que se usan con frecuencia para explicar todo aquello que hace de este mundo un lugar de diferencias crecientes entre los ricos y los pobres, en definitiva, un lugar en que lo justo ha dejado de ser la norma en las relaciones entre los seres humanos. Y no faltan los escépticos que entienden que lo justo rara vez ha contado para algo en nuestra historia.

Sin embargo, lo justo sigue siendo una idea que nos apasiona; una noción siempre presente que nos indica lo bueno, lo correcto, o lo malo, lo incorrecto.

En las relaciones económicas, la percepción más difundida es que se trata de un juego de ganadores y perdedores, de ricos y pobres, en el que quienes más ganan son los ricos, y quienes más pierden son los pobres. En verdad, es en la política donde unos ganan y otros pierden, o donde al final todos perdemos, pero esta es otra historia.

Todas las relaciones económicas se dan entre propietarios. Si los que intercambian algo no tienen un derecho derivado de la propiedad de aquel objeto del intercambio, la transacción resulta imposible. Incluso aquellos que intercambian su trabajo, los obreros, solo pueden realizar dicha transacción como consecuencia de la propiedad sobre la propia persona.

Entonces, todas los intercambios económicos son justos siempre que resulten de la disposición voluntaria de aquello que se intercambia. ¿Por qué siempre son justos? Por la sencilla razón de que cada parte obtiene de la otra aquello que necesitaba a cambio de algo que no necesitaba o que necesitaba menos; podemos decir objetivamente que ambas partes ganan porque obtienen lo que desean.

Son las limitaciones a los derechos derivados de la propiedad, o sea la intervención política injusta en las relaciones comerciales, la que provoca intercambios económicos en los que algunos ganan y otros pierden.

Estas conclusiones provenientes del sentido común sí reflejan la realidad; así lo podemos ver en el segundo Índice Internacional Anual de Protección a la Propiedad, elaborado por la Alianza de Derechos de Propiedad con la colaboración de 40 organizaciones de los seis continentes, entre ellas, la Fundación Libertad. Este estudio, basado en el trabajo semilla del economista peruano Hernando de Soto, no hace más que mostrar la relación que existe entre el aumento de los niveles de vida y la creación de riqueza con una real protección de los derechos de propiedad para todos los ciudadanos.

En el estudio fueron tomados en cuenta 115 países que representan el 96% del PIB mundial y se muestra de forma concluyente que aquellos países situados en el cuarto superior, o sea, aquellos más diligentes en la protección de la propiedad, cuentan con un PIB per cápita nueve veces superior al de los cuartos inferiores.

Proteger la propiedad es respetar los contratos, es reconocer políticamente todos los actos de disposición sobre los bienes y sobre el trabajo, lo que conlleva la apertura comercial de los países, la simplificación de los sistemas tributarios y la baja de los impuestos y la eliminación de trámites y permisos burocráticos que encarecen el crecimiento de las empresas personales y comerciales.

Si quieren saber qué tal lo estamos haciendo en Panamá, los invitamos a revisar el informe en la página web de la Fundación Libertad.

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