April 28, 2008
¿Es la sanidad pública menos cara que la privada?
Hace unos días estaba viendo TV en uno de mis descansos reglamentarios. Como el canal Sony, que es uno de mis favoritos, no tenía nada interesante, pasé a un canal de películas. La película trataba de un político canadiense que había introducido la sanidad pública en una de las provincias.
Más o menos ví los treinta minutos finales. La parte clave consistió en un homenaje al político cuando ya era anciano y sufría un cáncer terminal. En su discurso, el político afirmaba que la sanidad pública era obviamente más barata que la privada porque las compañías privadas tenían que obtener ganancias y las públicas no.
Como quiera que este argumento lo he escuchado montones de veces, merece la pena reflexionar un poco.
1. El argumento es superficial y parcial, porque ignora una variable clave, que es la eficiencia. Por ejemplo, si un hospital privado gana el 10% de la facturación, pero es un 20% más eficiente que un hospital público, entonces será más barato que este último.
En Panamá no sabemos cuál de los dos sectores es más barato porque el sector público no tiene un sistema de contabilidad de costos confiable.
Puedo citar al menos dos ejemplos en que la sanidad privada es más barata que la pública. Hace unos años, el Dr. Eamonn Butler informaba que el costo anual promedio por familia del NHS en Inglaterra era de 3,200 libras. Según él, por esa cantidad se podía comprar un seguro privado con beneficios muy superiores a los del NHS.
El segundo ejemplo es el de los funcionarios públicos españoles. Estos pueden elegir entre la sanidad normal y un seguro privado de salud pagado por el sector público. Más o menos, el 85% elige el seguro privado, que es más barato que la sanidad pública.
2. La segunda reflexión es que, si el argumento fuera cierto en la sanidad, también lo sería en muchos otros ámbitos, y habría que actuar en consecuencia. Un ejemplo sería la producción y distribución de alimentos, que posiblemente es una actividad más importante que la sanidad. En efecto, si alguien no puede alimentarse adecuadamente porque es muy pobre, no podrá beneficiarse mucho de la atención sanitaria por muy buena que sea.
Por tanto, siguiendo el argumento inicial, la producción y comercialización de alimentos debería pasar al sector público porque así los alimentos serían más baratos.
Finalmente, siguiendo la misma lógica, todas las actividades deberían acabar en manos del Estado.
Hace unos días estaba viendo TV en uno de mis descansos reglamentarios. Como el canal Sony, que es uno de mis favoritos, no tenía nada interesante, pasé a un canal de películas. La película trataba de un político canadiense que había introducido la sanidad pública en una de las provincias.
Más o menos ví los treinta minutos finales. La parte clave consistió en un homenaje al político cuando ya era anciano y sufría un cáncer terminal. En su discurso, el político afirmaba que la sanidad pública era obviamente más barata que la privada porque las compañías privadas tenían que obtener ganancias y las públicas no.
Como quiera que este argumento lo he escuchado montones de veces, merece la pena reflexionar un poco.
1. El argumento es superficial y parcial, porque ignora una variable clave, que es la eficiencia. Por ejemplo, si un hospital privado gana el 10% de la facturación, pero es un 20% más eficiente que un hospital público, entonces será más barato que este último.
En Panamá no sabemos cuál de los dos sectores es más barato porque el sector público no tiene un sistema de contabilidad de costos confiable.
Puedo citar al menos dos ejemplos en que la sanidad privada es más barata que la pública. Hace unos años, el Dr. Eamonn Butler informaba que el costo anual promedio por familia del NHS en Inglaterra era de 3,200 libras. Según él, por esa cantidad se podía comprar un seguro privado con beneficios muy superiores a los del NHS.
El segundo ejemplo es el de los funcionarios públicos españoles. Estos pueden elegir entre la sanidad normal y un seguro privado de salud pagado por el sector público. Más o menos, el 85% elige el seguro privado, que es más barato que la sanidad pública.
2. La segunda reflexión es que, si el argumento fuera cierto en la sanidad, también lo sería en muchos otros ámbitos, y habría que actuar en consecuencia. Un ejemplo sería la producción y distribución de alimentos, que posiblemente es una actividad más importante que la sanidad. En efecto, si alguien no puede alimentarse adecuadamente porque es muy pobre, no podrá beneficiarse mucho de la atención sanitaria por muy buena que sea.
Por tanto, siguiendo el argumento inicial, la producción y comercialización de alimentos debería pasar al sector público porque así los alimentos serían más baratos.
Finalmente, siguiendo la misma lógica, todas las actividades deberían acabar en manos del Estado.