April 18, 2008

 
Keynes, un resucitado que nunca murió

( Artículo del autor, publicado en el diario La Prensa)

Con motivo de la crisis financiera estadounidense, cuyas implicaciones y resultados específicos están todavía por verse, he leído en diarios y revistas europeos la curiosa tesis de que dicha crisis significa el fracaso del liberalismo.

A grandes rasgos, la argumentación viene a ser la siguiente. Primero, Estados Unidos es el paraíso del liberalismo. Segundo, los negocios allí rechazan la más mínima regulación estatal. Tercero, no obstante, cuando surgen problemas, los mismos negocios reclaman que el gobierno corra a salvarlos. Por tanto, la conclusión es inescapable : los mismos partidarios del liberalismo reclaman la intervención del gobierno cundo tienen que enfrentar los problemas derivados de las políticas liberales. Así que es el momento de resucitar a Keynes.

La argumentación anterior no está mal desde el punto de vista lógico. Sólo tiene un pequeño defecto, y es que no tiene nada que ver con la realidad. Parece pues, que los comentaristas citados se acogen a la vieja máxima atribuida a Lenin : “Si los hechos no coinciden con la teoría, tanto peor para los hechos.”

En Estados Unidos existe tanto o más intervencionismo estatal en la economía que en Europa. Y no olvidemos que además de la legislación federal, existe la estatal y la local. Recuerdo que Michael Porter, en su libro”La ventaja competitiva de las naciones”, señalaba paradójicamente como una ventaja de EU la gran cantidad de regulaciones económicas. Su argumento era que las empresas norteamericanas habían desarrollado una gran capacidad para operar ante regulaciones complejas, lo que les daba una ventaja frente a las de otros países donde las regulaciones eran menores o menos complejas.

En cuanto a los negocios, lo mismo en EU que en cualquier parte del mundo, rara vez son partidarios del liberalismo. Normalmente buscan protección contra la competencia, ayudas, subsidios e incentivos. No es ninguna casualidad que prácticamente todas las compañías de cierta importancia tengan en Washington secciones de sus casas matrices u oficinas de relación con el Congreso.

Por lo demás, Adam Smith observó que los negocios cuando comienzan quieren la máxima libertad, pero una vez establecidos quieren sobre todo protegerse de la competencia.

Respecto a la crisis financiera, lo primero que hay que decir es que si EU fuera liberal tendría el patrón oro o al menos libre circulación de monedas, y no una Reserva Federal con poderes para crear dinero de la nada. Lo que quedaba del patrón oro se liquidó en 1973 y no hay el menor riesgo de la libre circulación. Por cierto, Keynes era enemigo acérrimo de ambas políticas.

Desde el 2001 la Reserva Federal ha ejecutado una política monetaria claramente expansionista para lograr bajas tasas de interés, con el objetivo de evitar una contracción económica derivada de los atentados terroristas de dicho año. Por su parte, el gobierno ha incrementado el gasto público en forma galopante. Pues bien, ambas políticas son claramente keynesianas y antiliberales.

Examinemos ahora el culebrón de las llamadas hipotecas “subprime”, y descubriremos sin arañar mucho la mano del gobierno. En efecto, en 1977 se pasó la “Community Reinvestment Act”, que ha sido complementada posteriormente por otros elementos de legislación federal y estatal. El objetivo de toda esta legislación es obligar a los bancos a conceder préstamos hipotecarios en los vecindarios de ingresos bajos y moderados, o sea, en los barrios habitados por las minorías étnicas. Bajo está ley, los bancos han sido evaluados por su capacidad de respuesta a las necesidades de los grupos minoritarios.

Toda esta legislación acabó llevando a los bancos a un callejón sin salida. Si cumplían la ley, aumentaba significativamente su porcentaje de préstamos malos. Si no la cumplían, además de las multas, podían tener problemas con la autoridades reguladoras a la hora de construir nuevas sucursales o realizar fusiones o adquisiciones.

Ciertamente, un porcentaje de las “subprime” fueron titularizadas y vendidas a inversionistas corporativos. Curiosamente, los mayores emisores de títulos hipotecarios son Fannie Mae y Freddie Mac, dos instituciones gubernamentales.

En resumen, si todo esto es liberalismo no me extrañaría que yo sea keynesiano.

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