May 30, 2008
Los singapurenses deben estar aterrados
Por Carlos E. González R., de la Fundación Libertad de Panamá
( Artículo publicado en el diario La Prensa)
Si yo fuera singapurense estaría aterrado. De oír a los tercermundistas del patio (y los del resto del mundo), saldría huyendo de Singapur y me iría a vivir a Malasia o cualquier otro país vecino, para evitar la horrorosa calamidad que se me viene encima: quedarme sin comida.
Sí, porque Singapur sólo tiene 1.6% de su territorio cultivable, con una extensión total de 682.7 Km2 (Panamá tiene 75 mil) y una población que excede los ¡cuatro millones de habitantes! Definitivamente, si existe en el planeta un país con inseguridad alimentaria es Singapur. Este, según los tercermundistas, es un país inviable y muy peligroso de vivir y planear su futuro, en especial ahora que la comida es cada vez más escasa.
Yo no sé si reírme o llorar de ver las barbaridades que han surgido alrededor del incremento de los precios de los productos primarios (alimentos, petróleo, metales, etc.). Todos los jinetes del Apocalipsis agrícola han salido a la palestra a hablar de la "crisis alimentaria", la "seguridad alimentaria" y toda una serie de sofismas que lo único que pretenden es mantener el status quo del proteccionismo agrícola.
En primer lugar, aclaro que el aparente incremento de precios de los productos primarios no es tal. Tampoco se trata de un tema de producción de etanol ni de más chinos e indostanes comiendo más. Se trata de que el dólar norteamericano vale menos y, por tanto, compra menos. Es decir, la Reserva Federal de Estados Unidos le está quitando valor a la moneda con la que se cotizan estos productos primarios. Al valer menos, se requieren más dólares para comprar el mismo producto.
Todo es un espejismo generado por la devaluación del dólar, porque además de generar el impacto natural de la devaluación, aquellos que poseen dólares tratan de proteger el valor de sus activos comprando productos primarios, por lo que empujan el precio aún más hacia arriba de lo que debería ser, esto, a su vez, hace que los grandes consumidores compren más (para almacenar y mantener el precio), subiendo aún más la demanda y el precio, generándose así un círculo vicioso.
Esta no es la primera vez que sucede una situación inflacionaria en Panamá. Ya nos pasó en la década de 1970 por las mismas causas (el dólar y la guerra). Les invito a que vean los periódicos de la época y verán a los tercermundistas de entonces con el mismo discurso de hoy. Los de entonces, sin embargo, tenían la excusa de no conocer los efectos perniciosos de sus políticas (pobreza, escasez, corrupción, etc.), excusa que no tienen los de hoy.
En realidad, la única salida en manos panameñas (porque no controlamos el valor de la moneda), es la de incrementar la oferta de productos a fin de lograr el precio más bajo posible. ¿Cómo incrementamos la oferta de bienes y servicios? Eliminando y atacando todas las barreras a la oferta. Debemos eliminar los aranceles de importación de todos los productos de la canasta básica. Es un crimen que el Estado promueva el incremento de precio de la comida de los pobres. Debemos eliminar la restricción del comercio al por menor y así atraer empresas como Walmart a Panamá, que introduzcan competencia en el mercado. Por último, debemos atacar con vigor las prácticas monopolísticas que se dan en toda la cadena alimenticia.
La propuesta contraria, la de los tercermundistas, es absurda, porque lo que pretende es proteger la producción. Cuando yo limito los bienes que pueden entrar a un país, mediante la protección, limito la oferta y genero escasez. Cuando hay escasez, el precio sube al nivel más alto que pueda. Entonces no genero mejores precios, sino que les garantizo precios altos a los que venden.
Por eso, cuando usted escuche de políticos y gremios del patio la frase "seguridad alimentaria", prepárese para tener que pagar más por el alimento, prepárese para perder poder adquisitivo y para que alguien, generalmente un allegado a ese político, se quede con su dinero. Porque con la excusa de asegurar que se produzca, quieren que pague más caro hoy y siempre, ante la posibilidad remota de que nadie en el mundo nos venda comida en el futuro (cosa que aún no ha sucedido y que con el escaso nivel de consumo panameño, es virtualmente imposible que suceda; si no, pregúntele a los singapurenses). En realidad es seguridad para ellos e inseguridad para usted.
La libertad de comprar, de escoger, usar sus recursos, muchos o pocos, como a usted le dé la gana, del lugar que le dé la gana, implica una mejoría en la calidad de vida para usted (¿quién mejor que usted para saber lo que más le conviene?). Cuando esto se lo impiden, entonces usted acaba siendo más pobre, porque se ve obligado a comprar lo que los políticos quieren que usted compre, en beneficio de sus clientes. El precio de la "seguridad alimentaria" es el de la pobreza alimentaria y la del producto escaso y más caro.
Por Carlos E. González R., de la Fundación Libertad de Panamá
( Artículo publicado en el diario La Prensa)
Si yo fuera singapurense estaría aterrado. De oír a los tercermundistas del patio (y los del resto del mundo), saldría huyendo de Singapur y me iría a vivir a Malasia o cualquier otro país vecino, para evitar la horrorosa calamidad que se me viene encima: quedarme sin comida.
Sí, porque Singapur sólo tiene 1.6% de su territorio cultivable, con una extensión total de 682.7 Km2 (Panamá tiene 75 mil) y una población que excede los ¡cuatro millones de habitantes! Definitivamente, si existe en el planeta un país con inseguridad alimentaria es Singapur. Este, según los tercermundistas, es un país inviable y muy peligroso de vivir y planear su futuro, en especial ahora que la comida es cada vez más escasa.
Yo no sé si reírme o llorar de ver las barbaridades que han surgido alrededor del incremento de los precios de los productos primarios (alimentos, petróleo, metales, etc.). Todos los jinetes del Apocalipsis agrícola han salido a la palestra a hablar de la "crisis alimentaria", la "seguridad alimentaria" y toda una serie de sofismas que lo único que pretenden es mantener el status quo del proteccionismo agrícola.
En primer lugar, aclaro que el aparente incremento de precios de los productos primarios no es tal. Tampoco se trata de un tema de producción de etanol ni de más chinos e indostanes comiendo más. Se trata de que el dólar norteamericano vale menos y, por tanto, compra menos. Es decir, la Reserva Federal de Estados Unidos le está quitando valor a la moneda con la que se cotizan estos productos primarios. Al valer menos, se requieren más dólares para comprar el mismo producto.
Todo es un espejismo generado por la devaluación del dólar, porque además de generar el impacto natural de la devaluación, aquellos que poseen dólares tratan de proteger el valor de sus activos comprando productos primarios, por lo que empujan el precio aún más hacia arriba de lo que debería ser, esto, a su vez, hace que los grandes consumidores compren más (para almacenar y mantener el precio), subiendo aún más la demanda y el precio, generándose así un círculo vicioso.
Esta no es la primera vez que sucede una situación inflacionaria en Panamá. Ya nos pasó en la década de 1970 por las mismas causas (el dólar y la guerra). Les invito a que vean los periódicos de la época y verán a los tercermundistas de entonces con el mismo discurso de hoy. Los de entonces, sin embargo, tenían la excusa de no conocer los efectos perniciosos de sus políticas (pobreza, escasez, corrupción, etc.), excusa que no tienen los de hoy.
En realidad, la única salida en manos panameñas (porque no controlamos el valor de la moneda), es la de incrementar la oferta de productos a fin de lograr el precio más bajo posible. ¿Cómo incrementamos la oferta de bienes y servicios? Eliminando y atacando todas las barreras a la oferta. Debemos eliminar los aranceles de importación de todos los productos de la canasta básica. Es un crimen que el Estado promueva el incremento de precio de la comida de los pobres. Debemos eliminar la restricción del comercio al por menor y así atraer empresas como Walmart a Panamá, que introduzcan competencia en el mercado. Por último, debemos atacar con vigor las prácticas monopolísticas que se dan en toda la cadena alimenticia.
La propuesta contraria, la de los tercermundistas, es absurda, porque lo que pretende es proteger la producción. Cuando yo limito los bienes que pueden entrar a un país, mediante la protección, limito la oferta y genero escasez. Cuando hay escasez, el precio sube al nivel más alto que pueda. Entonces no genero mejores precios, sino que les garantizo precios altos a los que venden.
Por eso, cuando usted escuche de políticos y gremios del patio la frase "seguridad alimentaria", prepárese para tener que pagar más por el alimento, prepárese para perder poder adquisitivo y para que alguien, generalmente un allegado a ese político, se quede con su dinero. Porque con la excusa de asegurar que se produzca, quieren que pague más caro hoy y siempre, ante la posibilidad remota de que nadie en el mundo nos venda comida en el futuro (cosa que aún no ha sucedido y que con el escaso nivel de consumo panameño, es virtualmente imposible que suceda; si no, pregúntele a los singapurenses). En realidad es seguridad para ellos e inseguridad para usted.
La libertad de comprar, de escoger, usar sus recursos, muchos o pocos, como a usted le dé la gana, del lugar que le dé la gana, implica una mejoría en la calidad de vida para usted (¿quién mejor que usted para saber lo que más le conviene?). Cuando esto se lo impiden, entonces usted acaba siendo más pobre, porque se ve obligado a comprar lo que los políticos quieren que usted compre, en beneficio de sus clientes. El precio de la "seguridad alimentaria" es el de la pobreza alimentaria y la del producto escaso y más caro.