July 18, 2008

 
Una propuesta con peso

Por Olmedo Miró, de la Fundación Libertad de Panamá

( Artículo publicado en el diario La Prensa)

Ahora que el tema de la inflación se está poniendo de moda, me acuerdo yo de un escrito de un empresario, de esos muy ricos, acerca de ese tema. Decía que la inflación no es un problema para “nosotros los ricos”, de hecho es una gran oportunidad. Comentaba de las grandes fortunas que pudo amasar durante las espirales inflacionarias en su país. Oportunidades que surgen de todas las disparidades de precios que crea un ambiente monetario caótico. Total, a eso es lo que se dedican los famosos hedge funds; el problema es que requieren cuentas mínimas de un millón en adelante.

Los que sí se friegan son los pobres y asalariados, ellos solo pierden sin oportunidad para ahorrar y capitalizar. ¿Qué hacer para ayudar a los pobres a conservar su poder adquisitivo de los embates de la inflación? ¿Qué tal abrir la posibilidad, para los pobres y asalariados y todos, de ahorrar con la única moneda verdadera? Una moneda que es un valor final, no un “pasivo” de ningún banco central y no pierde su valor con el tiempo y esa moneda es, el oro.

Aquella “reliquia bárbara”, como se refería del oro el nefasto J.M. Keynes, tiene virtudes innegables probadas a través de más de 5 mil años de su historia como moneda en diferentes circunstancias alrededor del mundo. Pruebas que ninguna moneda fiat, moneda sin respaldo alguno más que la fe en el banco emisor, ha logrado superar.

Ejemplo, si su salario fuera en oro y nunca hubiera recibido un aumento desde 1970 usted nunca se hubiera dado cuenta de los tan sonados aumentos en los precios del petróleo. Es más, desde 1945 los precios del petróleo, en términos de oro, siempre han promediado alrededor de tres y medio “gramos de oro” por barril de petróleo. Algunas veces un poco más o un poco menos, pero siempre se mantiene en la mediana del tres y medio gramos por barril. ¿Qué tal el dólar? Bueno, en 1970 por tres dólares te daban un barril de petróleo hoy, ¡ese mismo barril está a 140 dólares! De hecho, en los últimos 10 años el barril de petróleo ha subido 350% en términos de dólares y 200% en términos de euros, pero en términos de oro ha permanecido casi estable.

Los ejemplos son interminables; en 1970 en Estados Unidos se podía comprar una muy buena casa por 35 mil dólares o mil onzas de oro; hoy, mil onzas de oro te compran la misma casa pero 35 mil dólares no te compran ni el portón de entrada. En 1910, nuestros próceres, con una onza de oro, o 20 dólares, se compraban un vestido a la medida, hoy una onza te compra también un vestido muy elegante, pero 20 dólares ni una camiseta.

Ahora, ¿qué tal si la legislación panameña permitiera y promoviera la creación de cuentas bancarias, de chequera, en oro y así crea una opción para los asalariados de proteger su poder adquisitivo? Estas cuentas deberían tener ciertas características lógicas: que se eliminen sobre ellas cualquier tipo de impuestos sobre ganancias de capital; que, por obligatoriedad, sean pagaderas en “especie” y no en su equivalente en moneda local; y que tengan, por obligación, una reserva de 100% sobre los pasivos auditados o sea, que los bancos sean simples depósitos de las mismas; su ganancia, la de los bancos, sería a través de un cargo de almacenamiento o de servicios como chequera, etc. La competencia se encargará de eso. Para los más sofisticados, la oportunidad de hacer créditos en oro con obligatoriedad de pago en especie sobre plazo fijos de términos establecidos.

Es el mismo sistema bancario sin banca central que tenemos y nos ha servido tan bien por tantos años pero ahora mejorado con nueva opciones de depósitos. Nos daría más prestancia y competitividad internacional simplemente adelantándose a lo que ya viene. Por lo demás, nada debería cambiar, ya que todo es voluntario y paralelo a lo que ya existe.

La crisis en los precios del petróleo no es especulación con el petróleo, pero es la especulación con la moneda que lo compra. El dólar y otras monedas se imprimen, el oro no. Lo que estamos presenciando no es más que las convulsiones finales de un sistema monetario fíat basado nada más que en la fe en la probidad de bancos centrales de los países “desarrollados”. Esto, en los 5 mil años de historia de las monedas ha probado que no funciona y no funcionará. Es hora de que nuestros políticos demuestren iniciativa y no demagogia como lo es la indexación y los compita. La oportunidad histórica la tienen en sus manos.

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