August 17, 2008

 
La virtud del egoísmo : Cómo vivir racionalmente en una sociedad irracional

Nada puede corromper tanto una cultura o el carácter de una persona como el agnosticismo moral, la idea de que uno nunca debe emitir juicios morales sobre otros, de que se debe tolerar moralmente cualquier cosa. Es obvio quién gana y quién pierde con ese concepto. Si ni el bien ni el mal le preocupan a usted, ¿a quién traiciona y a quién promociona?

Pronunciar juicios morales es una gran responsabilidad. Uno debe tener un modo de vida inatacable. No se necesita ser omnisciente o infalible, pero sí una integridad a toda prueba.

Existe una corte de apelaciones, la realidad objetiva. En el reinado actual del cinismo moral y el subjetivismo, mucha gente se imagina que pueden hacer juicios irracionales sin ninguna consecuencia.

Es el miedo a la responsabilidad el que lleva a muchos a adoptar la neutralidad moral. Esta se expresa en el precepto : “No juzgues y no serás juzgado”. Este precepto es una abdicación de la responsabilidad moral. Es un cheque en blanco que uno extiende a otros para que ellos hagan lo propio.

No hay escape. El hombre tiene que elegir. No hay escape de los valores morales. El principio moral a adoptar es : “Juzga, y prepárate para ser juzgado”.

La tolerancia indiscriminada y la condena indiscriminada no son dos opuestos, sino dos variantes de la misma evasión.

Juzgar significa evaluar algo concreto por referencia a un principio abstracto. Requiere un proceso de pensamiento preciso y exacto. Entender los principios morales no es difícil. Lo difícil es aplicarlos a una situación concreta, sobre todo cuando implica el carácter moral de otra persona.

Pronunciar juicios morales significa que :

1) Uno conoce en detalle la evaluación moral de personas, asuntos y eventos con los que uno trata.

2) Uno debe dar a conocer a otros su evaluación cuando sea apropiado.

Uno debe hablar en situaciones en las que el silencio puede ser entendido razonablemente como acuerdo con el mal. Observe cuánta gente evade y racionaliza para no descubrir que sus amigos, socios o políticos no están simplemente equivocados, sino que son malos.

Alguien que trata de no reconocer que el mal es mal, encuentra que es peligroso reconocer que el bien es bien. Para él, una persona virtuosa es un peligro. Luego llega el día en que se da cuenta de que ha traicionado todos sus valores.

Una sociedad irracional es una sociedad de cobardes morales, de gente paralizada por la pérdida de los principios morales. Pero como los hombres tienen que actuar, dicha sociedad está lista para ser conquistada por cualquiera que quiera establecer su dirección. La iniciativa sólo puede venir de dos tipos de hombres : los que afirman los valores racionales o los malandrines a quienes no les preocupa la responsabilidad.

( Ayn Rand, The virtue of selfishness, Pag. 82-86 )

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