August 03, 2008
La virtud del egoísmo : Ética de la emergencia
Si alguien acepta la ética del altruismo, sufre las siguientes consecuencias : falta de autoestima, de respeto por otros, una visión negativa de la existencia y una indiferencia real hacia la ética. El altruismo implica que valorar a otro significa sacrificarse a sí mismo, que cualquier amor, respeto y admiración hacia otros no puede ser una fuente de disfrute para uno mismo.
Un amor desinteresado y no egoísta es una contradicción en los términos. Significa que uno es indiferente hacia aquello que uno valora. La preocupación por el bienestar de aquellos a quienes uno ama es una parte racional de los propios intereses.
Si un hombre que ama apasionadamente a su esposa gasta una fortuna para curarla de una grave enfermedad, sería absurdo argumentar que lo hace como un “sacrificio” por el bienestar de ella, y no por su propio bienestar. En realidad, la supervivencia de su esposa es de mayor valor para el esposo que cualquier cosa que pudiera obtener con su dinero, es de la máxima importancia para su propia felicidad y, por lo tanto, su acción no es un sacrificio.
Pero supongamos que la deja morir para salvar la vida de otras diez mujeres, ninguna de las cuales significa nada para él, como exigiría la ética del altruismo. Esto sería realmente un sacrificio. Si el sacrificio es el principio moral de la acción, entonces el esposo debería sacrificar a su esposa por el bien de las otras diez. ¿Qué distingue a la esposa de las otras diez? Nada, excepto su valor para el esposo.
El método apropiado para juzgar si uno debe ayudar a otra persona es por referencia al propio interés racional. Supongamos que una persona se está ahogando. Si es un extraño, es moralmente correcto tratar de salvarlo sólo si el riesgo para la propia vida es mínimo. Pero si es una persona muy querida uno puede arriesgar la propia vida, ya que la vida sería insoportable sin la persona amada.
Es importante diferenciar entre las reglas de conducta en situaciones de emergencia y en las situaciones normales de la vida. Sólo en las situaciones de emergencia debe uno ayudar a los extraños en la medida de lo posible.
En las condiciones normales, el hombre debe elegir sus metas y tratar de lograrlas por su propio esfuerzo. No puede hacer esto si sus metas deben ser sacrificadas a cualquier desgracia ajena.
Observen que los defensores del altruismo son incapaces de basar su ética en los hechos de la existencia normal y siempre se refieren a situaciones de emergencia como ejemplos de los que derivan las reglas de la conducta moral.
El propósito moral de la vida del hombre es el logro de su propia felicidad. Esto no significa que es indiferente hacia los demás y que no tenga razones para ayudar a otros. Lo que significa es que no subordina su propia vida al bienestar de otros.
( Ayn Rand, The virtue of selfishness, Pag. 49-56 )
Si alguien acepta la ética del altruismo, sufre las siguientes consecuencias : falta de autoestima, de respeto por otros, una visión negativa de la existencia y una indiferencia real hacia la ética. El altruismo implica que valorar a otro significa sacrificarse a sí mismo, que cualquier amor, respeto y admiración hacia otros no puede ser una fuente de disfrute para uno mismo.
Un amor desinteresado y no egoísta es una contradicción en los términos. Significa que uno es indiferente hacia aquello que uno valora. La preocupación por el bienestar de aquellos a quienes uno ama es una parte racional de los propios intereses.
Si un hombre que ama apasionadamente a su esposa gasta una fortuna para curarla de una grave enfermedad, sería absurdo argumentar que lo hace como un “sacrificio” por el bienestar de ella, y no por su propio bienestar. En realidad, la supervivencia de su esposa es de mayor valor para el esposo que cualquier cosa que pudiera obtener con su dinero, es de la máxima importancia para su propia felicidad y, por lo tanto, su acción no es un sacrificio.
Pero supongamos que la deja morir para salvar la vida de otras diez mujeres, ninguna de las cuales significa nada para él, como exigiría la ética del altruismo. Esto sería realmente un sacrificio. Si el sacrificio es el principio moral de la acción, entonces el esposo debería sacrificar a su esposa por el bien de las otras diez. ¿Qué distingue a la esposa de las otras diez? Nada, excepto su valor para el esposo.
El método apropiado para juzgar si uno debe ayudar a otra persona es por referencia al propio interés racional. Supongamos que una persona se está ahogando. Si es un extraño, es moralmente correcto tratar de salvarlo sólo si el riesgo para la propia vida es mínimo. Pero si es una persona muy querida uno puede arriesgar la propia vida, ya que la vida sería insoportable sin la persona amada.
Es importante diferenciar entre las reglas de conducta en situaciones de emergencia y en las situaciones normales de la vida. Sólo en las situaciones de emergencia debe uno ayudar a los extraños en la medida de lo posible.
En las condiciones normales, el hombre debe elegir sus metas y tratar de lograrlas por su propio esfuerzo. No puede hacer esto si sus metas deben ser sacrificadas a cualquier desgracia ajena.
Observen que los defensores del altruismo son incapaces de basar su ética en los hechos de la existencia normal y siempre se refieren a situaciones de emergencia como ejemplos de los que derivan las reglas de la conducta moral.
El propósito moral de la vida del hombre es el logro de su propia felicidad. Esto no significa que es indiferente hacia los demás y que no tenga razones para ayudar a otros. Lo que significa es que no subordina su propia vida al bienestar de otros.
( Ayn Rand, The virtue of selfishness, Pag. 49-56 )