August 26, 2008
Más sobre la moneda privada en Inglaterra (1775-1821)
Hace unas pocas semanas escribí algo sobre el tema, en referencia al libro de George Selgin “Good Money”. Aunque no he leído el libro, he encontrado detalles adicionales del mayor interés.
La incapacidad del gobierno británico para acuñar las monedas necesarias puso en serio peligro la revolución industrial . Comenzando en 1775, y durante varias décadas, el Royal Mint no produjo ninguna moneda de cobre y muy pocas de plata.
Las monedas necesarias para acompañar el progreso de la revolución industrial fueron fabricadas por empresarios privados. Entre 1787 y 1797, los acuñadores privados fabricaron 600 toneladas de monedas de cobre, más que lo que había acuñado el Royal Mint en los últimos cincuenta años.
Matthew Boulton era dueño de la acuñadora más grande y más sofisticada tecnológicamente, y fue la primera en emplear la fuerza del vapor. En 1797 la fabrica de Boulton en Soho comenzó a emitir monedas de cobre para el gobierno británico.
Las monedas comerciales eran superiores a las del gobierno. Por un lado tenían más cobre; por otro, tenían grabados más complejos, por lo que su falsificación era mucho más difícil. Los comerciantes preferían las monedas privadas. A menudo no aceptaban las oficiales, o las aceptaban con descuentos significativos.
La superioridad de las monedas privadas no se debió a su tecnología superior, sino a los incentivos presentes en una industria competitiva. Es decir, la competencia obligaba a los acuñadores privados a producir buenas monedas o desaparecer.
Boulton participó en la reforma del Royal Mint y lo equipó con la mejor tecnología disponible. De esta forma contribuyó a su propia destrucción, ya que el gobierno no cumplió su promesa de permitirle seguir fabricando monedas para el gobierno.
En 1817 el gobierno prohibió la acuñación privada. Una vez más el gobierno suprimió la iniciativa privada, no porque estuviese fallando, sino porque tenía demasiado éxito.
Nótese que, en esencia, esa es la tarea del gobierno : hacer mal lo que los ciudadanos podemos hacer bien.
Hace unas pocas semanas escribí algo sobre el tema, en referencia al libro de George Selgin “Good Money”. Aunque no he leído el libro, he encontrado detalles adicionales del mayor interés.
La incapacidad del gobierno británico para acuñar las monedas necesarias puso en serio peligro la revolución industrial . Comenzando en 1775, y durante varias décadas, el Royal Mint no produjo ninguna moneda de cobre y muy pocas de plata.
Las monedas necesarias para acompañar el progreso de la revolución industrial fueron fabricadas por empresarios privados. Entre 1787 y 1797, los acuñadores privados fabricaron 600 toneladas de monedas de cobre, más que lo que había acuñado el Royal Mint en los últimos cincuenta años.
Matthew Boulton era dueño de la acuñadora más grande y más sofisticada tecnológicamente, y fue la primera en emplear la fuerza del vapor. En 1797 la fabrica de Boulton en Soho comenzó a emitir monedas de cobre para el gobierno británico.
Las monedas comerciales eran superiores a las del gobierno. Por un lado tenían más cobre; por otro, tenían grabados más complejos, por lo que su falsificación era mucho más difícil. Los comerciantes preferían las monedas privadas. A menudo no aceptaban las oficiales, o las aceptaban con descuentos significativos.
La superioridad de las monedas privadas no se debió a su tecnología superior, sino a los incentivos presentes en una industria competitiva. Es decir, la competencia obligaba a los acuñadores privados a producir buenas monedas o desaparecer.
Boulton participó en la reforma del Royal Mint y lo equipó con la mejor tecnología disponible. De esta forma contribuyó a su propia destrucción, ya que el gobierno no cumplió su promesa de permitirle seguir fabricando monedas para el gobierno.
En 1817 el gobierno prohibió la acuñación privada. Una vez más el gobierno suprimió la iniciativa privada, no porque estuviese fallando, sino porque tenía demasiado éxito.
Nótese que, en esencia, esa es la tarea del gobierno : hacer mal lo que los ciudadanos podemos hacer bien.